Me ha costado más de lo
habitual ponerme a escribir este artículo. La razón es que el protagonista del
mismo, Daniel Osácar es un hombre que tiene 85 años, parece que no anda sobrado
de salud y, encima, con un futuro judicial bastante complicado. No me gusta
hacer leña del árbol caído y sacar a la luz las miserias de un pobre anciano no
demuestra, precisamente altura de miras, pero la corrupción del partido que
gobernó 23 años Cataluña, Convergencia Democrática de Cataluña (CDC), fue tan
desmesurada y nos ha hecho tanto daño como, pueblo, como país y como sociedad y
durante tanto tiempo que no denunciarlo me parece todavía peor.
Daniel Osácar tenía fama de
ser un hombre serio, discreto y formal, pero sobre todo nacionalista a macha
martillo que diría un castellano viejo. Cuando estalló el caso del expolio del
Palau de la Música era el tesorero de CDC y la tormenta le enganchó de pleno.
Por eso, en la actualidad cumple condena de tres años y medio de cárcel porque
en el juicio quedó demostrado que había blanqueado dinero. En circunstancias
difíciles mantuvo el tipo y mientras otros acusados cantaban para llegar a
acuerdos con la fiscalía y rebajar condenas. Él, por el contrario, se mantuvo
hermético y llegó a decir que “allí se había mentido mucho”.
Tanto es así que Artur Mas
había dicho en más de una ocasión que “ponía las manos en el fuego por él”. Nada
que objetar. Es lógico que los correligionarios de un mismo credo se apoyen
entre sí, e incluso sean solidarios y se den cobertura cuando vienen mal dadas.
Sin embargo, parece que el ex
president se ha chamuscado las extremidades delanteras, y que todo quede ahí
porque Osácar ante la soledad en la que le han dejado los antiguos colegas está
dispuesto a cantar La Traviata si viene a cuento.
Cuentan fuera de foco, los que
conocen bien los entresijos del mundo convergente que al extesorero siempre le
habían asegurado que pasara lo que pasara, el partido estaría detrás para
ayudarle, para cubrir sus necesidades y para garantizar un futuro de su familia.
Por eso, mientras Félix Millet y Jordi Montull pactaban con el fiscal y
confesaban mordidas a CDC en el juicio del caso Palau, Daniel Osácar se
mantenía férreo en sus declaraciones y negaba lo que otros habían admitido ya.
No obstante, todo tiene un
límite, y el tiempo ha ido pasando y de lo prometido nada. En esas
circunstancias, Osácar consideró que los códigos de honor por los que se había
regido estaban rotos. Pidió hablar con la junta de la prisión y allí explicó que
se sentía traicionado y mostró su arrepentimiento. A mediados de septiembre y
después de 75 días en la cárcel de Brians 2, La Generalitat, considerando su
edad y estado de salud, le concedió el tercer grado y de esa forma cumple la
pena en un piso tutelado. Normalmente la Fiscalía suele oponerse a esas
iniciativas, pero esa vez no ha sido así, porque se valorado su
“arrepentimiento”.
Ante esta situación, el fiscal
Anticorrupción José Grinda vio la oportunidad de ganar un colaborador y le
propuso un pacto en el caso 3%, donde hay 32 procesados, entre ellos el mismo
Daniel Osácar, por organización criminal, blanqueo, tráfico de influencias y
cohecho.
Será muy interesante conocer
las explicaciones que da el extesorero convergente sobre ese macro caso de
corrupción. Cuál era el Sobre el papel de Germà Gordò como gerente de CDC, la
relación de este con Artur Mas, que hay de cierto y que no sobre el pitufeo, denominación coloquial que
utilizaban 14 altos cargos de CDC, para referirse a las donaciones que hicieron
al partido entre 2008 y 2010. Algo que en principio no es objetable, pero se
complica cuando se comprueba que todas esas donaciones fueron de 3.000 euros en
metálico y hechas a final de año. Según las investigaciones todo apunta a que
en realidad era una manera de canalizar dinero de procedencia ilícita.
Tras esta cascada de hechos
tan turbios habrá que ver si la Fiscalía Anticorrupción considera que la
declaración de Osácar tiene el suficiente fundamento como para solicitar la imputación
de Artur Mas que, no olvidemos era el máximo responsable del partido en esa
época. Es importante señalar aquí que como el ex president no es aforado el
juez de la Audiencia Nacional De la Mata lo podría llamar a declarar en
cualquier momento.
De todos modos, ante el
desmoronamiento generalizado del imperio convergente, es importante potenciar
la vocación “lírica” de Osácar y de otros personajes similares que, con toda
seguridad, aparecerán en la escena del universo político catalán y esa puede
ser la vía que sirva para deshilachar la madeja de corrupción tejida con tanto
ahínco por las huestes pujolísticas y que continúa con sus herederos y, muy
posiblemente, siga todavía bajo otras siglas, pero con idéntica finalidad.
Esperaremos impacientes a que alguien
dé el Do de pecho.
Bernardo Fernández
Publicado en El catalán
24/10/20
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