Aunque estamos en plenas
campañas de elecciones municipales, europeas y autonómicas, en doce comunidades
autónomas, los partidos ya han empezado a hacer sus contactos más o menos
discretos y a tejer alianzas para poner en marcha la XIII legislatura de
España.
En efecto, el presidente en
funciones, Pedro Sánchez sabe que con 123 escaños la mayoría absoluta queda muy
lejos y necesitará de pactos y acuerdos de forma continuada para sacar adelante
las iniciativas gubernamentales.
Por eso, lo primero que ha
hecho es llegar a un acuerdo con Unidas Podemos para la Mesa del Congreso de
los Diputados. Con ese pacto, el PSOE se asegura tres miembros, incluida la
presidencia, dos los de Pablo Iglesias, con una vicepresidencia y la primera
secretaría y quedan dos sillas para el PP y dos para Ciudadanos. De ese modo,
quedan fuera del acuerdo nacionalistas, independentistas y Vox.
La segunda maniobra de
Sánchez, que Iceta fuera presidente del Senado, la dinamitaron los
independentistas al no permitir que el líder del PSC saliera elegido como
senador autonómico por el Parlament. Eso sí, tiempo atrás no tuvieron ningún inconveniente
en hacer senadores a los propuestos por PP o Ciudadanos.
Ante esa situación Pedro
Sánchez reaccionó rápido y por si los secesionistas no querían un catalán
presidiendo el Senado ha propuesto a Meritxell Batet como presidenta del Congreso
y Manuel Cruz (independiente en las listas del PSC) como presidente del Sanado.
Claro que los soberanistas
siempre podrán argumentar que Cruz no es de pura cepa porque el segundo
apellido es Rodríguez y no tiene los ocho apellidos catalanes para ser
considerado “puro”.
Poner a dos federalistas
reconocidos y, además, catalanes al frente de las dos cámaras no es una
cuestión baladí. Eso, unido a las reiteradas declaraciones de Sánchez sobre los
problemas de convivencia que estamos padeciendo y su voluntad de resolver los
problemas dentro del marco de la Constitución, define con claridad meridiana
por donde quiere encaminar, el ahora presidente en funciones, sus acciones para
poner el conflicto de Cataluña en vías de solución.
En este contexto, ha sorprendido
la cerrazón de los partidos independentistas en poner el veto a Miguel Iceta. En
especial ERC, que parecía que quería hacer “realpolitic” y, sin embargo, ha
vuelto a echarse la monte; algo muy habitual en los de Junquera. No hace falta
ni echar mano de los libros de historia ni tirar de hemerotecas para comprobar
que el juego sucio y las malas prácticas son una constante en los
seudorepublicanos, Su NO al Estatut en 2006, fue igual al del PP, por mucho que
quisieran justificarlo. Fue Esquerra la que dinamitó el primer tripartito de
izquierdas en la Generalitat presidido por Pasqual Maragall…, y, también, el
segundo que cuando el presidente era José Montilla. O, mucho más reciente: su
negativa a que se tramitaran los presupuestos para este 2019 en el Congreso, lo
mismo que hicieron Ciudadanos y PP por lo que Pedro Sánchez tuvo que disolver
la Cortes y convocar elecciones.
En estas circunstancias, es
todo un acierto la decisión de Pedro Sánchez de emular las campañas de los
comercios que ofrecen dos productos por el precio de uno. O, si se prefiere,
como dice el refrán, no querías caldo, toma dos tazas.
Es evidente que Sánchez ha
salido del 28-A reforzado, con las pilas cargadas y va de cara a portería, que
dicen los futboleros. En este contexto y desde toda la modestia que soy capaz
me tomo la libertad de sugerir al futuro presidente Sánchez que nombre ministro
de Política Territorial y Función Pública a Miguel Iceta, sería algo muy
difícil de encajar por el independentismo más desabrido y radical, pero, sobre
todo, sería un gran acierto para la tarea que tiene ante si el próximo Gobierno
de España.
Bernardo Fernández
Publicado en e notícies
20/05/19
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