Hubiera
preferido no escribir nunca este artículo. Sin embargo, cuando días atrás entré
en la web del Parlament de Cataluña para echar un vistazo a la actividad
parlamentaria, y vi que, en la Comisión de Cultura, JxCat y ERC habían
rechazado una propuesta de Ciudadanos para revindicar a Juan Marsé y Carlos
Ruiz Zafón, me indigné. Me indigné porque la propuesta de la organización
naranja era, en términos políticos, inocua, ni era anti catalanista ni
pretendía atentar contra la patria. Solo se pedía que desde el Departament de
Cultura se organizase un acto conmemorativo a los dos autores recientemente
fallecidos y se llevaran a cabo sendos ciclos sobre sus respectivas obras. Me
parece que no es pedir demasiado. Por eso, ante la cerrazón
nacional-independentista, decidí poner mi humilde grano de arena, escribiendo
esta columna de denuncia, y, rememorar así, tantos y tantos ilustres escritores
catalanes que han escrito, escriben y escribirán su obra en castellano.
Según
explicaron después JxCat y ERC votaron en contra de la propuesta de Cs porque
era oportunista (?). No discutiré la oportunidad de la iniciativa
parlamentaria, la verdad es que ese aspecto importa poco porque no es relevante.
El hecho cierto es que una vez más se desprecia algo que se ha hecho en
Cataluña que, es catalán, pero que se ha expresado en castellano. Ese es quid
de la cuestión. Por eso me pregunto ¿qué clase de políticos tenemos que ni
después de muertos son capaces de reconocer la grandeza de unos conciudadanos
tan catalanes como ellos?
Lamentablemente,
no es la primera vez que algo así ocurre en el Parlament de Cataluña. Una
Cámara legislativa, me permito recordar aquí, que es de todos los catalanes,
también de los que se expresan en castellano.
Reflexionando
sobre la cuestión, me vino a la cabeza una iniciativa que defendí y perdí,
también en la Comisión de Cultura de la Cámara catalana, en mayo de 2005.
Entonces fue para que a la Feria del libro de Frankfurt de 2007, a la que se
había invitado a la cultura catalana, asistieran escritores en lengua
castellana. Votaron en contra CiU y ERC, es decir, como ahora. Asistieron
escritores de la talla de Pere Gimferrer, Baltasar Porcel, Quim Monzó o Carme
Riera y fueron invitados autores, además de Cataluña, de Baleares, Valencia, El
Roselló francés o el Alguer (Cerdeña). Sin embargo, se quedaron en casa genios
como Juan Marsé, Eduardo Mendoza o Javier Cercas.
El dos
de julio del mismo año me publicaban un artículo en El País en el que entre
otras cosas decía que, tener la fortuna
de poseer dos culturas y dos lenguas es para mí una suerte y un lujo impagable;
y añadía, sería un error gravísimo
practicar la discriminación, aunque se quiera disfrazar de positiva. Pero
han pasado más de quince años y veo con disgusto que no solo es que no hemos
avanzado nada, sino que hemos retrocedido. Durante mucho tiempo pensé que a
medida que fuéramos avanzando la situación se normalizaría y el falso debate de
si es literatura catalana o no lo que se escribe en castellano en Cataluña, lo
superaríamos. En cambio, veo con tristeza que el nacional-independentismo cada
vez es más cerril y está más radicalizado.
Resulta preocupante la visión
reduccionista del independentismo. Pues de la misma manera que ha construido un
relato paralelo para la Guerra de Sucesión y de sus consecuencias, a menudo muy
alejado de la realidad. También han hecho algo similar con la historia de las
letras catalanas y su evolución a lo largo de los siglos.
Por
eso, me parece oportuno hacer una referencia aquí al magnífico libro de Sergio
Vila- Sanjuán, Otra Cataluña (Imago Mundi 2018). En el mismo, Vila-Sanjuán expone y documenta la rica producción literaria
de autores catalanes en castellano a lo largo de seis siglos, y desmiente la afirmación tantas veces
repetida por el nacionalismo de que el uso literario del castellano en Cataluña
fue siempre una imposición externa, (sin dejar de reconocer lo obvio, la
represión que sufrió la lengua catalana durante el franquismo) como no lo fue
tampoco desde el punto de vista de la edición. Vila-Sanjuán subraya que
Barcelona es “la capital editorial de los
países de habla hispana”, una vocación que toma forma en el siglo XVI, y cita
al historiador Manuel Peña Díaz, autor de una ‘Historia cultural de la
Barcelona del Quinientos’ que afirma que “La castellanización de la cultura catalana
en el siglo XVI no fue impuesta desde el exterior. Fue fruto de los intereses
crematísticos de los impresores y libreros barceloneses que imprimían y
distribuían libros en castellano para poder competir en el mercado español”
Después de leer la transcripción del interesante
texto de Vila-Sanjuán poco más se puede añadir. Ahora hemos de esperar que los
nacional independentistas más hiperventilados se caigan del caballo y vean la
luz. Pero mientras eso ocurre, la grandeza literaria de los que se fueron y la
de los que están, nos seguirá iluminando en este tiempo oscuro de la historia
que nos ha tocado vivir, por la sinrazón de unos descerebrados que quieren
hacer de esta tierra común que es Cataluña su masía particular.
Bernardo Fernández
Publicado en e notícies 15/12/20
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