Estoy convencido de que, más
pronto que tarde, el fenómeno político-mediático que supone Podemos, se
estudiará en las facultades de comunicación como algo genuino y singular. No
obstante, su proyecto político es el secreto mejor guardado. Nadie lo conoce,
pero todo el mundo habla.
La mayoría silenciosa empezó
a tener noticias de un nuevo partido político, llamado Podemos, el pasado mes
de mayo durante la campaña de las elecciones al Parlamento europeo. Se
presentaron a esos comicios con un programa que era un brindis al sol, y cuando
todas las encuestas les daban entre 0 y 1 diputado, saltó la sorpresa y
obtuvieron 5 escaños.
A partir de ahí la fiebre se
desató, los medios de comunicación los pusieron en la cresta de la ola.
Empezaron a menudear sus apariciones en debates y tertulias televisivas, sobre
todo de cadenas privadas. El circo empezó a funcionar y la nueva formación a
subir como la espuma en todos los sondeos.
Ahora, cuando estamos a
pocos meses de las elecciones generales
todos los partidos empiezan a enseñar sus cartas, todos nos dan sus
recetas, para sacar a España del atolladero en que nos han metido. ¿Todos?
Todos no. Podemos continua con su mantra de que los demás son casta y ellos los
puros, y sigue sin desvelar cuales serán sus fórmulas para redimirnos del mal.
Su líder, Pablo Iglesias, se
reconoce socialdemócrata, pero rechaza el eje derecha-izquierda. No se han
pronunciado sobre el modelo de Estado ni sobre la organización territorial y no
ha dicho ni pío de cómo reflotar el Estado del bienestar. Tan solo han esbozado
un programa económico más teórico que real. Sin embargo, parecen dispuestos a
estar presentes en todas las movidas.
El coordinador de Podemos,
Juan Carlos Monedero, ha tenido sus más y sus menos con Hacienda. Eso ha hecho que, con considerable retraso, convocará
una rueda de prensa para dar explicaciones, pero al estilo de la casta ni dio
explicaciones ni contestó preguntas. Tania
Sánchez, compañera sentimental de Iglesias, tras ser elegida por IU candidata a la presidencia de la Comunidad
de Madrid, abandonó esa organización de forma nada elegante.
Dudo que éstas sean las
mejores maneras de construir un proyecto sólido y de futuro. Otra cosa es que
se quiera aprovechar el momento de desconcierto que vive la sociedad para tener
unos instantes de gloria.
Bernardo Fernández
Publicado en ABC 25/02/15
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