En menos de 24 horas el
panorama político español se ha girado como un calcetín.
El PP no gobierna en España,
Mariano Rajoy ya no es el presidente del Gobierno y le inquilino de La Moncloa
es Pedro Sánchez, de izquierdas y progresista.
En Cataluña tenemos un Govern
efectivo, ni el presidente de la Generalitat ni ninguno de sus consejeros tiene
causas pendientes con la justicia y por consiguiente el articulo 155 de la
Constitución ya no se aplica en Cataluña.
Esta es la nueva situación.
Claro y concreto
De hecho, el punto de
inflexión de este cambio tan radical se produjo cuando la Audiencia Nacional
hizo pública la sentencia del caso Gürtel. De los casi 1.700 folios que
componen ese veredicto, han bastado un par de párrafos para incendiar la pira
de la indignación política en la que ha acabado abrasado el ya expresidente
Mariano Rajoy. En especial uno, en el que se considera probado que el PP
estableció una contabilidad paralela a la oficial con una caja B, por lo menos
desde 1989 y otro, donde magistrados y Fiscalía ponen en duda la veracidad de
las declaraciones de Rajoy como testigo. Luego dirán que en España no hay
separación de poderes.
Tras hacerse público el fallo
vino la presentación de la moción de censura de Pedro Sánchez contra Mariano
Rajoy, la sustanciación a los pocos días y la gran sorpresa: la suma heterogénea
del voto de 180 diputados de los más diversos orígenes políticos y
planteamientos ideológicos, no tanto para aupar a Sánchez como sí para echar a
Rajoy.
Sea como sea, el caso es que
el viernes 1 de junio, Pedro Sánchez era investido por el Congreso de los
diputados presidente del Gobierno.
Sánchez y el Ejecutivo que
presida tendrán una tarea compleja y complicada por delante. Su acción de
gobierno estará marcada por las condiciones en que ha accedido a la
presidencia. Además, con sólo 84 diputados, la negociación, el acuerdo y el
pacto deberán ser una constante. Por eso, es razonable pensar que buena parte
de sus esfuerzos se centrarán en derogar las leyes, como la Ley mordaza o la
reforma, aunque sea parcial, del mercado laboral que aprobó el PP en 2012,
cuando tenía mayoría absoluta. Asimismo, parece lógico creer que, desde el
nuevo gobierno, se aborden cuestiones que generen amplios consensos como pueden
ser la universalización de la asistencia sanitaria o la elección parlamentaria
del consejo de administración de RTVE.
Financiación autonómica, Pensiones,
políticas activas de empleo, lucha contra la desigualdad salarial, crear un
impuesto sobre las sociedades multinacionales tecnológicas y Reforma Territorial
son algunos de las grandes cuestiones que se tienen que resolver. Las mismas
que teníamos la semana pasada. Con una gran diferencia: hasta ahora las
soluciones tenían que venir de un gobierno de derechas, y ya hemos visto la que
da de sí. Ahora los problemas los tendrá que resolver un gobierno de izquierdas
y progresista. ¿Son los mismos conflictos? Sí, pero las soluciones no serán
igual.
En este contexto, uno de los
problemas más delicados que deberá afrontar el nuevo presidente es la crisis
catalana. De hecho, Sánchez ya dijo en sus intervenciones durante el debate de
la moción de censura que estaba dispuesto a reunirse con el presidente Quim
Torra, para negociar y pactar dentro de la Constitución. El mero hecho de
iniciar el diálogo será un avance sustancial respecto a la táctica de Rajoy,
escudado siempre tras la acción de la justicia.
Por otra parte, es verdad que
la llegada de Quim Torra a la presidencia de la Generalitat no invita al
optimismo, al menos a los constitucionalistas. Tampoco ayuda el perfil
político-biográfico de alguno de los consellers nombrados, ni que el primer
acto del nuevo gobierno fuera colocar una pancarta, en el balcón de la
Generalitat, pidiendo “libertad para los presos políticos.”
Así y todo, seamos
prudentemente optimistas y concedámosles el beneficio de la duda. Demos un
tiempo razonable para que se asienten y empiecen a gobernar. Después,
juzguémoslos por sus actos, no tanto por lo que dijeron o escribieron tiempo
atrás. “Fets i no paraules”, que decimos por aquí.
Esa puede ser una de las
claves para restablecer la cohesión social y la convivencia.
Desde luego, si hace una
semana me explican que iba a ocurrir todo la que ha ocurrido, no me lo creo.
Como ha cambiado el panorama.
Bernardo Fernández
Publicado en e.notícies
4/06/18
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