Con la elección de Laura Borrás como presidenta del Parlament
la XIII legislatura de la Cámara catalana ya está en marcha. Borrás fue elegida
por mayoría simple, con los votos de su formación Junts y los de ERC. Poco ha
importado a los republicanos votar para tan alta magistratura a una persona que
está imputada por un delito de presunta corrupción. En plena campaña electoral
del 14 F Oriol Junqueras dijo que “si
Borras tuviera el carné de ERC no iría en sus listas”. Sin embargo, ahora
la han votado para que sea la segunda autoridad de Cataluña. Eso nos puede dar
una idea del respeto y la consideración que tienen en ERC por las instituciones
del país.
La nueva singladura política catalana no ha empezado bien. En
el discurso de toma de posesión la flamante presidenta habló de “guerra sucia del Estado español contra
Cataluña”, de “represión” y de “completar el camino hacia la liberación
nacional”, entre otras perlas. El alegato fue cualquier cosa menos
conciliador y de mano tendida.
El candidato del PSC a la presidencia de la Generalitat, Salvador
Illa, está decidido a presentarse a la investidura, aunque no parece que, en
principio, tenga los apoyos necesarios. Si no los logra, será Pere Aragonés,
salvo imprevistos, quién ocupe la máxima magistratura catalana. Más de 80 años
después el sueño de ERC se hará realidad y un miembro de ese partido volverá a
presidir el Govern de la Generalitat.
Estos días se están llevando a cabo negociaciones para formar
Govern. De momento, los antisistema de la CUP se han descolgado porque según
parece se sienten ninguneados. Por lo tanto, el nuevo Ejecutivo será una copia
de la misma coalición del Govern anterior que fue un fracaso total. Eso sí, en esta
ocasión, y atendiendo a los resultados electorales, se invertirán los papeles.
Como he escrito en alguna otra ocasión, no hay ninguna razón
objetiva para pensar que, un gobierno que anduvo a la greña gran parte de su
mandato y que acabó como el rosario de la aurora, vaya a adquirir en una nueva
edición concepto de equipo, lealtad institucional y sentido de Estado, aspectos
indispensables para ejercer como un ejecutivo eficaz y competente. O sea, justo
lo que no fueron capaces de hacer en el anterior mandato.
Ahora hay que ve si Pere Aragonés forma un Govern eficiente y
para todos o solo para el 26% del censo (los que votaron independentismo). Si opta
por un Ejecutivo integrador y con visión de futuro, deberá diseñar una
estrategia que siente las bases para detener el declive económico, recuperar la
conciliación interna de la ciudadanía catalana, la defensa de la seguridad
jurídica, que revoque los estragos que está generando la pandemia y que
facilite el retrono de las 5.000 empresas que trasladaron sus sedes. Así se
empezaría a recuperar el prestigio de Cataluña y su cohesión social, el bien
más preciado de este país.
No soy partidario de echarle agua al vino. No obstante, no
podemos pecar de ingenuos y la historia reciente nos dice que ERC siempre ha
preferido pactar con la derecha antes que con la izquierda. Además, los
republicanos llevan cinco años en el Govern y no han revertido ni uno solo de
los recortes que llevó a cabo Artur Mas.
Oriol Junqueras ha dicho en reiteradas ocasiones que “el PSC es el partido más antagónico que hay
en Cataluña para ERC”. Debe ser porque su aspiración es ocupar el espacio
socialdemócrata que ocupan los socialistas catalanes. El problema para los
republicanos es que el PSC tiene una mala salud de hierro y si pudo aguantar la
embestida del primer procesismo, y ahora, después de haber ganado las
elecciones al Parlament, más vale que los de ERC se dejen de sueños imposibles
y admitan la realidad porque hay PSC para rato, mucho rato.
De todas formas, los republicanos ni siquiera se han
molestado en tantear un acercamiento a las izquierdas. No lo han hecho con el
PSC, pero tampoco con En Comú Podem, con los que ni siquiera han tenido la
deferencia de cederles un sitio en la Mesa del Parlament y eso que, aunque lo
hubiesen hecho, el independentismo hubiera conservado la mayoría en ese órgano.
La cuestión de fondo es
que ERC no comparte
casi ninguno de los valores primordiales de la izquierda. No se puede ser
verdaderamente de izquierdas si se subordinan las políticas sociales una y otra
vez a las pulsiones identitarias. No se es de izquierdas si se pacta de forma
sistemática con la derecha. ERC es un partido tradicionalista y menestral. Su base política es la tradición y una historia
hecha a medida, mientras que su interés por el progreso es más bien escaso.
Todo eso puede ser muy respetable, no lo pondré en cuestión. Ahora bien, de
ahí, al internacionalismo de la izquierda clásica, a la lucha de clases, hoy
tan necesaria como siempre, aunque sea con otros nombres, a la lucha por al
justica social y la igualdad de oportunidades hay una inmensidad.
Pero si alguien, aún no lo tiene claro, que analice las políticas que hace
ERC teniendo en cuenta aquella máxima de Winston Churchill que dice: “dime que presupuestos apruebas y te diré
que política practicas”.
En una próxima ocasión lo comentamos.
Bernardo Fernández
Publicado en e notícies 22/03/2021
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