Los que siguen de cerca la política nacional sabían que la
situación de Murcia podía estallar en cualquier momento. Quizás por eso, no
extrañó demasiado que socialistas y Ciudadanos llegasen a un acuerdo para presentar
una moción de censura en la Asamblea murciana.
De hecho, las elecciones autonómicas de 2109 las ganó el
PSOE. Sin embargo, un pacto de las derechas permitió a PP y Cs formar gobierno
con el apoyo externo de los cuatro diputados de VOX. Lo que nadie había previsto es que Fernando
López Miras, presidente del PP en la región y, también, presidente en la
Comunidad, lanzara una OPA sobre los diputados de Ciudadanos. Según parece la
propuesta de López fue tan sustanciosa que tres de los seis parlamentarios cambiaran
de opinión y de bando, a cambio de un cargo en el Gobierno y tal vez alguna
prebenda más que quizás nunca conozcamos. Ante esa situación, el fantasma del tamayazo,
que en 2003 años sacudió los cimientos de la política madrileña para favorecer
al PP, ha vuelto a sobrevolar los ambientes políticos.
Pocas veces, como ahora, se ha hecho tan evidente que un
acuerdo entre partidos políticos puede ser papel mojado. En 1998 se firmó el primer pacto anti
transfuguismo que se renovó en los años 2000, 2006 y 2020; en ese tiempo lo han
suscrito hasta 22 organizaciones, entre ellas PP, PSOE, Ciudadanos y Podemos,
pero vemos que cuando conviene algunos se olvidan de lo que han firmado.
De todas formas, y con todo el respeto para la región de
Murcia y los murcianos, este affaire no hubiera tenido mucha más trascendencia
si no hubiera habido transfuguismo y la moción se hubiese sustanciado como está
perfectamente pautado en la normativa parlamentaria. Pero un par de horas
después de saltar la noticia a los medios, se descolgaba la presidenta de la
Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, anunciando el cese de la mitad de su
Gobierno (los consejeros que pertenecían a Ciudadanos), disolvía la Asamblea
madrileña y convocaba elecciones. En cuanto la izquierda tuvo conocimiento de
las intenciones de Ayuso, reaccionó rápido y presentó dos mociones de censura,
una Más Madrid y otra el PSOE.
Qué fue primero el huevo o la gallina debieron preguntarse
los letrados de la Asamblea y, por eso, interpusieron un recurso al Tribunal
Superior de Justicia de Madrid (TSJM) para que paralizara la convocatoria de
elecciones. Sin embrago, el Tribunal, reunido de urgencia, emitió una
resolución unánime desestimando las medidas cautelarísimas solicitadas por la Mesa
de la Asamblea por lo que es válida la convocatoria electoral, y el 4 de mayo
los madrileños serán llamados a las urnas.
Es muy pronto para hacer conjeturas y habrá que ver cómo
evolucionan los acontecimientos. Ahora bien, es fácil deducir que todos estos
movimientos puedan desestabilizar la ya de por sí inestable situación política
española.
Está por ver cómo encaja el golpe Ciudadanos, pero el futuro
no parece nada halagüeño para la formación naranja. De momento ya ha empezado
el trasvase de cargos de Cs al PP. Fran Hervías que fue secretario de organización
con Albert Rivera ya ha anunciado que deja su acta de senador y se pasa a las
filas de los populares y se espera que en los próximos días otros responsables
políticos de Cs sigan los pasos de Hervías.
La estocada final le puede llegar a los de Arrimadas con las
elecciones madrileñas, porque Ciudadanos tiene en la Comunidad más 600.000
votos que serán un bocado muy apetecible para el PP e, incluso, una parte para
el PSOE y se hace difícil pensar que en la situación actual CS los pueda
retener.
Además, a nivel de la política estatal, un Cs estable podría jugar,
en un futuro más o menos inmediato, un papel bisagra fundamental. Todo depende
de si ERC se empeña en poner al Gobierno de Sánchez las cosas más difíciles de
lo que ya están, pero con Ciudadanos en caída libre quién sabe el rumbo y las
decisiones que puede tomar la dirección de un partido en vías de extinción.
A modo de justificación, Inés Arrimadas, en comparecencia ante
la prensa, dijo que había llamado a Pablo Casado para asegurarle que lo de
Murcia, bajo ningún concepto se repetiría en Madrid. Sin embargo, el líder de
los populares hizo oídos sordos a la presidenta de Ciudadanos y dio total
soporte al órdago de Ayuso. De esa manera, para bien o para mal, el tiempo lo
dirá, Casado y Ayuso han unido su futuro político.
Si el PP resulta vencedor el 4 de mayo todo serán
felicitaciones y parabienes, aunque el precio sea derechizar más, las ya de por
sí políticas ultra liberales que se practican en la Comunidad madrileña para congratularse
con VOX. Si por el contrario Ayuso, aunque gane, no puede mantener la
presidencia de la Comunidad por falta de aliados, pierde, en el PP van a caer
chuzos de punta y a Casado le van a llover palos de todas partes.
En la calle Génova hace tiempo que el malestar y la inquietud
son evidentes. Entre el descalabro en julio pasado en las elecciones vascas,
los cantos de Bárcenas, el intento de vender la sede central para ahuyentar los
malos espíritus, el vía crucis judicial que está desangrando al partido y los
resultados en las elecciones catalanas, el horno no está para bollos.
Solo les falta ahora jugar a la ruleta rusa. Con Arrimadas
desaparecida en combate y Casado fagocitado por los suyos, ya veo a Santiago
Abascal líder de la oposición.
Que Dios nos coja confesados.
Bernardo Fernández
Publicado en e notícies 15/03/2021
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