Entre todo el marasmo de
negatividad y desconfianza que nos invade, en casi todos los ámbitos de la
vida, nos ha llegado una buena noticia: la mesa de negociación entre los
Gobiernos de España y la Generalitat ya se ha constituido y empezado a funcionar.
Quedémonos con eso, porque profetas de la catástrofe y boicoteadores, de aquí y
de allí, no han faltado. El primero Quim Torra. El president de la Generalitat
se ha pasado por el arco de triunfo el acuerdo alcanzado por PSOE y ERC el
pasado 3 de enero.
Entonces, ambos partidos
establecieron que esa mesa de negociación estaría compuesta por miembros de ambos
Ejecutivos. El Gobierno de España ha cumplido a rajatabla. Sin embargo, la
parte catalana ha enviado una delegación variopinta compuesta por diputados, entre
ellos un imputado por organizar presuntamente el referéndum ilegal del 1 de
octubre de 2017, una concejal y un alto cargo de la Administración.
Con esa actitud, Torra y los
suyos ponen de manifiesto el poco interés que tienen por la negociación, falta
de respeto hacia la otra parte, hacia la ciudadanía que representan y una
frivolidad institucional muy preocupante.
Más allá de esas cuestiones previas
que para algunos pueden parecer bagatelas, vamos a fijarnos en lo fundamental. Hubiera
sido deseable que la representación catalana dejase de hablar, al menos durante
unas horas, de autodeterminación, amnistía y represión. Pues no, la misma
mañana de la reunión se podían escuchar declaraciones ofensivas hacia la otra
parte de personas que pocas horas después iban a estar sentadas en la mesa de
negociación. No sé si será porque en Cataluña ya soplan aires electorales y hay
que vender el producto, pero convendrán conmigo que ha de ser difícil sentarse
a dialogar con alguien que acaba de decir en un medio de comunicación que el
Gobierno del que formas parte alimenta la represión y permite la tortura.
De todas formas, como ya he
escrito en reiteradas ocasiones, “la política es el arte de lo posible” y,
menos de veinticuatro horas después de que se constituyese la mesa de
negociación, ERC se abstenía en la votación sobre el techo de gasto y los Presupuestos
Generales del Estado iniciaban su andadura en el Congreso de los Diputados.
Por lo que respecta a los
resultados del primer encuentro en la mesa de diálogo, ciertamente, había pocas
expectativas. No dejaba de ser una toma de contacto. No obstante, las dos
partes, tras un comunicado conjunto, admitieron el buen clima y el sentido
positivo que había presidido la reunión. Los negociadores acordaron que se
reunirán todos los meses de forma alternativa en Madrid y Barcelona, aunque, en
principio, ya no asistirán ni presidentes ni vicepresidentes.
También, se dejó claro que los
posibles pactos y/o acuerdos a que se pueda llegar “estarán en el marco de la
seguridad jurídica”. Dicho en román paladino dentro del Estatuto y la
Constitución. Ya sabemos que a algunos eso de decir Constitución, España o
cosas por el estilo le produce urticaria. Tanto da. Como dice un conocido
adagio chino, “no importa que el gato sea blanco o negro, lo que cuenta es que
cace ratones… Pues eso.
No le quiero echar agua al
vino, pero me parece que, como dice Don Juan en el Barbero de Sevilla de Tirso
de Molina o en Don Juan Tenorio de José Zorrilla, “largo me lo fiais”. A mi
modo de ver, esta expresión, un tanto arcaica y en desuso encaja a la
perfección en la situación que nos ocupa, y a muchos nos preocupa, porque con
frecuencia los proyectos a largo plazo pueden olvidarse con facilidad y
desvanecerse con los vaivenes del destino, que diría el poeta.
En cualquier caso, démosle una
oportunidad a la esperanza. Vale la pena.
Bernardo Fernández
Publicado en e notícies
28/02/20
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