Apenas han pasado quince días del regreso de Donald Trump a la Casa Blanca y ya resulta muy difícil cuantificar las barbaridades que ha dicho o hecho en ese corto espacio de tiempo el flamante mandatario estadounidense.
Uno de los desatinos que más me ha sorprendido, no tanto por su importancia, pero sí porque pone de manifiesta su ignorancia supina, es el de calificar a España como un BRIC. Algo que en un ciudadano de un pie de cualquier latitud alejada de nosotros no tendría más relevancia, adquiere signos de gravedad cunado el que se pronuncia es el político con más poder del planeta. No dudo que los lectores de estas columnas conocen sobradamente la existencia de ese club de países que colaboran bajo el nombre de Brics. No obstante, me ha parecido que no estaría mal implementar esos conocimientos y que sepamos, si es posible, un poco más de que son y para qué sirven. Quizás con un poco de suerte le llegue alguna campana al señor Trump que le ayude a documentarse.
Los BRICS+, es el acrónimo de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. El “más” representa a los nuevos miembros: Irán, Egipto, Etiopía y Emiratos Árabes Unidos. Arabia Saudita va camino de incorporarse en breve. También hay varios países más semiasociados a este club. Juntos, los BRICS+ representan el 35,4% de la economía mundial. El Grupo de los Siete países súper industrializados avanzados supone el 29,6%. La diferencia es aún mayor en lo que respeta a la población: mientras que esos países aglutinan el 45% de la ciudadanía, nosotros nos quedamos en un modesto 10%.
Algunos economistas y estrategas políticos occidentales consideran que el talón de Aquiles de ese grupo es la carencia de una moneda propia ya la vez sea sólida. Desde luego, es un hecho poco cuestionable que el dólar domina el comercio mundial. Y eso permite que Estados Unidos ejerza un poder casi omnimodo para imponer su voluntad a los demás. El dominio del dólar otorga al Gobierno estadounidense el privilegio de sancionar a los países a través del sistema financiero. Prácticamente todos los bancos occidentales dependen de una u otra forma de los mercados estadounidenses.
Que nadie se llame a engaño, los
BRICS+ no tienen intención de crear una moneda única. Tal vez la UE ha sido un
aviso para ellos, pues hemos visto cómo una moneda común puede acabar
aumentando las divisiones políticas entre sus miembros. Los BRICS+ van en
otra línea, su idea es que los flujos financieros funcionen entre ellos evitando
así entrar en el universo del dólar. Su sistema de pago es el llamado
Brics Pay, un sistema de pago basado en cadenas de bloques que utiliza la misma
tecnología subyacente que Bitcoin y otras criptomonedas. Sobre esos sistemas no
acostumbra a salir nada en la prensa ni en las revistas especializadas porque
son tremendamente tediosos. No obstante, forman parte de la fontanería de los
sistemas financieros mundiales. Ciertamente son soporíferos, pero en el mundo
actual se han convertido en un instrumento geopolítico esencial porque permiten
a los países que los utilizan defenderse de las sanciones occidentales.
Los BRICS+ gestionan entre el 35 y el
40% del comercio mundial, pero todavía dependen en exceso de Estados Unidos
porque gran parte de sus intercambios los realizan aún en dólares
estadounidenses. Según el economista francés Jacques Sapir los BRICS+, van
camino de abandonar el dólar estadounidense para un 80% de los intercambios
comerciales en los próximos cinco años. Eso tendrá un enorme impacto en el
equilibrio del poder financiero mundial. Alrededor del 60% de las reservas
mundiales de divisas se mantienen actualmente en dólares. Con el nuevo sistema
de pagos, el BRICS+ podría superar al dólar en unos cinco años, según los
cálculos de Sapir. Quizás esa previsión sea un poco exagerada, pero Sapir está
en lo cierto en cuanto a la tendencia. Los BRICS+ no necesitan una moneda única
para independizarse del dólar estadounidense. Todo lo que necesitan es
tecnología del siglo XXI.
Algunos analistas consideran que otra
de las debilidades de los BRICS+, además de no tener una moneda propia, es que
no están cohesionados políticamente como lo solemos estar en occidente. Pero es
que desde su punto de vista no necesitan el mismo grado de integración política
que nosotros tenemos en el G-7, la OTAN o la UE. A excepción de China y Rusia,
el resto de países que forman el club no están interesados en un enfrentamiento
con Estados Unidos. Quieren comerciar con todo el mundo y no formar parte de un
bloque. Rusia, Corea del Norte e Irán han acercado posiciones. Xi Jinping,
presidente de China, ha formado una alianza estratégica con Vladímir Putin,
pero mantiene las distancias. Los BRICS+ son un grupo muy heterogéneo, pero su
fuerza radica en centrarse en las cosas que tienen en común. Y, sin duda
alguna, el denominador común es su deseo de reducir su dependencia de Estados
Unidos.
No sé si con esta breve reflexión
habré sido capaza de aportar algo de luz a ese complejo mundo de la geopolítica
y donde los BRICS+ están llamados a asumir un rol fundamental. Me daría por
satisfecho con que algún mensaje, por sencillo que sea, le sirva al señor más
poderoso del mundo para tener ideas un poco más ajustadas a la realidad.
Bernardo Fernández
Publicado en Còrtum 04/02/2025
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