08 de novembre 2022

EL HOMBRE DE PAJA


Mucho se ha dicho y escrito sobre el reciente intento del Ejecutivo de Pedro Sánchez para renovar la cúpula del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) y abortado por el PP. Pienso que no puedo aportar nada sustancial a la cuestión. Por lo tanto, no voy a insistir. Quiero, no obstante, analizar la personalidad política del líder de la oposición, aspirante a presidente del Gobierno y responsable de dinamitar uno de los últimos puentes que quedaban entre los dos grandes partidos estatales: Alberto Núñez Feijóo.

Feijóo hizo su aparición en el mundo político de Galicia a comienzos de los años noventa. Creció bajo la sombra protectora de José Manuel Romay Becaría, figura icónica del conservadurismo gallego más rancio. Se fogueó en la sanidad pública autonómica y luego pasó a Madrid a dirigir el ya desaparecido Insalud, primero y la empresa pública de Correos, más tarde, cargo al que llegó de la mano del ministro Francisco Álvarez-Cascos.

Tras la tragedia del Prestige, en 2003, fue requerido para ser consejero de Obras Públicas en la Xunta y casi de inmediato fue nombrado vicepresidente de Manuel Fraga. En 2005, aunque Manuel Fraga ganó las elecciones, el pacto de Gobierno entre los socialistas gallegos y el Bloque Nacionalista Galego (BNG) supuso la jubilación del histórico dirigente conservador. Entonces Feijóo fue el hombre apoyado por Génova para imponerse en la pugna sucesoria.

En las elecciones al Parlamento de Galicia de 2009, Alberto Núñez Feijóo se presentó como candidato a la presidencia de la Xunta, consiguiendo su partido la victoria por mayoría absoluta. Volvió a convocar elecciones en 2012 y volvió a ganar. Después, en 2016 Núñez Feijóo se presentó por tercera vez consecutiva a las elecciones al Parlamento gallego y revalidó la mayoría absoluta del PPdeG. En 2018, le propusieron que se presentase para substituir a Rajoy que había dimitido, pero declinó la oferta. En 2020, volvió a convocar elecciones autonómicas y, de nuevo, ganó, consiguiendo así tantas victorias por mayoría absoluta como Manuel Fraga

Tras el fiasco y defenestración de Pablo Casado, y después de superar no pocas dudas, el pasado mes de abril Feijóo fue elegido por aclamación nuevo presidente del Partido Popular. En su discurso de aceptación del cargo, tras desgranar una serie de cuestiones relevantes en las que se ofreció para hacer grandes pactos con el Gobierno, dijo: “Yo he aprendido a negociar, a acordar. Vamos a firmar acuerdos. Que nadie cuente conmigo para participar en este entretenimiento infantil en el que ha degenerado la política española”. Sin embargo, muy pronto se olvidó el nuevo líder de la derecha española de aquellos planteamientos y volvió a poner en práctica el “casadismo”, una manera de hacer que el PP ha practicado siempre que ha estado en la oposición.

Nada más llegar a la dirección de su partido, Feijóo tuvo en su mano la oportunidad de mostrar determinación y una orientación política inequívoca no autorizando un gobierno de coalición con la extrema derecha en Castilla y León, y convertir al PP en un partido conservador europeo, preparado para dirigir España desde un centro derecha moderado. Sin embargo, dejó hacer y puso de manifiesto su falta de cuajo   político y autoridad y , de esa forma, se convirtió al PP en el aliado de  una extrema derecha rechazada en la mayoría de los países de la Unión Europea .

En cualquier caso, el punto álgido de su dislate, hasta el momento, lo tuvimos días atrás, cuando ya se dio por hecho el pacto con el Gobierno Sánchez para renovar el CGPJ. En principio, el acuerdo estaba cerrado, tan solo faltaba que Sánchez y Feijóo lo firmaran. Pero los halcones del PP y la derecha mediática vieron en la posible reforma del delito de sedición la coartada perfecta para forzar la situación y romper la baraja. El jueves, 27 de octubre, un importante rotativo de ámbito nacional se despachaba con una portada que decía: “pacto inminente del CGPJ” (…) “El PP teme la reacción de 'la derecha política, judicial y mediática”. La crisis había entrado en escena. Pese a todo, los gabinetes de Sánchez y Feijóo se pusieron en contacto, había que firmar el acuerdo…, pero las cosas se torcieron con suma rapidez.

En los círculos políticos de Madrid se da por seguro que fue Isabel Díaz Ayuso quien envió diversos mensajes al líder del PP, advirtiéndole que “no pactara con Sánchez porque le iba a engañar”. Según parece, en los días anteriores, la presidenta de Madrid había mostrado su discrepancia con el pacto, no solo por la modificación del delito de sedición, tampoco era del agrado de los sectores más duros del PP que Cándido Conde Pumpido se convirtiera en el nuevo presidente del Tribunal Constitucional.

Feijóo ha demostrado ser un hombre de paja con pocas convicciones y menos criterio. Por eso, le temblaron las piernas al sentir en su cogote el aliento de los talibanes de su partido y decidió romper las negociaciones, argumentando que la renovación del CGPJ y la reforma del delito de sedición son incompatibles. En cambio, incumplir la Constitución (que es lo que está haciendo el PP) si es compatible.

La catadura política de Núñez Feijóo quedó clara, hace unos días, tras la exhumación de los restos de Queipo de Llano; el líder de los populares dijo: “la política ha de dejar a los muertos en paz”, en ningún momento se refirió ni a la justicia ni a la reparación histórica.

Este es, a grandes rasgos, el currículum político del hombre que aspira a ser el próximo presidente del Gobierno de España. Espero, por el bien de todos, que eso nunca llegue a ocurrir.

 

 

Bernardo Fernandez

Publicado en e notícies 07/11/2022

 

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