05 d’octubre 2020

DEL FUEGO A LAS BRASAS


 

Muchos catalanes, entre los que me encuentro, con la inhabilitación de Quim Torra nos hemos visto aliviados sicológicamente. Resultaba muy desagradable desayunarse cada mañana con los improperios,  exabruptos y monsergas monotemáticas del ya ex president-vicario.  

Con esa destitución se cierra una de las etapas más grises de nuestra historia política contemporánea. Ahora toca pasar página. De todas formas, nos esperan muchos meses de interinidad política, parón institucional e intrigas partidistas.

La situación política catalana es absolutamente atípica en un país europeo y moderno como pretende ser Cataluña. Tenemos el Govern en funciones y un president sustituto que no lo es plenamente porque la ley limita sus competencias. A este paisaje, casi dantesco, hay que añadir una precampaña electoral a cara de perro y la lucha fratricida por el poder, entre las fuerzas independentistas para ver quien logra la hegemonía política de los próximos años.

Hemos llegado hasta aquí por la negativa de Torra a convocar elecciones antes de ser inhabilitado, algo que todo el mundo pedía excepto el grupito de Waterloo y sus acólitos que necesitan tiempo para montar su chiringuito, afinar la estrategia de “confrontación inteligente con el Estado” y ganarse un sitio al sol.

Mientras, los partidos no secesionistas, con el Parlament inactivo, asistirán al espectáculo como comparsas y la ciudadanía lo haremos como convidados de piedra. No está mal. Pero eso sí, los ciudadanos hemos de seguir cumpliendo con nuestras obligaciones, entre ellas las fiscales, aunque la prestación de servicios tan básicos como la sanidad o la educación estén bajo mínimos. Y si alguien piensa que exagero que se dé una vuelta por su centro de asistencia primaria o vaya a ver en qué condiciones con qué y medidas de seguridad se trabaja en colegios e institutos.

Con este panorama tan poco alentador, son bastantes los analistas políticos que ven en ERC la solución a los problemas que nos aquejan. Lo siento pero discrepo. Si los republicanos ganan las próximas elecciones y suman con JxCat para gobernar, formaran Govern con ellos, que nadie lo dude. De hecho, Pere Aragonés (conseller de Economía y, con toda probabilidad, candidato de su partido en las próximas elecciones)  lo dijo días atrás, sin ningún empacho, en la primera entrevista que concedió como sustituto del president inhabilitado.  Es decir que saldremos del fuego para meternos en las brasas.

No nos hagamos demasiadas ilusiones y digamos las cosas claras: ERC no es un partido de izquierdas, por mucho que alardeen de ello. No creen en la igualdad de las personas sin tener en cuenta su origen. La agenda social para los seudorrepublicanos catalanes es totalmente secundaria. Esto no es una afirmación gratuita, hay ejemplos que lo demuestran, Artur Mas suprimió 1.200 plazas de personal sanitario y más de 1.100 camas hospitalarias durante su mandato. Pues bien, ERC entró en el Govern en 2015 y a día de hoy no ha recuperado ni un empleo en la sanidad pública ni una sola cama de hospital. Otro: en plena pandemia el Govern (no hace falta recordar aquí que Pere Aragonés es el conceller de Economía como ya se ha dicho más arriba) decidió desviar 15 millones de euros del fondo Covid a TV3 para compensar el descenso de publicidad. De manera simultánea, el departamento de Educación, que dirige el también republicano Josep Bargalló, cancelaba el programa de tarjetas monedero que garantizaba la comida durante el verano a los niños más vulnerables. Decía Winston Churchill: “dime que presupuestos apruebas y te diré que política prácticas”.

Puede parecer un tópico, pero estamos en un momento muy grave y, por lo tanto, hay que poner fin esta sangría que nos está agotando como país. Necesitamos un Govern que gobierne bien y para todos; y eso, en mi opinión, significa desarrollar una gestión ágil, llevada a cabo con transparencia y limpieza. Desde el Ejecutivo se debe trabajar por una sociedad más justa equitativa y solidaria, donde las personas puedan desarrollar su proyecto personal y colectivo.

Un reciente estudio del CEO indica que un 56,6% de la población considera necesario reorientar los servicios públicos que tanto deterioro han sufrido en los últimos tiempos, para situarlos a la altura de las circunstancias. Y eso pasa, inexorablemente, por dotarlos de recursos adecuados y, sobre todo, de voluntad y capacidad política para hacerlo.

Por todo eso, es necesario que en las próximas elecciones se produzca una reacción que genere un cambio para empezar a salir del pozo en que nos han metido los gobiernos nacional-independentistas. Sin embargo,  la verdad es que no veo en los que nos han gobernado en los últimos diez años ni que estén por la labor ni que estén preparados para ello.

Ante este estado de cosas la pregunta es obvia: ¿podremos como país y sociedad aguantar mucho más sin que las costuras se rompan? Mi opinión es que no.

 

Bernardo Fernández

Publicado en e noticies 05/10/20

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