Desde el mismo día de las
elecciones municipales, e incluso antes, se sabía que un acuerdo entre ERC y
PSC para formar gobierno en Barcelona era imposible. En poco tiempo han
ocurrido demasiadas cosas como para que republicanos y socialistas puedan compartir
algo que no sea desprecio mutuo.
En ese contexto, Ada Colau y
su equipo han jugado bien sus cartas. Sabían que un gobierno a tres bandas era
materialmente imposible. Sin embargo, durante más de dos semanas han ido
madurando la situación y cuando se echaba la fecha de la investidura encima
consultaron a las bases de Barcelona en Comú de forma telemática con dos propuestas
que dejaban poco lugar para las dudas. Una era llegar a un acuerdo con el PSC
para que Ada Colau siguiera de alcaldesa. La otra, pactar con ERC y hacer
alcalde a Ernest Maragall. Como era de esperar se impuso el seny y las bases de
Barcelona en Comú votaron más de un 70% a favor del acuerdo con los
socialistas.
Claro y concreto: esa era la
opción menos mala. Ernest Maragall de alcalde hubiera sido un auténtico fiasco
para la proyección de la ciudad y, sobre todo, para los intereses de la mayoría
de ciudadanas y ciudadanos Barcelona.
No será un mandato municipal
fácil. Ada Colau nada más revalidar su mandato ya anunció que en la primera junta
de portavoces propondría volver a colocar el lazo amarillo en la fachada del
ayuntamiento que se tuvo que quitar por orden de la Junta Electoral Central. No
sé yo si ese es uno de los problemas más urgentes que tiene la ciudad. Supongo
que hay otras cuestiones que acucian más a los ciudadanos.
De la misma manera, tampoco
pareció acertada su afirmación de que” no era independentista ni anti independentista”.
A mi modo de ver, esa no es la cuestión; a título personal puede ser lo que
quiera, pero como máxima representante de una institución ha de estar siempre
escrupulosamente al lado de la legalidad. Por eso, fue baladí su afirmación de
que “no podía tolerar la permanencia en prisión de los líderes
independentistas”. En un Estado social y de derecho las decisiones judiciales,
gusten o no, no se cuestionan y más por un responsable institucional.
Esas declaraciones, así como
algunas otras hechas en el pasado y determinadas actitudes me hacen dudar de
que Colau sea una persona preparada para ser la alcaldesa de una ciudad como
Barcelona. En los cuatro años que ha ejercido su mandato ha dejado muchas
sombras por el camino, tanto a nivel de gestión, de protocolo institucional
como de iniciativa política.
Comparen ustedes el balance
que deja la no revalidada alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, con el que
presenta Ada Colau. Sí, ya sé que las comparaciones siempre son odiosas, pero
en ocasiones hacen falta referencias y la comparación se hace inevitable.
Ante esta situación, el PSC ha
jugado muy bien las opciones que tenía. Ahora hay que esperar que el equipo
municipal socialista sepa estar a la altura de las circunstancias. En buena
medida, depende de ellos que el equipo de gobierno se instale en la centralidad
y desarrolle un papel que anteponga los intereses de Barcelona a cualquier
consideración.
Con este panorama de fondo, me
parece importante hacer dos puntualizaciones. Una, ahora veremos la capacidad
de ERC para llegar a acuerdos de carácter social o bien si sigue empecinada en
mantener su agenda secesionista contra viento y marea. Y dos, estemos atentos a
Manuel Valls porque su regalo de tres votos a Colau, por un lado y el discurso
que hizo en el pleno de investidura, por otro, podrían ser al prólogo de algún
movimiento que tuviera su trascendencia a medio plazo. Tiempo al tiempo.
Por otra parte, la política es
movimiento constante. Hace tan solo unos meses para muchos Jaume Collboni estaba
amortizado y había que buscar de manera urgente un recambio con cara y ojos
para estas elecciones. En no pocos círculos socialistas se temían una debacle.
Pero lo que son las cosas, un cúmulo de circunstancias como el ascenso de Pedro
Sánchez o el pinchazo de Manuel Valls han dado a Collboni la gran oportunidad de
consolidarse como un referente del mejor municipalismo.
Por el bien de todos espero
que no la deje escapar. No nos lo podemos permitir.
Bernardo Fernández
Publicado en e notícies
17/06/19
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