Los dirigentes del PP no tienen vergüenza ni dignidad política. Si les quedase un ápice de ética hace tiempo que hubieran salido a pedir perdón a la ciudadanía por la corrupción que corroes a su partido y lo hubiesen limpiado de los individuos tóxicos que, primero, generan las corruptelas y, después, se aprovechan de ellas. Sin embargo, ni una cosa ni otra. Al contrario.
Pero, es que el pasado 28 de octubre, la Audiencia Nacional publicó una sentencia según el cual se considera probado q ue se pagó en negro la millonaria reforma de su sede central en la calle Génova de Madrid. El tribunal condena a dos años de cárcel al extesorero popular Luis Bárcenas —encarcelado actualmente por su implicación en la red de corrupción liderada por Francisco Correa— por abonar a la empresa Unifica más de un millón de euros “al margen de la facturación y la contabilidad oficial ”. Unos fondos “no declarados a la Hacienda Pública” , según subrayan los jueces de la Sala de lo Penal, que también condenan al PP como responsable civil subsidiario.
En cualquier otro país esa sentencia ha provocado un tsunami político y hubiera tenido que dimitir hasta el conserje de la sede central del partido. En cambio aquí la dirección de los populares se ha limitado a decir que no piensan a volver a hablar del tema. ¿Se puede tener más desfachatez y cinismo político? Sinceramente pienso que no
Leer las 454 páginas de la sentencia provoca vergüenza ajena. Los magistrados describen detalladamente el funcionamiento irregular del PP en las cuestiones económicas. Unas prácticas que parecen más propias de una organización criminal que de un partido político que, en principio, se ha de preocupar por el bien común.
El PP ha sido condenado dos veces por beneficiarse de la trama Gürtel. Los magistrados de la Audiencia Nacional consideraron probados los vínculos forjados durante años entre las empresas de Correa y el partido: Según consta en la sentencia de 2018,
“entre el Grupo Correa y el PP se tejió una estructura de colaboración estable. Se creó un auténtico y eficaz sistema de corrupción institucional a través de mecanismos de manipulación de la contratación pública central, autonómica y local; a través de su estrecha y continua relación con influyentes militantes de dicho partido, que tenían posibilidades de influir en los procedimientos de toma de decisión en la contratación pública de determinados entes y organismos públicos que dirigían o controlaban directamente a través de terceras personas ”, se decía en aquella sentencia.
Pero es que en el
fallo hecho público el pasado 28 de octubre, se echa por tierra la estrategia de defensa desplegada por el partido, que desde el estallido del caso ha tratado de
desentenderse de todos los tejemanejes reflejados en los papeles de
Bárcenas. Las antiguas cúpulas del PP, con Mariano Rajoy y José María Aznar a la cabeza, siempre han negado que existiera una caja b dentro de la
formación y han atribuido a Bárcenas la responsabilidad de cualquier
irregularidad. Pero los magistrados de la Audiencia Nacional arrancan su relato
de “hechos probados” con una
contundente afirmación: “En el periodo en
que Bárcenas ocupó los cargos de gerente y tesorero, gestionó los fondos en
metálico aportados a la formación política Partido Popular como donaciones
privadas a través de una contabilidad paralela (contabilidad b) de cuyo ingreso
y gasto no se dejó constancia en la contabilidad oficial ni por tanto fueron
fiscalizadas por el Tribunal de Cuentas”.
En la reciente convención nacional,
celebrada en Valencia, hace ahora un mes, la actual cúpula del PP intentó un
complicado ejercicio de equilibrismo: reivindicar su pasado sin salir manchado
por la corrupción. No solo se le ocurrió a Pablo Casado ensalzar la figura de la exalcaldesa Rita Barberá días antes de que el juez procesara a todo el antiguo
equipo de gobierno de la exregidora por blanqueo de capitales —ella falleció en
2016 cuando también se encontraba imputada por el caso Taula—. Sino
que se dejó ver por el cónclave popular el expresidente valenciano Francisco
Camps, procesado por la Audiencia Nacional y una de las “estrellas” del partido
que aún tiene pendiente sentarse en el banquillo por la trama Gürtel.
El juicio y la
sentencia de los papeles de Bárcenas cierran uno de los
capítulos más negros en la historia del Partido Popular. La Audiencia Nacional
solo ha podido juzgar dos de los 19 años de prácticas corruptas que quedaron
registrados en los papeles de Bárcenas (así es nuestro sistema judicial). Pero ni los empresarios que
donaron grandes cantidades de dinero opaco ni los dirigentes populares que
recibieron parte de ese dinero sin declararlo a Hacienda responderán por
aquellos hechos ante los tribunales de justicia, aunque la opinión pública se
haya hecho una idea de lo ocurrido a través de lo ya juzgado y sentenciado.
En mi opinión, más
allá de las sentencias políticas están las sentencias morales. Por eso, me
quedo con la reflexión que hacía Almudena Grandes en un artículo titulado “Goebbels”
que se publicó en El País (01/11/21) que decía: “Que nadie comente la sentencia, que nadie pida perdón, que nadie reconozca siquiera la verdad de los hechos, no
deja en mal lugar a Aznar, ni a Rajoy, ni a Casado, sino a un país entero. A
partir de ahora, una de las grandes prioridades nacionales tendría que ser
evitar por todos los medios el silencio del PP. Por el bien de España, que
dicen que les importa tanto. Por su propio futuro, y por el de todos los
españoles”.
Se puede decir más
alto, pero no más claro.
Bernardo Fernández
Publicado en e
notícies 08/11/2021
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