23 de març 2023

MÁS ALLÁ DE LOS PRESUPUESTOS


 

Después de cinco meses de negociaciones con dos o tres semanas de encuentros extenuantes, republicanos y socialistas alcanzaron un acuerdo y, por fin, el pasado 10 de marzo, el Parlament presentó los presupuestos del Govern de la Generalitat para 2023.

En cualquier otro lugar, con la política normalizada, ese acuerdo no había sido mucho más que un puro trámite, pero aquí tiene otra dimensión porque corrobora un cambio de tendencia y abre unas expectativas que, aunque con prudencia, invitan a la esperanza. Por consiguiente, hemos de darle la importancia que en realidad tiene que no es menor.

Estas cuentas, que son las más expansivas de la historia (41.025 millones de euros un 7,25% más que el ejercicio anterior), han salido adelante con los votos del PSC, ERC y Comuns. Pues bien, soy de la opinión que la buena política es la que sirve para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos y si estos presupuestos se ejecutan en tiempo y forma (algo que no ocurre con la frecuencia que sería deseable), cumplir para empezar a revertir los recortes en las políticas sociales y dar un nuevo impulso a las infraestructuras que llevan demasiado tiempo al ralentí o directamente paralizadas por motivos diversos. Además, con esa aprobación se ha roto el “bloquismo” que venía vertebrando la política catalana desde hace más de una década y se abre la puerta a todo un abanico de posibilidades. No es menos cierto, no obstante, que tanto Salvador Illa, como Pere Aragonés y Jéssica Albiach, los tres artífices del pacto, se han esforzado en remarcar que el acuerdo es puntual y no tiene más connotaciones. Pero a nadie se le escapa que con 33 diputados dando soporte al Govern o se negocia y se llega a ententes o el Ejecutivo va perder una tras otra las votaciones en el parque de la Ciutadella, y eso equivale a tener que convocar elecciones más pronto que Tarde.

Más allá de las cuestiones técnicas, las negociaciones no han sido fáciles para nadie, pero han sido posibles gracias a la voluntad de las partes, en especial socialistas y republicanos. Tanto unos como otros han demostrado cintura; los primeros para mostrar como alternativa real de gobierno y los segundos para demostrar que, a pesar de la debilidad de su grupo parlamentario, tienen capacidad política para practicar la geometría variable y seguir instalados en el Palau de la Generalitat. 

Lo giros que da la política son curiosos: en mayo de 2021, Pere Aragonés era investido con los votos favorables además de ERC, con los de Junts y la CUP y los votos en contra de PSC, Comuns, PP, Vox y Ciutadans. Ahora, casi dos años después, PSC y Comuns votaron a favor de las cuentas de los republicanos y Junts y la CUP en contra, acompañados de PP, Vox y Ciutadans. El mundo al revés, pensarán algunos.

Parece que Pere Aragonés ha aprendido la lección que dejó escrita Michael Ignatieff (lí der del  Partido Liberal de Canadá  y de la Oposición de aquel país desde 2008 hasta 2011) cuando dijo que: “Ningún verdadero político puede permitirse hacer el lujo de enemigos eternos. Necesita convertir a los adversarios en aliados si quiere hacer el trabajo que exige la democracia”, el presidente ha terminado imponiendo su determinación a aquellos que la noche antes de que se firmase el acuerdo pedían no pactar con los socialistas.

Ahora, la pelota está en el tejado de Pere Aragonés. Tendrá que demostrar que es un político solvente y no un activista reconvertido. De momento, Aragonés evita ir a elecciones anticipadas y ERC llegará a las municipales, de mayo, con los deberes hechos la etiqueta de partido “responsable”. No parece un mal balance para comenzar una nueva etapa.

De todas maneras, Aragonés tiene diversas carpetas sobre la mesa que no puede orillar mucho tiempo más. Ahora mismo, la sequía es, probablemente, la cuestión más urgente que hay que afrontar. Es cierto que en ese ámbito el Govern está muy limitado, entre otras cosas porque arrastramos una falta de previsión alarmante, pero ya está haciendo tarde. Por eso, Salvador Illa le ha registrado que en el ejercicio anterior la Agencia Catalana de l'aigua (ACA) invirtió un escaso 21% de su capacidad total de inversión, y esa sí es una responsabilidad directa del Ejecutivo catalán. Pero démosle un margen de confianza.

En todo este asunto hay una cuestión clave: Hacía diez años que el PSC no participaba en la negociación de las cuentas de la Generalitat. Aunque claro, no siempre llueve a gusto de todos. Quizás, por eso, tras la aprobación de las cuentas el líder del grupo parlamentario de JxCat, Albert Batet decía: “En Madrid están muy contemos, y en Catalunya hay un independentismo que está triste”.

Desconozco si en Madrid se alegraron por el acuerdo o no. De todas maneras, parece lógico pensar que el diálogo, la negociación y el pacto siempre son preferibles a la bronca, el desacuerdo y la división, aquí, allí y acullá; entre otras cosas porque es más fácil avanzar desde la estabilidad que debatir en la incertidumbre y la tensión. La cuestión es que hiperventilados y talibanes no aprenden y siguen instalados en el peor cuanto mejor.   Y así les luce el pelo.

 

 

Bernardo Fernandez

Publicado en e notícies 20/03/2023

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