01 de març 2023

PREPOTENTES SIN VERGÜENZA

 

Durante meses Gobierno y sindicatos se han esforzado para sentarse a la mesa a la patronal con el fin de negociar un pacto de rentas. Sin embargo, Antonio Garamendi, al frente de los empresarios ha ninguneado a las otras partes hasta dejar las conversaciones en vía muerta.   Ahora, a las puertas de un nuevo ciclo electoral ya nueve meses de unas elecciones generales, si es que no se adelantan, es literalmente imposible que se pacte nada, entre otras cosas, por la tendencia histórica de los patronos a apoyar a la derecha para que esta llegando al poder.

2022 se cerró con un 8,4% de inflación, mientras que los salarios regulados por convenio crecieron un 2,78%, por lo que la pérdida de poder adquisitivo por parte de la clase trabajadora es una evidencia. Ante esa situación, el Gobierno, en contra del criterio de Garamendi y la CEOE, ocurrió, con carácter retroactivo desde el 1 de enero, la subida del salario mínimo interprofesional un 8%, es decir, a 1080 euros, en catorce pagas. 

En principio, en una sociedad compleja como la nuestra y con una economía de libre mercado, es lógico que cada cual defienda sus intereses y eso no debería extrañar a nadie. Ahora bien, la cosa cambia de manera sustancial cuando algunos individuos se enrocan y niegan la realidad porque entonces sus posicionamientos acaban siendo un insulto a la inteligencia. 

En ese contexto, nadie debería rasgarse las vestiduras porque un personaje como el presidente de la CEOE se embalsa casi 400.000 euros anuales, ya que eso es casi una nimiedad en comparación con lo que cobran 221 banqueros de nuestro país que superan, de largo, el millones de euros anuales, actualizado recientemente la Autoridad Bancaria Europea. Son daños colaterales del sistema capitalista y ahí poco podemos hacer.

La cuestión es que la falta de sensibilidad social y sentido común de Garamendi y los suyos ha hecho que durante 2022 no se firmase un pacto de rentas que permitiera repartir las cargas de la crisis de manera equitativa y, como consecuencia, el costo de la inflación ha recaído en los trabajadores. Las estadísticas recogidas sobre beneficios empresariales  apuntan a un fuerte crecimiento de los mismos,  según han señalado servicios de estudios independientes como Funcas o el Banco de España. Así pues, mientras que los márgenes empresariales han contribuido a la escalada de la inflación, los salarios han tenido el papel contrario, o sea, un efecto moderador sobre la subida de precios. Si España ha conjurado  el riesgo de una espiral inflacionaria durante el pasado año, ha sido en parte por el comportamiento de los buenos salarios y el sacrificio de los trabajadores.

Las consecuencias son de alcance: la pérdida de poder adquisitivo afecta directamente a la renta disponible de los hogares y, por consiguiente, al consumo interno. Un consumo interno debilitado afectará, igualmente, al crecimiento económico, que se verá reducido. Por lo tanto, de no ponerse en marcha soluciones adecuadas, la situación corre el riesgo de cronificarse y provocar un efecto todavía más negativo en la desigualdad y en la pobreza de aquellos sectores con menores salarios. En un país donde el 12,7% de la población trabajadora está en riesgo de pobreza, según Eurostat, esta situación debe considerar inaceptable y hay que exigir medidas inmediatas.

El efecto inflacionario ha hecho que, entre enero y noviembre de 2022, se haya reducido casi un 26% el poder de compra de las familias más humildes con respecto a las más acomodadas. Los salarios, lejos de crecer, caen a niveles parecidos a los registrados durante los peores años de la crisis financiera de 2008. Y eso está convirtiendo la situación en insostenible.

Mención especial, por su más absoluta falta de sensibilidad social y sentido común hacia los más débiles, merecen los grandes bancos que han disminuido la calidad de sus servicios a la gente mayor y en la España vaciada, al reducir su red de oficinas en 1.360, y recortar 5.800 empleos el año pasado; sin haber planteado, de momento, alternativas eficaces.  Pero es que todo eso llega en un año histórico de resultados positivos para la banca, con  20.580 millones de beneficios .

Según el  economista   y especialista en  desigualdad económica y distribución de la renta , Thomas Piketty, “Estamos en una situación similar a la que llevó a la Revolución Francesa”.  No sé si el gurú francés ha estado muy acertado en esa observación. Desde luego, no seré yo quien le enmiende la plana. De todos modos, de lo que sí estoy convencido de que es un grave error seguir, de forma indefinida, alimentando al monstruo de la desigualdad y el descontento social porque más pronto que tarde se va a despertar y entonces las consecuencias serán irreparables.

No quiero terminar este escrito sin reconocer que el título que le puso a esta columna puede parecer un poco horrible. Pero es que, esos individuos que miran a los demás por encima del hombro y se creen que son los reyes del mambo porque tienen una cuenta corriente sana y van en coche con chófer me exasperan; aunque son, en realidad, unos pobres diablos sin dignidad ni vergüenza que nos están jorobando a todos con su prepotencia y falta de sensibilidad social. En cualquier caso, pido disculpas por si alguien se ha podido sentir aludido; siempre y cuando ese alguien no sean los tipos que me impulsan a escribir este articulo.  Porque como dice el poeta, “ entre esos tipos y yo hay algo personal”.

 

 

Bernardo Fernandez

Publicado en e notíces 27/02/2023

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