Seguramente nunca un triunfo
electoral fue tan indigesto como el de ERC el pasado 14 F. El PSC ganó, en
votos, las elecciones al Parlament y empató en escaños con los republicanos. De
hecho, los socialistas fueron la única fuerza política que ganó sufragios
respecto a 2017. En cambio, para los republicanos quedar segundos tuvo un
regusto amargo porque perdieron decenas de miles de votos en el envite, aunque se
impusieron a sus adversarios fraternales de JxCAT, por un escaso margen.
Con esos resultados sobre la
mesa, en cualquier otro lugar del mundo, sin condicionantes identitarias, un
ejecutivo de izquierdas constituido por PSC y En Comú Podem con el apoyo
externo de ERC, sería perfectamente plausible.
Sin embargo, eso en Cataluña, en estos momentos, es casi una utopía.
Ante esta situación, parece
inevitable que la constitución del nuevo gobierno sea una reedición, más o
menos afinada del de la legislatura anterior. Es decir, ERC y Junts formando
tándem, y la CUP actuando a veces de bomberos, a veces de pirómanos, en función
de las circunstancias o de sus intereses.
No hay ninguna razón objetiva
para pensar que, un gobierno que anduvo a la greña gran parte de su mandato y
que acabó como el rosario de la Aurora, vaya a adquirir en una nueva edición
concepto de equipo, lealtad institucional y sentido de Estado, aspectos indispensables
para ejercer como un ejecutivo capaz y competente. O sea, justo lo que no
hicieron en el anterior mandato.
Ahora, más que nunca, necesitamos
un Govern eficiente que se deje de bagatelas y sea capaz de sentar las bases
para superar la fractura social y el declive económico, a la vez que encauza de
forma adecuada la utilización de los fondos de recuperación europeos.
Los republicanos pueden escoger
pareja de baile, pero en política, como en la vida, toda decisión lleva
implícita unas consecuencias. Por eso,
si deciden seguir atados a Junts han de saber que estarán mediatizados por los
intereses de Carles Puigdemont que, de momento, mediante ese oscuro Consejo de
la República Catalana ya ha lanzado una campaña titulada “Som el 52%” (Somos el 52%) con la que pretende influir en las
negociaciones que se están llevando a cabo para formar gobierno. El siguiente paso
que exigirá Puigdemont, cómodamente parapetado en Waterloo, será poner en
práctica “la confrontación inteligente” contra el Estado, y a continuación que
sea implementada con una acción de bloqueo conjunta de los partidos
independentistas en el Congreso. Esa es en esencia la hoja de ruta de Junts. No
hay más. Eso y llevar, hasta donde sea posible, “el cuanto peor mejor”.
Por otra parte, los republicanos
saben que los sectores económicos hartos de la inestabilidad política y de la
inseguridad jurídica de los últimos años verían con buenos ojos alguna
combinación que permitiera la gobernanza al PSC y En Comú Podem con la
colaboración de ERC. Además, esa situación haría más factible la reforma del
Código Penal y la tramitación de los indultos de los líderes del procés.
La cuestión es que ERC ha de
decidir qué quiere ser cuando sea mayor y con los resultados del 14 F se ha
hecho mayor de golpe. Ahora ha de quitarse complejos de encima y soltar lastre.
También ha de decidir si regresa al terreno de la legalidad o prefiere seguir
caminando por el filo de la navaja.
Para empezar, los republicanos
podrían hacer una demostración de su inteligencia política y dar soporte a la
iniciativa del PSC, que tiene previsto presentar, a la hasta ahora portavoz del
grupo parlamentario, Eva Granados, para que sea la nueva presidenta del
Parlament. Con ese gesto, ERC rompería
el bloqueo y los vetos cruzados que existen entre los dos partidos. Además lanzaría
una señal muy clara de que quiere reconstruir los puentes de diálogo que en los
últimos tiempos se han dinamitado.
Reitero que lo razonable sería
que el PSC, como fuerza más votada y los comunes formasen gobierno con el apoyo
externo de ERC. La aritmética parlamentaria da para ello. Por eso, me ha
sorprendido la bisoñez política y la curiosa manera de hacer números que tiene
la líder de En Comú Podem Jéssica Albiach cuando ha pedido a los socialistas
que hagan “un ejercicio de generosidad” que permita a ERC y En Comú Podem
formar gobierno con el apoyo desde fuera del PSC.
Ciertamente, se me ocurren
diversas respuestas al planteamiento de Albiach, pero prefiero terminar este
artículo con una pregunta: ¿y por qué no al revés?
Bernardo Fernández
Publicado en e notícies
01/03/2021
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