Dicen que la política es el
arte de lo posible. Será verdad. No obstante, a veces es -o la hacen- tan
alambicada y compleja que resulta difícil de comprender para muchos ciudadanos
que acaban pensando que eso de la cosa pública es una cuestión exclusiva de los
políticos profesionales.
Con los presupuestos generales
del Estado (PGE), presentados días atrás por Pedro Sánchez, y las reacciones de
los diversos partidos ante esas cuentas, estamos viviendo una situación, cuando
menos absurda. Por eso, no es de extrañar que la ciudadanía se sienta
ninguneada por las reacciones de algunos de los, en teoría, líderes. Veamos.
En las cuentas hechas por el
Gobierno para el año próximo se prevén unos ingresos de 5.600 millones de euros
adicionales, procedentes de subir la presión fiscal a los que más ganan, así
como a las grandes empresas tecnológicas.
El salario mínimo
interprofesional (SMI) se establece en 14 pagas de 900 euros. La mayor subida
que se ha llevada a cabo nunca en España.
Las pensiones subirán tanto
como el IPC y un 3% las mínimas y las no contributivas.
Se revitaliza el sistema de
dependencia, tanto en el pago a los cuidadores como en los pagos a las CCAA.
De igual manera, se recupera
la totalidad del sistema de becas. O sea, más 500 millones de euros para que
los jóvenes puedan formarse sin discriminación por cuestiones de capacidad
económica.
También el Gobierno introduce
medidas en estos PGE para modular la subida de los precios del alquiler.
Asimismo, Cataluña recibirá
unos 2.300 millones de euros más al aplicarse la resolución transitoria tercera
del Estatut.
Estas son algunas de las
medidas que se aplicarán en 2019 en nuestro país si finalmente estas cuentas se
aprueban. Pues bien, se puede ser de derechas, de izquierdas, de centro o
independentista, da igual, pero lo que no se puede negar es que estas medidas van
en la línea de favorecer a las clases medias y populares. Sin embargo, ni los
partidos de la oposición ni algunos socios coyunturales del Gobierno de Pedro
Sánchez lo han querido entender así y están poniendo intereses de partido y/o
particulares por delante de los intereses de los ciudadanos.
Es el caso del PP y Ciudadanos
que acusan a Sánchez de ser prisionero de los independentistas y acusan al
presidente de enviar a Pablo Iglesias a negociar con Oriol Junqueras. Entienden
que el dialogo es humillante e indecente, que en España manda un preso y, por
todo ello, piden elecciones ya.
Es decir, ni la subida del
salario mínimo, ni la de las pensiones, ni el restablecimiento de las becas,
ni…, todo es no importa. El problema es el intento de establecer puentes, de
dialogar. Esa es la derecha que tenemos en este país.
Por su parte ERC, por boca de
su diputado Joan Tardà, ya ha dicho que no se sentarán a negociar mientras no
se retiren los cargos contra los diputados presos. Los independentistas
catalanes parecen ignorar que esa es una cuestión que depende única y
exclusivamente de los jueces.
Luego, ellos son los primeros
en criticar al Estado español porque en su opinión no hay separación de
poderes, ¿en qué quedamos? Coherencia, por favor, coherencia.
De todos modos, una cosa son
las alharacas y las soflamas para mantener alta la moral de la tropa y otra la
realpolitik. De manera simultánea a esa
escenificación tan grandilocuente como vacía de contenido, se producía un
discreto encuentro en Madrid entre Nadia Calviño, ministra de Economía y
empresa y el vicepresidente del Govern y Conseller de Economía y Hacienda Pere
Aragonés, “para hablar de cuestiones de economía en general” según se dijo en
un escueto comunicado oficial.
En este contexto Oriol
Junqueras gana peso específico como interlocutor privilegiado frente a un
Puigdemont que va perdiendo visibilidad y capacidad de decisión a marchas
forzadas.
La visita de Pablo Iglesias al
líder republicano en la cárcel de LLadoners corrobora esa afirmación, a la vez
que da pistas para pensar que Esquerra acabará dando su apoyo a los
presupuestos. A no ser que quieran explicar a los ciudadanos que anteponen los
intereses de su partido al interés general.
Además, no hay que perder de
vista que todo esto favorece la consolidación de Junqueras como líder en
Cataluña a medio plazo. Y no son pocos los que piensan en un futuro posible.
Bernardo Fernández
Publicado en e-notícies
22/10/18
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