El tiempo se agota. Los
independentistas catalanes no pueden seguir mareando la perdiz de forma
indefinida. O votan contra las enmiendas a la totalidad del PP y Ciudadanos
para que se puedan tramitar los Presupuestos Generales del Estado (PGE) o
bloquean su tramitación y hay que prorrogar los que aprobó el gobierno del PP
para 2018.
A las fuerzas independentistas
les ha llegado la hora de la verdad. Si permiten que prosperen las enmiendas a
la totalidad, la oposición habrá ganado esa batalla e intensificará sus ataques
al gobierno. En esa situación, podría haber elecciones generales en marzo,
aunque parece poco probable. Si, por el contrario, dejan que la tramitación
siga su curso, se abren dos opciones: una que los PGE caigan en la fase final,
y eso querría decir que Pedro Sánchez podría convocar elecciones, bien el super
domingo de mayo, junto con municipales, autonómicas y europeas, cosa bastante
bien vista dentro del partido porque así las bases estarían movilizadas, o en
otoño.
La otra posibilidad sería que
se aprobaran los presupuestos y, entonces, con toda seguridad, tendríamos
gobierno socialista, como mínimo, hasta 2020.
En el supuesto de que en 2019
haya elecciones generales, no es descartable que, aunque gane la izquierda, la
suma de las derechas dé el número de escaños suficiente para que formen
gobierno. Si es así, ya nos podemos preparar. La derecha más ultramontana y
casposa volverá a La Moncloa. La etapa de Aznar con mayoría absoluta
(2000-2004) habrá sido cosa de niños comparado con lo que se nos vendría
encima. Todos lo pasaremos mal porque nos van a llevar al pasado por el túnel
del tiempo ideológico. Ahora bien, quien ya puede empezar a temblar son los
secesionistas.
Para empezar, otro 155 no se
lo quita nadie, pero esta vez de verdad y prolongado en el tiempo. Además,
mediante la aplicación de ese artículo de la Constitución o alguna otra ley, se
intervendrían, con toda seguridad, los medios públicos de comunicación (léase
aquí, principalmente TV3 y Cataluña Radio), la enseñanza en catalán y el
control de los Mossos d’Esquadra quedaría en manos del ministerio de Interior.
Desde luego la división en el
seno del independentismo es un hecho y la fractura cada vez es más profunda. Incluso
dentro de un solo partido, el PDeCAT. Hace unos días el diputado Ferran Bel se
mostraba partidario a dar luz verde a la tramitación de las cuentas del Estado.
Sin embargo, a Miriam Noguera, diputada y vicepresidenta del partido le faltó
tiempo para desautorizar a su compañero con el aval, a través de las redes
sociales del president Quim Torra y del fugitivo Carles Puigdemont.
Es verdad que entre la gente
del Procés hay mucho partidario del “cuanto peor mejor”. Puigdemont y su parroquia
son, quizás, los primeros partidarios de esa máxima, pero no los únicos. También
hay gente sensata que entiende que es posible llegar algún acuerdo con los
socialistas, mientras que con el PP y Ciudadanos es imposible. Sólo faltaban
los de Vox, para ver quien la tiene más grande.
Por eso, y con este paisaje de
fondo, los contactos entre gobierno, partidos políticos y agentes sociales
estos días están siendo habituales. Para Javier Pacheco, secretario general de
CCOO, en Cataluña, aprobar los presupuestos “es una necesidad de sentido común
porque la Generalitat podría contar con más recursos.”
Por su parte Cami,l Ros
secretario general de UGT, apuesta por una aprobación presupuestaria a dos
bandas ( en España y Cataluña) para destensar la relación entre el Gobierno
español y el catalán. Incluso Pepe Álvarez, en la actualidad secretario de UGT
España, ha contactado con PDeCAT y ERC para intenta aproximar posiciones.
De igual manera se han movido
Pimec y Foment del trabajo. En su opinión, la aprobación de las cuentas del
Estado daría estabilidad y como dice el recién escogido presidente de la
patronal catalana, Josep Lluís Sánchez Lliure, “se necesita un marco fiscal y
económico competitivo cono tienen otras economías europeas.” Y eso, sin
presupuestos es prácticamente imposible.
Quizás sea una incongruencia,
pero la aritmética parlamentaria es la que es y los secesionistas tienen la
llave de la estabilidad. Curioso pero
real.
Bernardo Fernández
Publicado en e-notícies
07/01/19
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