Vivimos en la sociedad de la
inmediatez. Quizás por eso, casi nos hemos olvidado ya, pero la gran sorpresa
fue que Sánchez le ganara la moción de censura a Rajoy. Después, el flamante
presidente de Gobierno nos sorprendió con un Ejecutivo formado por 11 mujeres y
6 hombres que generaba ilusión y confianza, diseñado con equilibrio
territorial, perfil socialdemócrata y conjugando juventud y veteranía.
Hace poco más de una semana
que el Gobierno formado por Pedro Sánchez está ejerciendo como tal y parece que
ya ha alcanzado la velocidad de crucero.
Además, el aroma que nos llega desde la política es muy distinto al que
veníamos percibiendo desde hace muchos años.
Aún no habíamos terminado de
asimilar la puesta de largo del nuevo Gobierno, cuando Pedro Sánchez ofreció
recibir en Valencia a los 629 rescatados frente a las costas de Libia por el
buque Aquarius, al que Italia y Malta habían negado el acceso a sus puertos. De
esa forma Sánchez presentaba sus credenciales ante la UE como defensor de la
solidaridad.
Esa decisión es de un enorme
trasfondo político porque el Gobierno de España pone de manifiesto que se debe
dar una respuesta humanitaria a las emergencias, y que se pueden gestionar las
crisis de refugiados sin necesidad de cerrar las fronteras ni negar la entrada
a seres humanos, como sostiene la derecha más rancia.
Europa no puede seguir con la
táctica del avestruz en el drama de las migraciones. Por eso, el giro de 180
grados que ha dado España, con el cambio de presidente y de Gobierno, en un
asunto tan delicado, ha puesto el problema sobre la mesa europea.
Sin solución de continuidad, a
eso de la 9 de la mañana del pasado miércoles 13 de junio, se extendió como la
pólvora, primero como un rumor, que el ministro de Cultura y Deporte Màxim
Huerta había sido condenado por un fraude fiscal de 256.000, cometido entre
2006 y 2008 al cotizar a Hacienda por una empresa interpuesta. Horas más tarde,
el propio ministro confirmó la veracidad de la noticia y añadió que había
pagado una multa de 365.000. No obstante, los principios de transparencia y
honradez marcados por el presidente Pedro Sánchez hicieron que Huerta acabara
dimitiendo a media tarde para “no romper el proyecto ilusionante de Pedro
Sánchez”, dijo el ya exministro en la rueda de prensa que anunció su dimisión.
A las 21 horas del mismo día ya había un nuevo ministro de Cultura y Deporte.
De manera casi simultanea a
todos estos hechos, el presidente y la ministra de Trabajo Magdalena Valerio se
reunían con los líderes de los agentes sociales para introducir cambios
parciales en la reforma del mercado laboral que aprobó el PP en 2102. El
Gobierno conoce las limitaciones que impone la aritmética parlamentaria y es
consciente que necesita determinados soportes para sacar adelante determinadas
iniciativas.
Por eso, también, en los
últimos días, se han reunido en La Moncloa el presidente del Gobierno, Pedro
Sánchez y el líder de Podemos, Pablo Iglesias. Era el primer encuentro desde
que Sánchez fue investido jefe del Ejecutivo. En esa reunión ambos dirigentes
trataron la posibilidad de elaborar una “agenda” parlamentaria en la que
ponerse de acuerdo para el tiempo que queda de legislatura. De todos modos,
deberán ser la dirección de los partidos y los grupos parlamentarios respectivos
los que concreten los posibles pactos.
Si el gobierno de Pedro
Sánchez sigue en la línea que ha marcado desde el inicio de esta nueva etapa,
hará que buena parte de la ciudadanía recupere la ilusión por la política.
Entenderán que se trabaja con coherencia porque verán que se está llevando a
cabo aquello que se dijo que se haría en mítines, charla y debates. Además, se
está haciendo con rigor porque no tan solo se va al fondo de los problemas, sino
que se están respetando las formas y los tempos, y eso en política es
fundamental.
Desde luego, todo esto no es
fácil, pero estamos viendo, aunque algunos les cueste creerlo, que es posible.
Bernardo Fernández
Publicado en e-notícies
18/06/18
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