24 de setembre 2020

TAN REAL COMO LA VIDA MISMA


 

Reconozco que empiezo a estar harto de escribir casi siempre de lo mismo: la independencia de Cataluña, el procés y su mundo pequeño, estrecho y asfixiante.  También, sospecho que ustedes, apreciados lectores, están empezando a sentir hastío de tanto artículo, tanta columna y tanta tertulia sobre el monotema catalán. Por eso hoy me referiré a la visita que a principios de año hizo a nuestro país Philip Alston.

Es más que probable que el nombre de Philip Alston a ustedes no les diga nada. Sin embargo, si les  digo que es relator especial de la ONU sobre la extrema pobreza y los derechos humanos, es muy posible que haya logrado atraer su atención.

Pues bien, el informe que este señor hizo llegar al máximo organismo internacional sobre nuestro país, y que se hizo público el pasado mes de julio, debería sacar los colores a nuestros responsables políticos. Lo resume en tres principios básicos: en España hay una  falta grave de vivienda asequible, los impuestos son insuficientes para financiar la protección social y la burocracia impide, en muchas ocasiones, acceder a las prestaciones.

Alston sostiene que “el sistema de prestación de asistencia social está roto, no se financia adecuadamente, es imposible no perderse en él y no llega a las personas que lo necesitan.” Se puede decir más alto, pero no más claro.

El documento contiene una serie de recomendaciones. La primera es la implantación de un ingreso mínimo vital; algo que ya se hizo en los inicios del verano, por lo que Alston se felicita y ha quedado recogido en el informe. Además subraya que “mientras unas comunidades tienen un sistema muy humano de ayuda para los más desfavorecidos, en otras lo han saboteado.”

Por lo que respecta al Ingreso Mínimo Vital (IMV) que está previsto que llegue a unas 800.000 personas, considera que deberá extenderse a más población teniendo en cuenta la devastación social que ha ocasionado la pandemia.

En opinión del relator los ricos han sido los grandes beneficiados de la crisis y los poderes públicos han fallado a los pobres. “Hay situaciones de gran pobreza muy extendidas (el 26,1% de la población es vulnerable, uno de los indicadores más altos de la UE), una alta tasa de desempleo y situación de desempleo juvenil crónico, con una crisis de vivienda de considerables proporciones, junto con programas de protección social a todas luces insuficientes, un sistema de educación segregado y cada vez más anacrónico, políticas tributarias y de gasto que favorecen mucho más a las clases acomodadas que a los pobres y una mentalidad burocrática que permite a las autoridades eludir su responsabilidad y valorar más el formalismo que el bienestar de las personas,” expone en su escrito.

Philip Alston viajó por seis comunidades autónomas (Madrid, Cataluña, Extremadura, Andalucía, Galicia y País Vasco), las experiencias más duras estuvieron ligadas a la vivienda. Chabolas de plástico en Huelva para los temporeros, sin luz ni agua. Algo muy parecido a lo que vio en la Cañada Real de Madrid, “donde la polución está matando a los niños y los responsables políticos dicen que ya les han aconsejado que se marchen…”, desde luego, el ya ex relator ni se muerde la lengua, ni suaviza la pluma en su escrito y describe la realidad tal y como él la percibió.

Mención especial le merece la comunidad de Madrid, donde según sus datos, la pobreza severa se ha doblado en diez años (hasta el 7,8% en 2017), pese a ser la segunda comunidad con el PIB más alto. Por el contrario, su renta mínima de inserción es la más baja de todo el país y solo llega al 1,5% de la población.

En una entrevista concedida por Alston después de la publicación del informe se muestra muy contrariado “por la agenda neoliberal que llevan a la práctica las autoridades de Madrid, en la que las rebajas de impuestos son la clave para todo, sin estar interesados en abordar la situación de ese 20 o 30% de la población más desfavorecida.” Asimismo, quedó impactado porque el Gobierno de la comunidad quitó la subvención a Servicio Doméstico Activo, una asociación que se dedicaba a luchar contra los abusos a los empleados, “algo que también haría Donald Trump.”

A grandes rasgos, tan descarnada como se quiera pero tan real   como la vida misma,  esta es la situación en la que se encuentra nuestro país en lo que se refiere a servicios sociales y atención a los más desfavorecidos. Ante este estado de cosas podemos marear la perdiz tanto como los gobernantes quieran; ahora bien, más pronto o más tarde habrá que afrontar una reforma fiscal en profundidad para que paguen más los que más ganan y más tienen. Estamos lejos de la media de la zona euro donde los impuestos se sitúan en un 41,7% del PIB, mientras que aquí en 2018 nos quedamos en el 35% y la recaudación por el impuesto de sociedades cayó a la mitad en 10 años, hasta llegar a un 11% real. Además, según dicen los expertos la economía sumergida supera el 20%.

Es verdad que con la pandemia estamos en una situación muy delicada y la sociedad no está para fuertes sacudidas. Pero, en España, tenemos un Gobierno de coalición formado por dos partidos de izquierda, y si no aprovechan este momento histórico para dar un vuelco a la situación y nos ponernos a la altura de los países de la UE, fiscal y socialmente más avanzados, cuando lo vamos a hacer, ¿cuándo gobierne la derecha? No seamos ingenuos.

 

Bernardo Fernández

Publicado en e notícies 23/09/20

LAS ELECCIONES VASCAS COMO REFERENCIA

El pasado domingo por la noche en el palacio de la Moncloa respiraron aliviados. Después del fiasco en las elecciones autonómicas gallegas, ...