20 de maig 2020

AVISO PARA NAVEGANTES

Muy pocas cosas positivas nos ha dejado el proceso secesionista catalán. En mi opinión solo dos. Una, la desaparición de los dos partidos más corruptos que había en el escenario político catalán, Convergencia Democrática de Cataluña (CDC) y Unió Democrática de Cataluña (UCD). Y dos, el procés ha supuesto el fin da la carrera política de bastantes personajes tóxicos que campaban a sus anchas como si Cataluña fuera la masía de la familia. Desde Artur Mas a Carles Puigdemont, pasando por Marta Rovira, Josep Rull o Jordi Turull, entre otros muchos, son políticos que han ido a la papelera de la historia, aunque algunos quizás solo temporalmente. De todas formas, no hay que hacerse muchas ilusiones porque los que les han sucedido ni son de mejor pasta ni tienen más capacidades.
El procés, aunque con distintas intensidades, ha sacudido a todos los partidos políticos clásicos. Unos han desaparecido como es el caso de los ya citados, CDC y UDC. Otros, como Iniciativa per Catalunya (ICV) se han diluido en el magma de coaliciones, plataformas y movimientos de los comunes. El PP, en cambio, ha subsistido por su fuerte implantación a nivel del Estado, pero en Cataluña ha quedado como una formación marginal.
Por el contrario, fuerzas emergentes como Ciudadanos o la CUP han sabido hacerse un lugar al sol. Mientras que ERC, ha mejorado sustancialmente su ubicación en el tablero, hasta el punto qué podría convertirse en la fuerza hegemónica en Cataluña de los próximos tiempos.
En este difícil contexto, los socialistas catalanes tuvieron que hacer su particular viacrucis. Después de muchos debates internos y fuertes convulsiones, entre 2014 y 2015 el partido sufrió una escisión con la marcha de un nutrido número de pesos pesados. Desde Ernest Maragall, hasta Montserrat Tura, Quim Nadal, Marina Geli o Toni Castells pusieron fin a sus largos años de militancia en el socialismo catalán. Tan dura fue la situación que muchos ya daban al PSC por amortizado.
Sin embargo, tras aquella tormentosa etapa, los socialistas, elección tras elección, han ido enderezando el rumbo. Después, impulsados por el viento favorable de la llegada a la secretaría general del PSOE, primero, y a la presidencia del Gobierno después de Pedro Sánchez, el PSC ha dejado atrás su época más turbulenta y está en disposición de lograr unos excelentes resultados en las próximas elecciones al Parlament. Comicios que por más que el president Torra se resista a convocar, se habrán de celebrar más pronto que tarde.
Esas buenas expectativas se mantendrán siempre y cuando los socialistas no se empeñen en cometer errores como el que estuvieron a punto de perpetrar la semana pasada con la alcaldía de Badalona. Desde el PSC querían pactar con la “cupaire” Dolors Sabater para repartirse la alcaldía de la cuarta ciudad más grande de Cataluña. Suerte que en el último momento Sabater se echó atrás.
La cuestión era relevar a Alex Pastor, alcalde del PSC, que tuvo que dimitir, al ser “cazado” por romper el confinamiento y conducir bebido. Parecía que todo estaba pactado y el grupo Guanyem y el PSC habían llegado a un acuerdo para repartirse la alcaldía entre Dolors Sabater y el socialista Rubén Guijarro, el tiempo que queda de mandato. Sin embargo, en el último momento la candidata pro “cupaire” se echó atrás, se rompió el pacto y contra todo pronóstico Xavier García Albiol (PP) era investido alcalde de Badalona.
Los socialistas catalanes nunca agradecerán bastante a Sabater el favor que les ha hecho al no firmar el acuerdo. Ciertamente, el PSC ha perdido una alcaldía. Retener la vara de mando de Badalona de la mano de los que insultan, asaltan sedes y de alguien a quien ya se reprobó, habría sido un error que el socialismo no se podía permitir.
Para formar los dos tripartitos de izquierdas, primero con Pasqual Maragall y después con José Montilla, como presidentes, los socialistas tuvieron que aliarse con ICV y ERC. Entonces ya supieron de las deslealtades de los republicanos y lo que es gobernar con quien quiere reventar el sistema, cargarse la Constitución y llegar a la independencia desde la unilateralidad. De hecho, no han dejado de intentarlo, lo que pasa es que no han tenido ni fuerza, ni inteligencia política, ni el respaldo social suficiente. Ahora bien, que nadie dude que ERC en cuanto pueda volverá a las andadas.
Por eso, si el PSC aspira a desempeñar un papel de centralidad en la política catalana en los próximos años, es preciso que haga llegar a la ciudadanía la sensación de que es un partido de orden en el que se puede confiar, que respeta, protege y defiende la legalidad. Ese ha de ser el primer paso, condición sine qua non, para recuperar aquellos nichos de votos que les pertenecían casi en exclusiva y que con el tiempo por motivos diversos se fueron perdiendo o quedando en casa, pero que en 2017 volvieron a aflorar. Sin embargo, en esa ocasión para dar soporte a Inés Arrimadas que logró, no lo olvidemos, los mejores resultados que se han obtenido jamás en unas elecciones al Parlament por una fuerza no nacionalista.
En las elecciones que se empiezan a adivinar en el horizonte los socialistas catalanes pueden obtener unos resultados excelentes. La situación que estamos viviendo da pie a ello. En política marcar la posición nunca es superfluo. Por eso es fundamental que la dirección del PSC tome nota, demuestre seriedad y asuma que con frivolidades no se va a ninguna parte.
En estas circunstancias, no estaría demás un comunicado admitiendo el error, pedir disculpas y garantizar que hechos como el de Badalona no volverán a ocurrir. Con coherencia y sensatez se puede aspirar a todo. Incluso a ser decisivos a la hora de gobernar la Generalitat.

Bernardo Fernández
Publicado en e notícies 19/05/20
  

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