23 de desembre 2020

TAN REAL COMO LA VIDA

 

Es posible que este año celebremos la Navidad más desangelada desde que tenemos uso de razón. No obstante, debemos ser disciplinados y hacer lo que nos dicen nuestros gobernantes para poder celebrar las fiestas que vendrán en el futuro con gozo y euforia. De no hacerlo, corremos el riesgo de que algún ser cercano o nosotros mismos se quede en el camino.

Por muy mal que nos sepa no celebrar las Fiestas como lo hemos hecho siempre, deberíamos comprender que millones de personas nunca han tenido la posibilidad de celebrar nada (léase aquí cualquier tipo de efeméride ya sea laica o religiosa), y con la catástrofe socio económica que está dejando la pandemia de la Covid 19, lo más probable es que jamás van a poder celebrar nada.

Según un informe de Oxfam Intermón hecho público en las últimas semanas son muchos millones de seres humanos los que están pasando hambre en el mundo. Unos sufren más que otros, pero todos son víctimas de la peor crisis económica que hemos padecido desde la Segunda Guerra Mundial. Si se cumplen las previsiones que ha hecho el Banco Mundial, más de 729 millones de personas estarán bajo los estándares internacionales de pobreza extrema (viviendo con menos de 1,90 dólares al día) cuando finalice este año. Esa cifra es el equivalente al 9,4% de la población mundial, y serán 114 millones más de seres humanos de los que se habían pronosticado antes de que el maldito virus hiciese su aparición. Claro y concreto: muchas de esas personas morirán de hambre y de esos unos 260 millones serán del tercer mundo. Son gente que ya no puede aguantar más porque está al borde de la inanición, advierte un informe del Programa de Alientos de la ONU.

Expertos del Banco Mundial sostienen que esta pandemia, auténtica catástrofe de condiciones bíblicas, que en occidente a algunos les incomoda porque no les permite ir a esquiar o salir de fiesta por las noches, se ha llevado por delante dos décadas de lucha contra la pobreza extrema. Puede, también, ser un serio retroceso para más de 3.000 millones de personas (casi la mitad del planeta) que viven con un presupuesto que está por debajo de los 5,30 dólares diarios. 

Todos los informes que, sobre la situación que nos deja la Covid 19, han hecho grandes corporaciones e instituciones son demoledores. “Estamos viendo solo el principios del tsunami”, sostiene Oliver de Shutter relator especial para la Extrema Pobreza y los Derechos Humanos. En su opinión retornar a los niveles previos a la crisis no será sencillo. Serán precisos muchísimo recursos y, sobre todo, que la economía global avance como nunca antes lo había hecho.

Si bajamos el nivel de nuestro enfoque y nos centramos en cómo está la situación en España, los datos no son nada halagüeños. El informe de Oxfam Intermón vaticina que cuando acabe este nefasto 2020, es decir, la semana que viene 1,1 millón de personas engrosarán las filas de la pobreza relativa. Eso significa que 12 millones de seres en nuestro país (el 26% del total) vivirán a partir de 2021 en riesgo de exclusión social.

En opinión de Liliana Marcos Barba, responsable de políticas públicas y desigualdad de la ONG Oxfam, “esas cifras son la consecuencia de las fallas estructurales que hay en España. El país tiene un mercado laboral enfermo en el que hay un colectivo muy alto de personas de rentas bajas, con una fuerte presencia de mujeres, jóvenes e inmigrantes, en definitiva trabajadores de muy baja clasificación, y ellos acaban siendo el colchón donde se asientan las pérdidas cuando hay una crisis”. Dicho de otra manera, ese es el saco que recibe todos los golpes.

Bajo el plan estratégico de Europa 2020, en 2008. El Gobierno de entonces se comprometió a reducir en un 1,5 millones (entre 2009 y 2019) los seres humanos en riesgo de pobreza en nuestro país. Sin embargo, poco tiempo después llegó la recesión financiera y el PIB español cayó un 3,8% en 2009, dejando a 4,3 millones de personas sin empleo y el objetivo, está claro, se fue a Norris.

Ahora la previsión es que le PIB en 2020 caiga, en España por encima del 10%. A partir de ahí que cada cual saque sus consecuencias de como podrán ir las cosas.

Disculpen amables lectores la crudeza de esta columna, pero lo que he escrito es tan real como la vida misma porque las cifras utilizadas han sido extraídas de informes serios y rigurosos hechos por organizaciones que merecen la máxima credibilidad y consideración. Por eso, considero que nuestra Navidad, comparada con otras navidades es de cuento de hadas. En consecuencia y, pese a las circunstancias, deseo que disfruten tanto como puedan y que sean razonablemente felices. 

 

 

 

Bernardo Fernández

Publicado en e notícies 22/12/20

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