15 de gener 2019

GESTOS


Los líderes independentistas catalanes son prisioneros de sus propias falacias. Además, con la aparición de Vox en Andalucía le han visto las orejas al lobo.
La cuestión es la siguiente: los secesionistas llevan más de seis años con esto del Procès y el asunto no da más de sí. Hay que hacer algo para salir del fangal, pero hay miedo a decir las cosas por su nombre porque nadie quiere que le llamen traidor. Por si fuera poco, cabe la posibilidad de que la derecha pura y dura, gobierne en España en breve. Para evitar que eso suceda los indepes tienen la solución: votar sí a los presupuestos de Pedro Sánchez. Pero claro, no se pude dar la vuelta a un discurso como si fuera un calcetín de un día para otro.
Cuando tras el verano se empezó a hablar de los Presupuestos Generales del Estado (PGE) y su necesaria aprobación para no convocar elecciones; los independentistas se negaron en redondo a hablar de la cuestión por “dignidad, mientras haya líderes independentistas en la cárcel”, dijo entonces Joan Tardà.
La cosa se les empezó a poner difícil cuando se conocieron algunos de los contenidos de los PGE como la subida del salario base, el aumento en becas, la subida de las pensiones conforme al IPC o la mayor aportación a las arcas de la Generalitat. Decir que no a los presupuestos con más gasto social de la historia es complicado hasta para el más radical de los radicales. Pero los secesionistas catalanes que son muy suyos seguían en sus trece.
No obstante, de forma paulatina pero constante, han ido modulando el discurso. Sí en un principio la línea roja para ERC estaba en los políticos procesados por rebelión y el derecho de autodeterminación, días atrás, Pere Aragonés, (líder de facto de los republicanos y vicepresidente del Govern) rebajaba sus expectativas y se refería “a las causas abiertas contra alcaldes, activistas y entidades que, desde el punto de vistas de derechos humanos no tienen sentido y puede haber movimientos.”  Es decir, el quid de la cuestión no eran sólo los líderes encarcelados, sino que puso sobre la mesa otros encausados y otros hechos de mucha menos gravedad. De esa forma, ponía sordina, más o menos disimulada a las exigencias de ERC y se abría la posibilidad de alguna negociación.
En estos momentos el más ofuscado parece ser el president Quim Torra. Justo quien debería tener las ideas más claras y circular con las luces largas, pero ya sabemos que la lucidez política y Torra no se llevan bien. Quizás por eso, y a falta de argumentos sólidos, el president y algún que otro dirigente o exdirigente piden al Gobierno de Sánchez gestos para dar apoyo a los presupuestos.
Se hace muy difícil entender como personas que se autocalifican de demócratas, que intentan dar lecciones de como han de hacer las cosas los demás, planteen socavar la concepción del Estado de Derecho.
¿Qué es si no pretender que un Gobierno de instrucciones a la Fiscalía? ¿En qué manual del buen demócrata han leído que desde el Ejecutivo se debe influir en las decisiones judiciales? Pues eso, es lo que proponen Torra y los suyos para dar el visto bueno a los presupuestos.
En mi opinión, sería razonable que pidieran, por ejemplo, más dinero para Cataluña o una mayor subida de las pensiones o del salario mínimo o más gasto social; sería posible o no, pero se debería negociar. Eso es política, y esos los gestos que deberían exigir.
Y puestos a hablar de gesticulación, sería deseable qué desde el Govern de la Generalitat, también se hiciera algún gesto. Sería un buen gesto que el Govern gobernará para toda la ciudadanía, que se pusiera interés y medios para mejorar la sanidad, recortar las listas de espera o dar a los niños la formación necesaria para encarar el futuro con confianza. Sería un gesto que el Parlament funcionara como debe funcionar el poder legislativo en un país normal. Y sería un gesto fantástico dotar de agua a los bomberos y que no les vuelva a ocurrir lo que ocurrió días atrás en el barrio de Sant Roc de Badalona que llegaron los bomberos y no tenían agua para apagar el incendio producido por un cortocircuito en una vivienda patera. Allí murieron tres personas y una treintena tuvieron que ser atendidas.
Desde luego hacen falta gestos, pero sobre todo hacen falta hechos. Hechos y voluntad para salir del lodazal en el que nos han metido. Y en este contexto el Govern tiene mucho que decir, mucho que hacer y muchísimo a rectificar.

Bernardo Fernández
Publicado en el Catalán 14/01/19

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