El espectáculo (uno más) que ofreció
el Parlament de Cataluña los pasados días 3 y 4 de este mes de mayo, fue lamentable.
Los grupos independentistas, con el dictamen en contra de El Consell de
Garantías Estatutarias porque no se ajusta ni a la Constitución, ni al Estatut y
contradice la normativa de la Cámara, aprobaron, por procedimiento de urgencia,
una reforma de la ley de Presidencia que, en teoría, ha de permitir una
investidura telemática. Por su parte, el Gobierno que preside Mariano Rajoy ya
anunció que recurrirá dicha reforma ante el Tribunal Constitucional (TC). Lo
que equivale a que éste la suspenda de forma automática. De ahí que la
posibilidad de una investidura a distancia sea solamente teórica, nada más.
Tan convencidos estaban los
secesionistas de la inviabilidad de su reforma que, incluso antes de que se
llevara a cabo el pleno para aprobarla, el “monarca” Puigdemont ya había
convocado a su grupo parlamentario en Berlín (lo más normal del mundo, convocar
en el corazón de Europa a un grupo parlamentario que tiene su ámbito de trabajo
en Cataluña) y, además, para nombrar sucesor, al más puro estilo dinástico.
Y así fue. El sábado, 5 de
mayo, los diputados de JxCat volaban a Berlín. Antes de salir, en unas declaraciones
hechas en el aeropuerto de El Prat, Elsa Artadi anunciaba que iban a
confeccionar una nueva hoja de ruta (yo ya he perdido la cuenta de las hojas de
ruta que han elaborado los secesionistas). Aunque lo que se comentaba en las
tertulias políticas y lo que sostenían la mayoría de los medios de
comunicación, era que se iba a nombrar un sucesor para optar a la investidura.
Sin embargo, está visto que,
al ex president fugado y a su entorno, les gusta ser originales. Por eso
decidieron seguir jugando a la ruleta rusa. O, dicho de otro modo, optaron por
mantener unos días el pulso con el Estado y proponer a Puigdemont para la
investidura. Es decir, una investidura imposible porque el TC, como era de
prever ya ha suspendido de manera cautelar la reforma de la Ley de Presidencia.
En realidad, esta decisión,
además de ser un insulto a la ciudadanía, lo que pretende es tensar un poco más
la cuerda y desgastar al Gobierno central. No obstante, lo que se pone de
manifiesto es que cada día que pasa Puigdemont se aleja más de la realidad y
vive en un mundo paralelo. Además, se hace más visible la confusión y división
que existe entre los independentistas. Mientras que desde Esquerra e incluso
desde el PDCat, piden un president sin cargas jurídicas que pueda nombrar un
ejecutivo efectivo en JxCat siguen en su universo paralelo.
Sea como sea, el hecho cierto
es que los tiempos se agotan y de no hacerse una investidura efectiva, antes
del 22 de mayo, los catalanes deberemos volver a las urnas el 15 de julio y eso
es un riesgo demasiado alto para los secesionistas. De ahí que Oriol Junqueras dijera desde la
cárcel: “no podemos desaprovechar los resultados del 21 de diciembre”.
Por su parte, Eduard Pujol,
portavoz del grupo parlamentario de JxCat, en la comparecencia que hizo tras la
reunión de Berlín, reconoció que la investidura de Puigdemont era muy difícil,
por eso se había marcado como fecha tope el 14 de mayo y, de no logarlo, buscar
otra alternativa.
Otra alternativa que parece que
será Quim Torra, predecesor en el cargo como presidente de Omnium de Jordi
Cuxart que le sustituyó en 2015.
Veremos cómo evolucionan los
acontecimientos a partir de ahora, pero ha de quedar claro qué si Cataluña sigue
sin gobierno y está en vigor el 155, es responsabilidad única y exclusiva de
Carles Puigdemont y su equipo. Él pudo haber convocado elecciones en octubre y
no lo hizo. Los suyos podían haber formado gobierno a partir del 31 de enero y
no lo han hecho. De haber tomado una de esas dos decisiones, nos hubieran
ahorrado todo este trágala que estamos viviendo y todo por el egocentrismo de
un individuo.
En definitiva, todo esto es
una gran tomadura de pelo, una grave irregularidad y se demuestra que, los
intereses personales de un fugitivo, algunos los ponen por encima del interés
general.
Bernardo Fernández
Publicado en El Catalán
11/05/18
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