A diferencia de EE.UU, que tras la
Segunda Guerra mundial se expandió por el planeta haciendo ostentación, casi
constante, de su poderío militar y su vocación intervencionista, China hace
tiempo que puso en marcha una intensa actividad diplomática implementada con acuerdos
comerciales, de financiación y soporte tecnológico con países emergentes o con
posibilidades de serlo, haciendo gala de su potencial armamentístico en muy
contadas ocasiones. Hace tiempo que la cúpula del Partido Comunista Chino se
fijó el objetivo de convertir a su país en la primera potencia mundial en el
siglo XX, y para lograrlo, lleva a cabo una conquista silenciosa, mediante una
estrategia de penetración en diversas partes del mundo sin levantar polvo ni
hacer ruido.
Hace tiempo que entramos en una nueva
fase de la conquista global. Por eso, el gigante asiático, en previsión de
posibles turbulencias, inició la deslocalización de sus empresas hace más de 30
años. Es el caso del gigante de los
electrodomésticos Haier, que empezó su internacionalización en los años 90. En
aquella época las inversiones se hacían en fábricas de zapatos, de manufacturas
textiles y productos similares.
Ahora Donald Trump ha puesto en práctica
la “diplomacia del chantaje” y está desatando una guerra comercial que nadie
sabe adónde nos va a llevar. Sin embargo, China lleva la delantera. Hace años
que las empresas del gigante asiático vinculadas a la transición verde se expanden
por casi todo el planeta, son punteras en el desarrollo y fabricación de productos
tecnológicamente avanzados que tiene una fuerte demanda mundial para combatir
el cambio climático o llevar a cabo la transición energética.
Cada dos por tres se inaugura una
nueva planta para la fabricación de coches eléctricos, de baterías, de
electrolizadores para la producción de hidrógeno verde o de paneles solares,
puede ser en España, Alemania, México, Turquía, Brasil o Vietnam, tanto da, es
prácticamente seguro que detrás hay una empresa china.
En opinión de Julien Chaisse,
profesor especializado en Derecho económico internacional y arbitraje en la
City University de Hong Kong, la expansión china va más allá de una reacción
ante los aranceles” (…) “Refleja una respuesta estratégica a la fragmentación
mundial en las cadenas de suministro” (…) “El plan lleva en marcha más de una
década”. (…) “Las empresas chinas se están convirtiendo en actores globales,
estableciendo centros de producción fuera de China para evitar aranceles y
asegurarse puntos de apoyo económico a largo plazo en regiones como África y
América Latina”.
Chaisse considera que las barreras
comerciales de la UE y de EE UU están pensadas para “reducir el dominio mundial
de China en industrias clave” y cree que, en parte, pueden frenar al gigante
asiático. “Pero también empujan a sus empresas a ser más ágiles e integrarse
globalmente”. Las compañías estarían mostrando su capacidad de adaptación y
planificación estratégica “a menudo subestimada por los analistas
occidentales”. Reconfiguran sus operaciones para esquivar aranceles, mantener
el acceso a los mercados esenciales, al tiempo que amplían sus relaciones con
las economías emergentes. Mitigan riesgos geopolíticos y amplían sus esferas de
influencia. Su presencia crece en lugares donde la occidental se desdibuja. Y,
al mismo tiempo, establecen sus fábricas en el corazón mismo de Occidente. En
2022, más de 270.000 personas no chinas trabajaban en la UE para empresas
chinas. Es muy probable que la cifra siga creciendo.
Para Pekín la exportación de sus
tecnologías es la respuesta a las restricciones comerciales que imponen la
Unión Europea y Estados Unidos, pero es, también, una herramienta de
penetración geopolítica para diseñar un nuevo mapa de relaciones amistosas, de
manera preferente, con los países emergentes y el Sur global.
Una de las joyas de la corona en esta
expansión masiva es un enorme conglomerado tecnológico del gigante del
automóvil Greely en Malasia, se prevé una inversión de unos 9.000 millones de
euros para fabricar coches enchufables.
El pasado mes de septiembre se
celebró la macrocumbre China-Africa. Asistieron más de cincuenta líderes del
continente en la capital del gigante asiático. El presidente chino, Xi Jinping,
inauguró el encuentro con un discurso en el que pidió impulsar una
modernización respetuosa con el medio ambiente. “China está dispuesta a ayudar
a África a construir motores de crecimiento verde”, señaló. Los líderes
africanos le reclamaron inversiones que permitan ascender en la cadena de
valor. Y el secretario general de la ONU, António Guterres, otro de los
invitados, proclamó: “La alianza entre China y África puede impulsar la
revolución de la energía renovable. Puede ser un catalizador para transiciones
clave en los sistemas alimentarios y la conectividad digital”.
Pocas semanas después era el
presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, quién aterrizaba en Pekín con
la idea de atraer inversión china para nuestro país. Desde luego, no se vino de
vacío, pues logró cerrar un acuerdo para desarrollar un proyecto de hidrógeno
verde de 900 millones de euros del gigante Envision; y hay otros aún
pendientes, como una posible fábrica de baterías de CATL, el mayor productor
del mundo, en Zaragoza; y otra de coches enchufables de SAIC en Galicia. En
China, Sánchez dejó un mensaje de amistad, tendió puentes y reclamó a la Unión
Europea que reconsidere su posición de imponer aranceles de hasta el 47,6%
a los vehículos eléctricos fabricados en el gigante asiático (después fueron
revisados a la baja, hasta un 46,3%). “No necesitamos otra guerra comercial”,
dijo Sánchez. “Tenemos que buscar un acuerdo entre la Comisión Europea y China
en el marco de la OMC [Organización Mundial del Comercio]. Todos estamos
reconsiderando nuestra posición”.
Estamos ante ese nuevo paradigma y nadie
sabe hacia dónde vamos. Sin embargo, parece razonable pensar que la propuesta
de colaboración que nos hace Pekín, sin estar exenta de riesgos, es mucho más
atractiva y sensata que el todos contra todos y sálvese quien pueda que nos
propone el actual inquilino de la Casa Blanca.
Bernardo Fernández
Publicado en Catalunya Press
24/02/2025
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