Una vez más unas declaraciones
o mensajes, nada afortunados, difundidos por las redes han encendido la
polémica en Cataluña.
En efecto, cuarenta y ocho
horas después de recibir la Creu de Sant Jordi (uno de los más altos galardones
que concede el Govern la Generalitat) la expresidenta del Parlament, Núria de
Gispert, retuiteó un montaje en el que aparecía una información, presuntamente
de la Asociación de Catalana de Productores de Porcino titulada, “Cataluña
aumenta sus exportaciones” que se acompañaba por la imagen de un cerdo a la que
se añadían político catalanes del PP y Ciudadanos tales como Juan Carlos
Girauta, Inés Arrimadas, Enric Millo o Dolors Montserrat que tras las
elecciones generales del 28 A han cambiado sus destinos políticos y ahora
ejercerán lejos de Cataluña.
En estas circunstancias, tanto
PSC, como PP, como Ciudadanos ya han pedido que se revoque la distinción. Por
su parte ERC, ha lanzado un tímido comunicado condenando el mensaje. La nueva
estrategia, de agradar a todo el mundo ya se deja sentir.
De todas maneras, el Govern
por boca de su president, Torra, ha advertido que no retirará la Creu de Sant
Jordi a De Gispert. Ella, a su vez, se ha disculpado de manera confusa diciendo
que, al retuitear los nombres, no se fijó que estaba, también, la imagen del
animal. Sobran los comentarios.
Affaires de este tipo,
lamentablemente, no son nuevos por aquí. La expresidenta tiene un largo
historial de declaraciones y mensajes de muy baja catadura moral. Por eso, fue reprobada en 2018 por el
Parlament por comentarios en los que, entre otras cosas, invitaba a la líder de
la oposición, Inés Arrimadas, a marchar de Cataluña y volver a su tierra nata
de Cádiz.
Por desgracia, el supremacismo
ha sido una constante en el nacionalismo catalán Jordi Pujol definió al andaluz
como un “hombre anárquico que vive en un estado de ignorancia y miseria
cultural y espiritual”.
Para Artur Mas el
independentismo estaba justificado porque el ADN de los catalanes es más
germánico y menos romano que el del resto de españoles. Y Carles Puigdemont
alimentó la falsedad del “España nos roba”, con la argumentación de que, si
cada familia de catalanes dejara de pagar 10.000 euros al año al fisco de
español, en Cataluña se solucionarían todos los problemas.
Pero el supremacista por
excelencia, a mi modo de ver, es el president, Quim Torra. Para él, los
castellanohablantes son “bestias con forma humana, carroñeros, víboras y
hienas”. Mientras que España solo ha
exportado,” miseria, materialmente hablando”.
Una vez más el nacionalismo se
muestra como lo que realmente es: xenófobo y excluyente. En Europa lo conocen
bien. Aquí ya empezamos a tener experiencia sobre el particular, por mucho que
lo quieran edulcorar con frases almibaradas. Su eje vertebrador es siempre el
mismo: culpar a los otros de sus desgracias o de sus propias incapacidades. Con
gente como Salvini de Italia, Orbán de Hungría o Kaczynski de Polonia ya
tenemos bastantes descerebrados en nómina. No haría falta añadir a los que
tenemos aquí, pero ahí están y no los podemos ignorar.
Como suele decir Juan Luís
Cebrián: “el nacionalismo es el cáncer de la democracia” y, en mi opinión el
independentismo es la metástasis de ese cáncer.
Bernardo Fernández
Publicado en el Catalán
04/05/19
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