Con la celebración de las elecciones autonómicas
andaluzas del pasado 22 de marzo, se dio el pistoletazo de salida a un
larguísimo ciclo electoral que deberá concluir a finales de año con unas
elecciones generales. Hasta entonces, tendremos autonómicas en 13 CCAA,
municipales en todos los ayuntamientos y seudo plebiscitarias en Cataluña.
Quizás el microclima político andaluz no es el banco
de pruebas más apropiado para hacer una traslación mimética de los resultados
electorales al conjunto del Estado. Andalucía es la única comunidad en la que
no ha habido alternancia en el gobierno autónomo desde la restauración de la
democracia. No obstante, puede servir como indicativo del estado electoral de
la nación.
El PSOE ha aguantado perfectamente el tipo, los socialistas
tenían 47 diputados y Susana Díaz con
una campaña muy personalizada y en clave nacionalista ha renovado los 47
escaños.
En cambio, el PP se ha derrumbado y pierde 17
diputados en el envite de los 50 que tenía, y lo peor: el augurio de naufragio
en los próximos comicios. Y, aunque, no le falta razón a Mariano Rajoy cuando
dice que estos resultados no son exportables a otras elecciones, los populares
no pueden ocultar que éste es su peor resultado en Andalucía de los últimos 15
años. Algún mensaje habrá en ello y algo tendrán que ver con las políticas que
está llevando a cabo el PP. No hay que
olvidar que de las 13 autonomías en la que el próximo 24 de mayo se celebraran
elecciones 11 están gobernadas por los populares y tras el descalabro andaluz
pintan bastos.
También IU ha sufrido un serio descalabro que la
condena a ser fuerza irrelevante. Los antiguos comunistas reconvertidos en eco
socialistas han perdido 7 de los 12 escaños que tenían hasta ahora y pagan así su
entrada en el gobierno de coalición. Además Podemos ha venido a ocupar buena parte de su espacio político.
Por su parte, Podemos entra con fuerza, aunque
quedan lejos de lograr su objetivo que era conseguir un mínimo de 18 escaños. Queda
claro que los populismos, aunque tengan pedigrí universitario tiene éxito
limitado entre el paisanaje.
Tal vez el caso más llamativo sea el de Ciutadan’s.
Presumibles candidatos del IBEX 35, desconocidos hace cuatro días, han hecho un buen papel, pero hay que ver
cuantos Albert Rivera consiguen clonar.
El gran batacazo junto con populares e IU se lo
lleva UPyD que se ha quedado fuera, en
buena medida por la intransigencia y falta de cintura política de su líder Rosa
Diez para pactar con Albert Rivera y los suyos. Eso ha hecho que se abriera la
caja de los truenos dentro del partido, se hayan producido dimisiones y a
partir de ahí cualquier cosa puede suceder.
De todas formas, estas elecciones dejan, sobre la
mesa una serie de preguntas que sólo el tiempo nos dará las respuestas: ¿Podrá
Susana Díaz tirar adelante con un gobierno monocolor? ¿Será suficiente con la
geometría variable? ¿Influirán estas elecciones en las siguientes? ¿Y las
siguientes en las otras? ¿Será en las generales cuando, de verdad, se castigue
el “Régimen del 78”?
Son muchos los interrogantes que quedan abiertos y
deberemos esperar para ir viendo como juega cada cual sus cartas. Lo que es
poco discutible es que una nueva generación de políticos está llegando a la
sala de máquinas del poder (todos los cabezas de lista que se han presentado en
Andalucía, lo hacían por primera vez). A la vez, hay una presión creciente por
parte de la ciudadanía para que se cambie la manera de representar y la manera
de hacer de los gobiernos. Se piden nuevas soluciones a los viejos problemas,
sin cuestionar para nada el sistema democrático.
Asimismo, en contra de los vaticinios de no pocos
profetas de regate corto la hegemonía de los dos partidos de siempre sigue
siendo muy considerable, pese al descalabro del PP. O, si lo prefieren, utilizando
una conocida acotación musical complementaria, nuestro bipartidismo es ma non
troppo.
Bernardo Fernández
Publicado en Crónica 26/03/15
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