09 de gener 2020

DE LA INVESTIDURA A LA GOBERNABILIDAD


Por fin, el Congreso de los Diputados ha investido a Pedro Sánchez, presidente del Gobierno. Ahora, el flamante nuevo presidente nombrará su Ejecutivo. Un Gabinete que, por primera vez, desde que se recuperó la democracia en España, será de coalición. Estará formado por socialdemócratas y fuerzas políticas teóricamente más a la izquierda. Algo nada habitual en el entorno político más cercano. Para encontrar alianzas similares nos tenemos que remontar a la época de Françoise Mitterrand; el líder socialista francés constituyó un Gobierno de socialistas y comunistas. Más recientemente, en Grecia, Alexis Tsipras presidió un Ejecutivo de coalición constituido por diversas formaciones de izquierda radical.
Es verdad que a buena parte de la ciudadanía no le ha gustado el acuerdo entre PSOE y ERC para investir a Pedro Sánchez. Y, para ser sinceros, a mí tampoco. No obstante, hay que reconocer que una de las esencias de la política es el pacto entre diferentes, y eso es lo que ha sucedido en esta ocasión. Es cierto que había otras alternativas, pero ésta era la única viable. Desde la misma noche electoral del 10 N, el PP lo dejó muy claro, y después lo han repetido de forma machacona: ni por activa ni por pasiva se podía contar con ellos para la investidura del líder socialista.
Parece que los diversos pactos a que han tenido que llegar los socialistas, incluido el de ERC, para lograr la investidura de Pedro Sánchez, llevan implícito un principio de acuerdo para aprobar los presupuestos de 2020. Si eso es así, habrá sido un gran avance, porque tener unos presupuestos vigentes que no sean prorrogados va a dar como mínimo un año de estabilidad política, que buena falta hace. De todos modos, el nuevo Gobierno deberá hilar muy fino y practicar mucha diplomacia política para lograr acuerdos transversales que permitan lograr un mínimo de tranquilidad y sacar al país del atolladero en que se encuentra
Será muy difícil, pero la oportunidad es histórica y vale la pena intentarlo. El nuevo Ejecutivo va a encontrar una montaña de cuestiones, todas ellas igual de urgentes e importantes, pendientes de solución.
Ante la previsible fragilidad del nuevo Gobierno, debida a la falta de una mayoría sólida que le de soporte en el Congreso, en mi opinión, Pedro Sánchez debería poner sobre la mesa media docena de asuntos de Estado y convocar a los agentes sociales y a las fuerzas vivas de la sociedad civil. Eso haría que los partidos de la oposición, como mínimo, se sentasen a dialogar. Estamos en tiempos difíciles y es necesario acometer reformas en profundidad que deberían ser respaldadas por el mayor número posible de actores políticos. Esa sería la mejor forma de darles la máxima legitimidad.
Como ocurrió en la Transición, en España necesitamos un gran proyecto político que nos dé un nuevo impulso. Sólo así dejaremos el terreno desbrozado para hacer las cosas más llevaderas a las dos o tres generaciones siguientes.
Digan lo que digan los profetas del derrotismo y el apocalipsis España es un gran país y gozamos de una de las democracias plenamente consolidada. Tenemos un Estado social y de derecho sólido, unas infraestructuras bien dotadas y unos servicios sociales que en algún caso son referencia mundial, además, de una economía abierta reconocida internacionalmente. No obstante, hace falta un nuevo relato porque en eso el independentismo catalán nos ha ganado de calle.
Ha llegado el momento de superar el círculo de empobrecimiento intelectual a que hemos estado sometidos en los últimos años y dejar de lado las pequeñas miserias a la que nos han llevado el maniqueísmo de algunos políticos. Vivimos en una sociedad madura que lo ha demostrado siempre que ha sido necesario. Hay que poner en valor nuestro modelo de convivencia, abierto, plural y diverso, integrador con los que vienen de fuera, tolerante, europeo y cosmopolita.
Este Gobierno de coalición, el primero de estas características desde la Segunda República, es una oportunidad histórica para poner en valor las grandes virtudes que atesora la ciudadanía, pero es necesario que alguien las dignifique y las ponga en el frontispicio de nuestro edificio social, para que seamos conscientes de nuestras capacidades y posibilidades. Por eso, malbaratar esta ocasión sería imperdonable.


Bernardo Fernández
Publicado en e noticies 08/01/20

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