Los líderes independentistas
catalanes son prisioneros de sus propias falacias. Además, con la aparición de
Vox en Andalucía le han visto las orejas al lobo.
La cuestión es la siguiente:
los secesionistas llevan más de seis años con esto del Procès y el asunto no da
más de sí. Hay que hacer algo para salir del fangal, pero hay miedo a decir las
cosas por su nombre porque nadie quiere que le llamen traidor. Por si fuera
poco, cabe la posibilidad de que la derecha pura y dura, gobierne en España en
breve. Para evitar que eso suceda los indepes tienen la solución: votar sí a
los presupuestos de Pedro Sánchez. Pero claro, no se pude dar la vuelta a un
discurso como si fuera un calcetín de un día para otro.
Cuando tras el verano se
empezó a hablar de los Presupuestos Generales del Estado (PGE) y su necesaria
aprobación para no convocar elecciones; los independentistas se negaron en
redondo a hablar de la cuestión por “dignidad, mientras haya líderes
independentistas en la cárcel”, dijo entonces Joan Tardà.
La cosa se les empezó a poner
difícil cuando se conocieron algunos de los contenidos de los PGE como la
subida del salario base, el aumento en becas, la subida de las pensiones
conforme al IPC o la mayor aportación a las arcas de la Generalitat. Decir que
no a los presupuestos con más gasto social de la historia es complicado hasta
para el más radical de los radicales. Pero los secesionistas catalanes que son
muy suyos seguían en sus trece.
No obstante, de forma
paulatina pero constante, han ido modulando el discurso. Sí en un principio la
línea roja para ERC estaba en los políticos procesados por rebelión y el
derecho de autodeterminación, días atrás, Pere Aragonés, (líder de facto de los
republicanos y vicepresidente del Govern) rebajaba sus expectativas y se
refería “a las causas abiertas contra alcaldes, activistas y entidades que,
desde el punto de vistas de derechos humanos no tienen sentido y puede haber
movimientos.” Es decir, el quid de la
cuestión no eran sólo los líderes encarcelados, sino que puso sobre la mesa
otros encausados y otros hechos de mucha menos gravedad. De esa forma, ponía
sordina, más o menos disimulada a las exigencias de ERC y se abría la
posibilidad de alguna negociación.
En estos momentos el más
ofuscado parece ser el president Quim Torra. Justo quien debería tener las
ideas más claras y circular con las luces largas, pero ya sabemos que la
lucidez política y Torra no se llevan bien. Quizás por eso, y a falta de
argumentos sólidos, el president y algún que otro dirigente o exdirigente piden
al Gobierno de Sánchez gestos para dar apoyo a los presupuestos.
Se hace muy difícil entender
como personas que se autocalifican de demócratas, que intentan dar lecciones de
como han de hacer las cosas los demás, planteen socavar la concepción del
Estado de Derecho.
¿Qué es si no pretender que un
Gobierno de instrucciones a la Fiscalía? ¿En qué manual del buen demócrata han
leído que desde el Ejecutivo se debe influir en las decisiones judiciales? Pues
eso, es lo que proponen Torra y los suyos para dar el visto bueno a los
presupuestos.
En mi opinión, sería razonable
que pidieran, por ejemplo, más dinero para Cataluña o una mayor subida de las
pensiones o del salario mínimo o más gasto social; sería posible o no, pero se
debería negociar. Eso es política, y esos los gestos que deberían exigir.
Y puestos a hablar de
gesticulación, sería deseable qué desde el Govern de la Generalitat, también se
hiciera algún gesto. Sería un buen gesto que el Govern gobernará para toda la
ciudadanía, que se pusiera interés y medios para mejorar la sanidad, recortar
las listas de espera o dar a los niños la formación necesaria para encarar el
futuro con confianza. Sería un gesto que el Parlament funcionara como debe
funcionar el poder legislativo en un país normal. Y sería un gesto fantástico
dotar de agua a los bomberos y que no les vuelva a ocurrir lo que ocurrió días
atrás en el barrio de Sant Roc de Badalona que llegaron los bomberos y no tenían
agua para apagar el incendio producido por un cortocircuito en una vivienda
patera. Allí murieron tres personas y una treintena tuvieron que ser atendidas.
Desde luego hacen falta
gestos, pero sobre todo hacen falta hechos. Hechos y voluntad para salir del
lodazal en el que nos han metido. Y en este contexto el Govern tiene mucho que
decir, mucho que hacer y muchísimo a rectificar.
Bernardo Fernández
Publicado en el Catalán
14/01/19
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