21 de juliol 2025

CAFÉ PARA TODOS, PERO AL GUSTO

Por lo menos en una cosa coinciden los dos grandes partidos de nuestro país (PP y PSOE): la infrafinanciación que padecen las comunidades autónomas (CCAA), a pesar de que son las administraciones que más servicios prestan a la ciudadanía. Sin embargo, la polarización política y la crispación que estamos viviendo son de tal magnitud que resulta imposible llegar a algún acuerdo para solventar el problema.

El actual sistema de financiación de las CCAA está vigente desde 2009, no tiene una fecha de caducidad explícita, pero lleva esperando una reforma desde 2014. Y, aunque no hay una fecha límite, el modelo actual está obsoleto y necesita una actualización.  Porque han pasado 11 años, en ese tiempo se han sucedido los gobiernos y los ministros de Hacienda, pero nadie ha querido abrir ese melón.

Ahora, desde el Ministerio que dirige María Jesús Montero, han tenido que hacer de la necesidad virtud, asumir los acuerdos que firmaron PSOE. PSC y ERC, para hacer a Salvador Illa president de la Generalitat, y abordar la financiación singular de Catalunya que fue el tema estrella de aquella negociación.

De ahí que días atrás se reuniese, en Barcelona, la Comisión Bilateral Estado Generalitat para tratar el asunto. En esa reunión, no solo se pusieron las bases para el nuevo sistema de financiación autonómico para Catalunya, sino que también se estableció el marco para la reforma del sistema común. En el documento de trabajo presentado se argumenta que el esquema podrá ser generalizable a las comunidades que lo deseen con una visión “federal”.  O sea, cada gobierno autonómico podrá decidir qué parte del peso de la gestión tributaria asume, y la Agencia Tributaria Estatal velará por la coordinación de todas ellas.

Me parece importante señalar que lo que subyace en este principio de acuerdo es que propone una fórmula de financiación a la medida, a la vez que extrapolable a otras comunidades. La idea fuerza es que sean los gobiernos autonómicos quienes decidan el nivel de corresponsabilidad tributaria que desean asumir y, en consecuencia, recauden los impuestos correspondientes.

De momento, solo cinco autonomía tienen Agencias Tributarias propias, siendo la catalana la más desarrollada, pero sin el músculo suficiente para asumir en el corto plazo el 100% de la recaudación y gestión de los impuestos. La Agencia Tributaria de Catalunya recauda unos 5.000 millones de euros al año y para llegar al nivel de lo que recauda el Estado, deberá alcanzar unos 30.000 millones de euros. En opinión de algunos entendidos en la materia, el traspaso de competencias es sumamente complejo y no se prevé que esté listo, en el mejor de los casos, antes de cinco años.

Una de las grandes novedades del nuevo sistema es que Las comunidades tendrían la llave de la caja, pero se pactarán dos contribuciones al Estado: una por los servicios que este ejecuta en cada territorio y otra por concepto de solidaridad territorial. El cálculo de a cuánto ascenderían esa aportaciones está por decidir. El modelo establecerá el porcentaje y qué impuestos estatales han de sufragar esas dos partidas; también cuánto se debe dedicar para pagar las competencias homogéneas (por ejemplo, educación o sanidad) y las que son específicas de cada territorio, como son en Cataluña los Mossos d’Esquadra o las prisiones.

En el documento consensuado queda claro que tanto Cataluña, como las comunidades que adopten el sistema tendrán que contribuir para nivelar las prestaciones, es decir, para que los servicios públicos básicos que prestan las comunidades tengan una calidad parecida. Lo que se busca con esta nueva financiación es simplificar las condiciones del modelo actual. Ahora, la nivelación se hace a través de tres mecanismos diferentes. De salir adelante este sistema se haría en uno solo.

 Uno de los puntos que ha quedado menos claro es el principio de ordinalidad, es decir que quien más aporta no quede en peor posición relativa después del reparto de los recursos del sistema. En la actualidad, Catalunya es la tercera comunidad en aportar al sistema, pero baja hasta el décimo lugar tras el reparto, cuando lo razonable sería que con los nuevos parámetros la situación en el ranquin sea idéntica “antes y después” de aportar la cuota de solidaridad.

En principio la música de este acuerdo suena bien, ahora se tendrá que leer la letra pequeña y las concreciones de aquellos temas que han quedado abiertos para poderse pronunciar con conocimiento de causa. Quizás, por eso, ERC que en un principio optó por un perfil bajo, a la espera de conocer con más al detalle el documento. Pero los de Junqueras a la rueda de Junts y apretados por las corrientes internas, ya han amenazado con no aprobar los próximos presupuestos ni de Catalunya ni de España, si la nueva financiación catalana no es auténticamente singular. Por su parte, a los de Puigdemont les faltó tiempo para decir que ellos rechazaban todo lo que no fuera algo muy similar al Concierto Vasco.   

El independentismo más hiperventilado se opone a este nuevo modelo de financiación, en buena medida, por su visión supremacista hacia el resto de CCAA. No soportan que otros territorios se sitúen al mismo nivel que Cataluña. Pero es que, en realidad, este nuevo sistema se puede interpretar como una versión 5.G del “café para todos” de la Transición, eso sí, al gusto de cada cual.

Mientras tanto, para el Partido Popular, la financiación singular va a suponer una “asfixia” para el bolsillo de todos los españoles. Aunque admiten que “Catalunya necesita tener mejor financiación”, pero mantienen que “no se puede hacer en una sala, de espaldas a todos los españoles, mediante parches o atajos” (?). De nuevo, es lamentable la actitud de los populares. No se dan cuenta que esta propuesta puede ser una buena oportunidad para corregir unos cuantos errores que presenta un modelo de financiación que ha sido útil durante mucho tiempo pero que está necesitado de una profunda reforma.

Aprobar este nuevo sistema no va ser ni fácil ni rápido. Para empezar, el próximo otoño tendrá que ser el Consejo de Política Fiscal y Financiera quién dé el primer visto bueno. A continuación se deberá iniciar la reforma legislativa necesaria para que el modelo salga adelante. Habrá que reformar la Ley Orgánica de Financiación de las Comunidades Autónomas (LOFCA), la norma que regula el sistema de financiación de régimen común (Ley 22/2009) y la ley 16/2010, del régimen de cesión de tributos del Estado a Cataluña.  Y no perdamos de vista cual es la aritmética parlamentaria.

Pero no nos precipitemos. Tiempo habrá para debates intensos y reflexiones profundas. De momento, aprovechemos estos días de verano y seamos razonablemente felices que bien merecidos lo tenemos.

 

  

 

Bernardo Fernández

Publicado en Catalunya Press 21/07/2025

 

ESPERPÉNTICO AUTO JUDICIAL

Vivimos en una sociedad sobre informada. Quizás, por eso, la decisión del magistrado Ángel Hurtado, instructor de la causa abierta contra el fiscal general del Estado por un delito de revelación de secretos vinculado a la pareja de Isabel Díaz Ayuso, de dejar en suspenso el procedimiento hasta que la Sala de Apelaciones resuelva todos los recursos presentados por las defensas y las acusaciones contra las decisiones del juez, por considerar que no existen indicios para sustentar ese paso, que a mí me parece de la máxima importancia, haya pasado desapercibida.

Vaya por delante que estoy convencido de que el fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, es inocente del delito de revelación de secretos que le imputa el magistrado del Tribunal Supremo, Ángel Hurtado. Me atrevo a hacer esta contundente afirmación, después de haber seguido el presunto affaire desde que saltó a los medios de comunicación y tras haber leído buena parte de lo publicado y escuchado infinidad de opiniones sobre el tema en todos los sentidos.

Al hilo de este affaire, me he acorado de Demetrio Madrid, primer presidente del Gobierno de Castilla y León.  Madrid, en  octubre de 1986, daba a conocer su decisión de dimitir de sus cargos al conocer su procesamiento por un presunto delito social a consecuencia de la querella presentada por varias trabajadoras de la empresa textil que había vendido al llegar al cargo, delito del que fue absuelto cuatro años más tarde, pero que abrió la puerta al entonces diputado por Ávila y presidente de Alianza Popular en la comunidad, José María Aznar, hecho que cambió hasta el día de hoy el rumbo político del territorio y el de todos nosotros. La cuestión es que la injusticia ya se había cometido y Demetrio Madrid nunca volvió a la política activa, y casos como ese ha habido unos cuantos en nuestra reciente historia democrática.

Pero vayamos a los hechos: Todo este embrollo empezó cuando la pareja de Ayuso, Alberto González Amador, admitió haber cometido fraude ante Hacienda y supo que terminaría encausado, su abogado envió un correo al fiscal del caso en el que reconocía dos delitos contra la Hacienda Pública y proponía pagar una multa a cambio de rebajar la pena prevista de al menos dos años de cárcel a solamente ocho meses. La Fiscalía le contestó, también por correo, que podían emprender las conversaciones para llegar a un acuerdo, sin más detalles.

Entonces, Miguel Ángel Rodríguez, jefe de Gabinete de la presidenta madrileña, filtró a varios medios ese segundo correo, pero omitió el primero, lo cual podía hacer pensar que la propuesta de acuerdo partía de la Fiscalía y no del acusado. Tras esa manipulación, varios medios de comunicación restituyeron la verdad y contaron que la oferta de conformidad —un trámite perfectamente legal en delitos fiscales— había partido del defraudador confeso. Al día siguiente, el fiscal general del Estado ordenó difundir una nota que ratificaba la versión veraz de los hechos y detallaba la cronología de lo sucedido. Alberto González Amador y el Colegio de Abogados de Madrid se querellaron contra la Fiscalía por, supuestamente, revelar esas comunicaciones. Ahora, ocho meses después, el instructor del Supremo ha decidido someterlo a juicio.

El magistrado interrogó a varios periodistas de muy distintos medios y la mayoría declaró que conoció los supuestos secretos mucho antes de que los citados correos llegaran al fiscal general. Estos testimonios exculpaban a García Ortiz y sembraban todavía más dudas sobre el caso. Sin embargo, el juez Hurtado desdeñó estas declaraciones —independientes entre sí— y las calificó de “no creíbles” pese a ser coincidentes, pero no denunció por falso testimonio a sus autores, como sería preceptivo. En su auto, además, introduce una conclusión —sin explicar en qué datos se basa— no incorporada antes: según el juez, García Ortiz actuó “a raíz de indicaciones recibidas de presidencia del Gobierno”.

Todo indica que la instrucción que se ha seguido está fuera de toda normalidad. Y da la sensación de que el resultado de esta estaba decidido de antemano por el instructor, a la vista de cómo ha ido tratando los elementos fácticos que han ido apareciendo en la investigación.

Quizás este esperpéntico auto, en realidad, solo sea la punta de un iceberg y los auténticos motivos del dislate haya que buscarlos en el enfrentamiento soterrado que desde que se otorgaron los indultos a los líderes del procés y, sobre todo, por la aprobación de la ley de Amnistía y los cambios del delito de sedición y malversación, mantienen el Gobierno y el Tribunal Supremo. Para algunos, el magistrado Manuel Marchena que dirige la sala de lo Penal es el auténtico jefe de la oposición a la sombra

Llegar a la conclusión de que fueron el fiscal general del Estado y la fiscal provincial de Madrid quienes filtraron el correo del abogado de González Amador a la prensa no se sostiene. Por eso, la cuestión es que si, finalmente, García Ortiz es procesado, será la primera vez que un fiscal general del Estado se sienta en el banquillo. El Estatuto Fiscal prevé la suspensión de empleo y sueldo para los fiscales cuando se encuentren en una situación como la que nos ocupa. Sin embargo, según ese mismo Estatuto el fiscal general García Ortiz está fuera de la carrera y no se le aplica ese Reglamento. Para numerosos juristas la instrucción del magistrado del Tribunal Supremo Ángel Hurtado deja mucho que desear por anómala. De todas formas, no son pocos los juristas que sostienen que la imagen de un fiscal general sentado en el banquillo supondría un grave deterioro para la institución. El affaire ha abierto múltiples interrogantes y debates: ¿Tiene base la causa judicial? ¿Debería dimitir el fiscal general?

La mujer del César no solo debe ser honrada, sino que debe aparentarlo, dice el conocido adagio. Por consiguiente, es comprensible que sean muchas las personas que piensen que García Ortiz debe dimitir. Sin embargo, estamos ante una situación esperpéntica porque se han hecho las cosas por intereses espurios y no conforme a Derecho. Por lo tanto, por una vez, y, sin que sirva de precedente, el fiscal general del Estado debe permanecer en su puesto porque más pronto que tarde acabará sabiéndose la verdad.

 

 

 

Bernardo Fernández

Publicado en el web de CÒRTUM 21/07/2025

 

15 de juliol 2025

SÍ..., PERO

El papel lo aguanta todo. Otra cosa es llevar a la práctica aquello se pone por escrito. Por eso, si el plan estatal de lucha contra la corrupción que presentó el presidente Pedro Sánchez en el Congreso de los diputados, el pasado miércoles, se pone en marcha y se aplica de manera adecuada, puede suponer un giro de 180 grados en nuestro país y colocar a nuestra democracia entre una de las más estrictas y contundentes a la hora de luchar contra esa lacra que son los amaños de contratos y las mordidas a cambio de adjudicación de obra pública. Sin duda, una de nuestras asignaturas pendientes, más importantes, desde la recuperación de las libertades.

Los grandes partidos, sin excepción, tienen en su recorrido episodios de corrupción: le sucedió al PSOE en la época de Felipe González y le ocurrió a CiU, hasta el punto de que desapareció asfixiada por su famoso 3%. Pero quién se ha llevado el premio a la deshonestidad ha sido el PP. Los populares tienen en su palmarés casos de corrupción para aburrir. Resulta imposible establecer el número de cargos públicos con carné del Partido Popular que han dado con sus huesos en la cárcel por trapicheos y corruptelas de más o menos envergadura. Pero no solo es corrupción meter la mano la caja, también lo es, además de fraude, las falsedades de José María Aznar siendo presidente del Gobierno, cuando no dudó en mentir a la ciudadanía con la falacia de las armas de destrucción masiva en la guerra de Irak, y atribuyendo los atentados de Atocha a ETA, a pesar de que los servicios de inteligencia alemanes ya advertían que la banda terrorista no los había cometido. Fue igualmente corrupto un tal M. Rajoy que cobraba en negro del partido para complementar su sueldo como líder de la oposición. Escribo esto porque, por higiene democrática, conviene no olvidarlo.

Pero vayamos al núcleo duro del asunto: La credibilidad del sector de la obra pública está bajo mínimos y los affaires del trío toxico (Cerdán, Ábalos, Koldo), han puesto sobre la mesa un tenso debate político sobre el endurecimiento de las penas a constructoras que sobornen y apañen licitaciones, y a altos cargos y funcionarios que se dejen corromper.

La normativa existente en nuestro país para estos asuntos es muy similar a la de otros lugares de la UE. La reforma de 2017 de la Ley de Contratos del Sector Público tiene como referencia la transposición de tres directivas europeas de contratación de 2014, lo que de facto armoniza la norma en toda Europa. Otra cosa es como se aplica esa normativa. De hecho, desde Bruselas se advierte sobre la necesidad de más control frente a la corrupción y los avisos se reparten, prácticamente, entre todos los miembros de la UE.

La cuestión es que los affaires del trío toxico, ya mencionado más arriba, han generado un fuerte malestar social y han crispado aún más nuestra ya muy polarizada situación política, poniendo en riesgo la continuidad de la legislatura y, por consiguiente, la supervivencia del Gobierno.

Con ese panorama de fondo, Pedro Sánchez acudió al Congreso para sustanciar el pleno más difícil desde que es presidente. Lo hizo, con la determinación de recuperar la confianza de sus aliados o, cuando menos, no perderla definitivamente. Para ello, compareció en la Cámara baja anunciando un plan de lucha contra la corrupción con 15 medidas, vertebradas en 5 ejes. Ese plan se ha diseñado juntamente con el departamento de anticorrupción, integridad y gobierno de la OCDE, los grupos parlamentarios y expertos de la sociedad civil, además de propuestas del GRECO (Grupo de Estados contra la Corrupción del Consejo de Europa) y recomendaciones de la Comisión Europea. El plan, según el presidente tiene como objeto “luchar de forma independiente contra la corrupción”.

Entre esas medidas destacan la puesta en marcha de una agencia de integridad pública independiente que asumirá las funciones clave en la prevención, supervisión y persecución de prácticas corruptas, Extensión de la metodología aplicada a la adjudicación de los Fondos Next Generation a toda la Administración. Introducción de herramientas de inteligencia artificial en la plataforma de contratación del sector público para automatizar y optimizar la identificación de patrones anómalos o indicios de fraude, reforzar el control sobre partidos políticos y fundaciones, excluir de la contratación pública a las empresas condenadas por corrupción, así como la protección a los denunciantes de posibles amaños y corruptelas.

Como no podía ser de otra manera el debate parlamentario fue tenso. El PP no hizo ni una sola propuesta y, una vez más, Núñez Feijóo perdió los papeles. De nuevo, el líder de los populares desaprovechó la oportunidad de mostrarse como un político preparado para gobernar y se dedicó a hacer de mamporrero y ofender a aquellos que algún día pueden ser sus socios y facilitarle el camino a la Moncloa. Feijóo se mostró incapaz de empatizar con ningún grupo político. En sus réplicas parecía que estaba porfiando en una taberna y llegó a entrar en algunas cuestiones personales y familiares de Sánchez como, por ejemplo, los negocios del padre de Begoña Gómez, ya fallecido. Parece que el líder de los populares no se da cuenta de que le está haciendo el trabajo sucio a Vox. No por casualidad, entre los dirigentes del PP empieza a extenderse el temor a que se repita otro 23 J. La estrategia de Feijóo se basa en descreditar al adversario y difundir bulos y mentiras. No es consciente que de ese modo reivindica el discurso de la ultraderecha. Por todo eso, el PNV, que en otros tiempos fue su aliado, le dijo con claridad que no cuenten con ellos.

Esa es la gran suerte de Sánchez: su oponente no da la talla y, en ocasiones, actúa más como un fiel aliado que como adversario.   La suma PP Vox, que es lo que podía desalojar al presidente de la Moncloa, da miedo por lo mucho que tiene de reaccionaria. Quien no lo crea que eche un vistazo a los pactos de esas dos formaciones en Valencia o Murcia. 

En definitiva, nadie tiene el más mínimo interés por ver a Feijóo presidiendo el Consejo de Ministros. Por eso, el plan de lucha contra la corrupción ha actuado como un dique de contención, pero eso no es un cheque en blanco. Los socios parlamentarios lo han dejado claro, en especial ERC y Partido Nacionalista Vasco, aunque no pidieron elecciones, es evidente que, si la crisis del PSOE escala y resulta que la podredumbre ha extendido sus raíces hasta la calle Ferraz, la legislatura se habrá terminado. O sea, los aliados han dicho: Sí…, pero. 

 

 

 

Bernardo Fernández

Publicado en Catalunya Press 14/07/2025

 

09 de juliol 2025

MORIR DE HAMBRE EN TIEMPOS DE ABUNDANCIA

Calculo que escribir este artículo me va a llevar, aproximadamente, un par de horas. Y según un estudio realizado por varias organizaciones humanitarias cada 4,25 segundos muere una persona por falta de alimentos. Por consiguiente, sin no voy errado con los números, mientras yo estoy cómodamente sentado frente al teclado unos 1.700 seres humanos morirán de hambre.

Ese estudio señala que alrededor de 839 millones de personas en el mundo no pueden alimentarse de manera adecuada. La Agencia de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) espera que esta situación vaya a más cuando se agreguen al cálculo los efectos nocivos de las sequías y las inundaciones, las restricciones a las exportaciones, los altos niveles de deuda de los países más pobres, el aumento en las tasas de interés, los costes energéticos y el mazazo de los conflictos bélicos que estamos padeciendo a nivel mundial. “La situación no está mejorando, por el contrario, va a peor”, afirma Máximo Torero, economista jefe de la FAO. “Cada vez estamos más lejos de un mundo sin hambre”, recalca el experto.

La situación ya era patética antes de que llegara la pandemia del coronavirus. En 2019, había más de 618 millones de personas pasando hambre en el planeta. Pero con la llegada de la Covid la cifra se disparó hasta colocarse cercana a los 828 millones, según la FAO. El panorama empeora si se considera a todos aquellos que viven con la incertidumbre de conseguir alimentos o que no pueden permitirse una dieta saludable, es decir, que viven con inseguridad alimentaria. En esta condición vivían más de 2.300 millones de personas en 2021: una de cada cuatro en el mundo. De todas estas, unos 205 millones de seres humanos (en 45 países) se enfrentan a una situación de alta gravedad, con poco acceso a alimentos y medios, por lo que su vida corre peligro, según el Banco Mundial.

La previsión es que todas estas cifras vayan al alza. Jason Channell, responsable de finanzas sostenibles de Citi Global Insights, describe la situación como la de la " tormenta perfecta en la lucha contra el hambre”. Pues mientras el mundo aún se está recuperando de la Covid-19, los problemas medioambientales, sociales, políticos y económicos se abren paso en el mapa, dejando su impronta en el precio de los alimentos (que acumulaban una serie de máximos históricos o niveles que no se veían desde hace, al menos, una década) y una estela de gente con cada vez más dificultades para acceder a la comida.

La invasión rusa en Ucrania fue la guinda del pastel. “El mayor impacto en los precios actuales se debe a las guerras”, afirma Hiral Patel, directora global de Investigación Sostenible en Barclays. El órdago de Moscú a Kiev echó más leña al fuego. “Complicó los esfuerzos de reequilibrio del mercado agrícola que probablemente se habrían materializado en algún momento de 2022″, dicen los expertos de Citi Global Insights en un informe publicado recientemente. Inmediatamente después de que se iniciara la invasión rusa, el índice de precios de los alimentos de la FAO —que incluye la media ponderada de los importes de exportación de carne, productos lácteos, cereales, aceites, grasas y azúcar— alcanzó su máximo histórico. Los aumentos más significativos se dieron en aceite de girasol, trigo y maíz.

“Los temores de un periodo de altos precios mundiales sostenido de los alimentos han disminuido un poco”, comenta Rob Vos, director de la División de Mercados y Comercio del Instituto Internacional de Investigación sobre Políticas Alimentarias (IFPRI). Todos los componentes bajaron al cierre de 2024. En particular, el aceite vegetal, que mostró el descenso más fuerte en la segunda mitad del año: un 33% entre junio y diciembre, pero aún está un tercio por encima de los niveles anteriores a la pandemia. “Los precios están en los niveles de preguerra”, dice Torero. “Pero aún no llegan a los niveles de precovid”. El acuerdo alcanzado en julio de 2022 entre los países en conflicto, Turquía y la ONU, para reanudar las exportaciones de alimentos desde los puertos ucranios del mar Negro contribuyó a contener la escalada. Los cereales ucranianos proporcionan las calorías necesarias para más de 400 millones de personas en todo el mundo, pero la incertidumbre que genera el conflicto bélico hace que no se pueda garantizar la distribución. Aquí hay que añadir los nuevos desajustes e incrementos de precios que supone el genocidio en Gaza, de lo que todavía hay pocas estadísticas.

En el mundo hay comida para todos. Mientras la producción de alimentos se ha multiplicado al menos 3,6 veces desde hace 70 años, la población lo ha hecho solo 2,5 veces. “La causa del hambre y la desnutrición es la pobreza”, afirma la OCDE. Para lograr un mayor acceso, dice la FAO, hay que incentivar la movilidad de los alimentos, usar nuevas tecnologías para producir, tener un consumo más eficiente de los mismos (hasta un 50% de los fertilizantes se derrochan) y desperdiciar menos. Unos 1.300 millones de toneladas (útiles para alimentar a 3.000 millones de personas) van a la basura al año. “En las sociedades más desarrolladas los consumidores esperan productos inmaculados, siempre de temporada y perfectos”, sostiene Raj Patel, estudioso de la crisis alimentaria. En España, cada ciudadano tiramos 28,21 kilos. “Esto se podría reducir cambiando el comportamiento de la gente”, comenta Máximo Torero.

Nos jactamos de haber puesto el pie em la luna, la Inteligencia Artificial forma parte de nuestras vidas cotidianas, nos gastamos miles y miles de millones de euros y dólares en comprar armas para matar a nuestros semejantes, pero somos incapaces de dar a otros lo que nos sobra, darles un pez o enseñar a pescarlo para que se alimenten. No sé si es por la condición humana o por los intereses creados.

 

 

Bernardo Fernández

Publicado en la web de CÒRTUM 08/07/2025

 

08 de juliol 2025

CARA Y CRUZ DE LA POLÍTICA

Cuando Alberto Núñez Feijóo convocó el 21 congreso del Partido Popular, para el primer fin de semana de julio, no podía imaginar que el cónclave de los populares coincidiría con el tsunami que, por varios casos de presunta corrupción, sacude estos días los cimientos del socialismo español.

Mientras que los de Feijóo han desarrollado su simposio de forma placentera y con la euforia apenas contenida, porque piensan que su líder muy pronto va a ser el nuevo inquilino del palacio de la Moncloa, los socialistas celebraron su Comité federal con la tensión, el malestar y la incerteza como telón de fondo. Una reunión sobre la que planeó la figura de Santos Cerdán, exsecretario de Organización y en estos momentos en prisión preventiva por orden del magistrado Leopoldo Puente. Puente decidió el ingreso en prisión incondicional y sin fianza de Cerdán por los “notabilísimos indicios” que persisten sobre la posible comisión de los delitos de pertenencia a organización criminal, cohecho y tráfico de influencias.

En su auto, el instructor desgrana cómo el ex secretario de organización del PSOE habría orquestado una trama corrupta con la complicidad del exministro de Transportes José Luis Ábalos y su exasesor Koldo García. El magistrado calcula que esos tres personajes se repartieron unos cinco millones de euros, pero cree plausible que del botín se hayan beneficiado otras personas “físicas y jurídicas” que no identifica.  Y ahí es donde al PSOE no le llega la camisa al cuerpo porque la pregunta es obvia: ¿Quiénes son esas personas jurídicas?

Por si la cosa no estaba bastante complicada en el partido socialista, poco antes de comenzar el Comité Federal, del pasado sábado, llegaba la noticia que Francisco Salazar hombre de la Moncloa, y de total confianza del presidente, que iba a ocupar un cargo de relevancia dentro del nuevo organigrama, presentaba su renuncia por estar acusado de abuso de poder y acoso sexual. La primicia cayó como una bomba en Ferraz.

Para salir del shock que los socialistas están padeciendo con los últimos sucesos, Pedro Sánchez ha hecho un ajuste en la comisión ejecutiva del partido haciendo salir a personas próximas a Cerdán y ha dado entrada a otras alejadas del grupo tóxico de los Ábalos y compañía, como Rebeca Torró para la secretaria de Organización o Montse Mínguez como portavoz del partido. Además, propuso un paquete de medidas para consumo interno como, por ejemplo, un sistema de contrapesos entre los miembros de la dirección, endurecer el código ético para aquellos que utilicen la prostitución, garantizar el anonimato a los denunciantes de posibles irregularidades, dotar de autonomía al órgano encargado del cumplimiento normativo de la organización y elaborar un protocolo antifraude y anticorrupción.

Todas esas medidas son endogámicas y tal vez sean necesarias, pero, desde luego, no son suficientes. No parece que vayan a convencer ni a la ciudadanía ni, mucho menos, a otros partidos políticos. En esta ocasión, la hora de la verdad para Sánchez será el próximo día 9 de julio cuando comparezca en el Congreso de los diputados y explique cuál es su receta para poner coto a desmanes, chanchullos y corruptelas; si entonces consigue recomponer complicidades con los socios parlamentarios, la legislatura seguirá adelante; de lo contrario, la aritmética parlamentaria es la que es y habrá que poner fecha a las próximas elecciones generales.

Por su parte, el PP llevaba ocho años sin actualizar su ideario político. No obstante, este congreso, a tenor de lo que hemos visto, tampoco ha servido para poner al día el proyecto político de la derecha de nuestro país. La consigna era clara: evitar los temas espinosos y pasar de puntillas sobre cuestiones tan delicadas como la relación con Vox. Hasta Isabel Díaz Ayuso renunció a dar la batalla por algo tan básico en democracia como una persona un voto. A saber, que habrá logrado la presidenta madrileña a cambio de su aparente docilidad porque seguro que Feijóo habrá pagado un buen peaje para tener un conclave placentero.

El congreso de un partido político es, por definición, un acto de autoafirmación y el momento oportuno para plantear un proyecto y desarrollar un programa. Sin embargo, en esta ocasión el cónclave de los populares ha terminado y seguimos sin saber que harán los populares cuando gobiernen (si es que gobiernan) en cuestiones claves como el aborto, la eutanasia, si mantendrán la subida de las pensiones conforme al IPC o volveremos al 0,25% de Rajoy y seguimos sin saber la propuesta que tienen para Catalunya.

Feijóo sabe que tiene fecha de caducidad: su crédito acaba con las próximas elecciones generales, sean cuando sean. Por eso, ha querido afianzar su liderazgo al frente del partido colocando a gente de su total confianza en lugares claves, y así dar el asalto final al “sanchismo”. La dimisión de Cuca Gamarra como secretaria general del partido le ha permitido hacer un remodelación de la cúpula de la organización a su medida; y entre otros ha colocado al hasta ahora portavoz parlamentario, el mamporrero Miquel Tellado, al frente del partido y a Ester Muñoz, diputada de palabra fácil y lengua afilada en la portavocía del grupo parlamentario. Ambos, instalados en la bronca permanente, comparten un discurso áspero y bronco, sin concesiones al adversario.

Días antes del congreso Feijóo mandó a Tellado sondear la disponibilidad de los socios parlamentarios de Sánchez a cambiarse de bando. Pero ya se sabe que quien siembra vientos recoge tempestades, y eso es lo que le ocurrió al PP. Los de Junts sugirieron a Feijóo que fuese a Waterloo a negociar con Puigdemont y los del PNV dieron a Tellado con la puerta en las narices. No se puede estar todo el tiempo insultando y despreciando a alguien y luego buscarlo para que apoye una moción de censura.

En estos momentos PP y PSOE son la cara y la cruz de una misma cosa: la política en nuestro país. Mientras los primeros están pletóricos, henchidos y casi extasiados porque parece que el viento les sopla de popa y tiene el poder a tocar. En el PSOE están inmersos en una de las etapas más oscuras de su historia reciente. Si el caso Cerdán se queda en los tres individuos de los audios, los socialistas podrán superar el bache y reflotar su proyecto, pero si resulta que los tentáculos de la corrupción son más alargados de lo previsto y han penetrado en las arcas del partido o han dejado su huella en el patrimonio de algún socialista ilustre el descalabro será de los que marquen una época.

Se avecinan días tensos y cargados de novedades, algunas más o menos previstas, otras, quizás, imprevisibles. Estaremos atentos y que todos recuerden que no es aconsejable vender la piel del oso antes de cazarlo.

 

 

Bernardo Fernández

Publicado en Catalunya Press 06/07/2025

 

02 de juliol 2025

CARTA ABIERTA A FELIPE GONZÁLEZ

Apreciado compañero Felipe:

Jamás llegué a pensar que escribiría una carta como esta. Me impulsan a hacerlo tus frecuentes declaraciones y/o cometarios sobre las iniciativas políticas del Gobierno que preside Pedro Sánchez, siempre agrios y críticos y eso, me genera perplejidad, decepción y enojo.

Vaya por delante que desde muy pronto fui seguidor tuyo, aunque no siempre estuve de acuerdo con tus decisiones. En mi opinión, has sido uno de los grandes estadistas que dio España en el siglo XX y uno de los mejores presidentes de gobierno de nuestro país en el siglo pasado.

Los partidos políticos necesitan para crecer y sobrevivir el paraguas de un líder y, en la sociedad que nos ha tocado vivir, para ser líder hay que tener unas capacidades comunicativas excepcionales. Esa cualidades fortalecen al dirigente en el seno de la organización y lo proyectan como reclamo electoral. Los medios de comunicación necesitan interlocutores que comuniquen con nitidez y cierta pasión. Si echamos un vistazo a nuestro entorno y al pasado más o menos reciente, veremos que los dirigentes políticos que han prevalecido en el tiempo han sido aquellos que han tenido unas capacidades comunicativas fuera de lo común, y tú Felipe las has tenido y, según parece, las conservas bastante intactas. Quizás porque siempre tuviste una inmensa capacidad de persuasión.

Fuiste y eres un maestro de la palabra hablada. Tus discursos en el Congreso de los diputados eran pequeñas joyas. Tu voz cautivaba y convencía, tanto lo que decías como la forma en que lo decías, la entonación, los gestos, es decir el lenguaje corporal, eran un representación casi perfecta y eso hacía que transmitieras convicción. Como decía un antiguo compañero: “cuando habla Felipe hasta mi madre lo entiende, cuando habla…, a veces no lo entiendo ni yo”.

Siempre he pensado que si conectabas con los ciudadanos era porque además de tu facilidad de palabra, la gente veía que tras tu discurso había una idea clara para modernizar y europeizar España. Tú exponías tus ideas, las justificabas, las defendías y las llevabas a la práctica, sabiendo que gobernar con ideas tiene costes.

En el paso de la dictadura a la democracia, el PSOE aglutinó en sus filas una serie de jóvenes de una capacidad excepcional que elaboraron un proyecto político que acabaría siendo el eje vertebrador de la Constitución, el núcleo del programa electoral del 82 y el embrión para la modernización de España. Entonces, apareció un gran comunicador ─que eras tú─ y supiste aglutinar las distintas sensibilidades que existían dentro de la organización, construir un discurso y desarrollar un estilo con el que todo el partido se identificó. Eso lo captaron enseguida los medios de comunicación que encontraron en ti el relator ideal y te convirtieron en el protagonista de la vida política, muy por encima del propio partido y, desde luego, de los adversarios políticos.

Justo es decir que tuviste suerte (en la vida, como en la política, nunca viene mal), la implosión de la UCD te facilitó mucho las cosas. Además, nunca fuiste ni fundamentalista ni oportunista y eso jugó a tu favor. En aquellos tiempos, vivíamos en un desbarajuste permanente y la ciudadanía quería ser gobernada y saber que había un gobierno que se ocupaba del país y ponía rumbo al futuro y tú fuiste quién capitaneo esa nave.

No obstante, en tu gestión también hubo cuestiones oscuras o poco virtuosas que estallaron con especial virulencia en las dos últimas legislaturas, aunque es muy probable que llevaran mucho tiempo incubándose. No las voy a mencionar, seguro que las tienes muy presentes, como también recordarás que cuando pintaban bastos decías que tú te acababas de enterar por la prensa.

Pero volvamos al presente: has criticado con suma dureza la ley de amnistía. A mí tampoco me gustó. No obstante, hay que reconocer que algún efecto positivo ha tenido, sobre todo, en los sectores más templados del independentismo, la situación en Catalunya se ha girado como un calcetín, se vuelve a respirar un aire de normalidad y tenemos un presidente socialista en la Generalitat. No está mal.

En cambio, no has dicho absolutamente nada sobre cuestiones como la situación económica de nuestro país que va mucho mejor que cualquiera otra de la UE, ni del descenso del número de parados, auténtico talón de Aquiles de todos los gobiernos. Nunca te has referido a la reforma del mercado laboral que está haciendo disminuir los contratos en precario de manera considerable. Tampoco te he escuchado comentar nada sobre las políticas sociales y de distribución de la riqueza que han llevado a cabo Sánchez y su equipo. ¿Te imaginas la pandemia con M. Rajoy en la Moncloa? Mejor que no. Francamente, hubiese sido muy reconfortante que tus críticas hubieran ido acompañadas con algún reconocimiento a la gestión porque, en siete años que lleva Sánchez gobernando, alguna cosa habrá hecho bien como, por ejemplo, regular por ley la subida de las pensiones conforme al IPC. ¿No te parece?

Nunca tuviste una sintonía franca con Pep Borrell y mucho menos, cuando tuvo la “osadía” de desafiar al aparato del partido, forzar unas primarias y, además, ganarlas. Tampoco tu relación fue fluida ni cordial con José Luís Rodríguez Zapatero. Pero es que, a Pedro Sánchez, no sé si le tienes animadversión personal, en eso no voy a entrar, pero política es una evidencia poco cuestionable.

Estos últimos días, te he oído decir que si Sánchez se vuelve a presentar tú no lo vas a votar. Está claro que como ciudadano de un Estado social y de derecho puedes votar a quien quieras o no votar. Faltaría más. Sin embargo, tú, además de ser un ciudadano más, eres un referente político para miles y miles de ciudadanos, tienes una biografía y eso marca.

En fin, pienso que, por un acto de lealtad política, debía escribir esta carta. Te deseo lo mejor, y espero que renuncies a ser un jarrón chino. No es fácil, pero hemos de saber dejar paso a los que nos vienen detrás.

Con mucho afecto, te hago llegar un saludo cordial.

 

 

Bernardo Fernández

Publicado en Catalunya Press 30/06/2025

 

25 de juny 2025

UN FLOTADOR EN LA TORMENTA

“Los adversarios los tengo enfrente, los enemigos detrás”, esta frase se le atribuye a Winston Churchill. Pues bien, si el político británico levantase la cabeza, seguro que se la cedería a Pedro Sánchez.

En efecto, Sánchez entregó las responsabilidades que conlleva la Secretaría de Organización del PSOE, primero, a José Luís Ábalos y cuando esté le falló a Santos Cerdán y ambos le han vendido por un plato de lentejas, que, en los tiempos de la Inteligencia Artificial, viene a ser algo así como importantes mordidas a cambio de concesión de obra pública.

La cuestión es que esos dos personajes, más el lacayo Koldo y, tal vez, algún otro individuo, de momento, no identificado, han echado por tierra el proyecto de regeneración democrática y tolerancia cero con la corrupción que llevó a Pedro Sánchez a la Moncloa. Veremos si cuando se recupere la normalidad es posible reiniciar el programa o nos quedamos atrapados en el fango del “y tú más” y el “todos los políticos son iguales”.

Tras una reunión maratoniana de la Comisión Ejecutiva del partido Sánchez compareció en la sede del PSOE para anunciar que descartaba dimitir, que comparecería en el Cámara baja para dar explicaciones, proponer la ceración de una Comisión de Investigación en el Congreso y encargar una auditoría externa en el partido para llegar al fondo del asunto (otros, en cambio, rompían los discos duros a martillazos antes de que la justicia los requisara). Aunque en la comparecencia se echó en falta alguna medida encaminada a regenerar nuestro sistema democrático.

A continuación, Pedro Sánchez puso en marcha una rueda de contactos con los socios de Gobierno y los de la mayoría de investidura para cerrar filas y limar diferencias. Sin embargo, ni en esas conversaciones ni la sesión de control al Gobierno celebrada días atrás en el Congreso, el presidente ha logrado convencer ni a Sumar ni al resto de partidos que le dieron sus votos para ser investido. La opinión generalizada es que le faltó contundencia y suficiencia explicativa. Tampoco ha gustado nada que se anunciara la comparecencia del presidente para dar explicaciones, en un pleno el día 9 de julio, en el que, aparte de la corrupción, se incluyen como temas a tratar la próxima cumbre de la OTAN, el Consejo Europeo y una conferencia de la ONU a celebrar en Sevilla. En opinión de los socios, además de ser una fecha demasiado lejana se quiere diluir el tema central: las corruptelas

Quién, una vez más, demostró su agudeza política fue Podemos. Su portavoz del partido, Pablo Fernández, descartó reunirse con Sánchez porque consideraban que es una “una operación de lavado de cara de un partido corrupto”, y su lideresa, Ione Belarra, no se cansa de repetir que el ciclo político de Pedro Sánchez ya ha terminado. Debe ser porque piensan que, a ellos, con la derecha y la derecha extrema en el poder, les irá bien.

Sánchez necesita tiempo para recomponer la situación y recuperar la iniciativa. Es lógico pensar que los miembros de la mayoría de la investidura le aprieten las clavija, pero no le dejarán caer, nadie quiere una convocatoria adelantada de las elecciones, a no ser que al affaire de la corrupción se emponzoñe más. La perspectiva de un ejecutivo formado por PP y Vox no ilusiona a nadie, excepto a los propios interesados.

La política como la vida tiene giros inesperados   y ahora va a resultar que Junts, que ha sido el socio más díscolo en todo lo que llevamos de legislatura, va a ser para Pedro Sánchez y su Gobierno, algo así como un flotador en la tormenta.

No pocos analistas políticos coinciden en señalar que PP y Junts, más pronto o más tarde, acabarán pactando para gobernar este país. Al fin y al cabo, comparten credo ideológico, sobre todo en lo económico y en lo social. Sin embargo, un acercamiento de los de Puigdemont a aquellos que han hecho todo lo posible para que el catalán no sea oficial en Europa, o que su principal lideresa se niegue a utilizar un pinganillo y se ausente de una reunión porque hablan en euskera o catalán, es algo que no se pueden permitir por la sangría de votos que les supondría.  Además, los juntaires necesitan que se resuelva la ley de amnistía que está en el Tribunal Constitucional y eso parece que no será antes de finales de año. Por otra parte, sorprende el silencio que guarda Carles Puigdemont desde que estalló el caso Cerdán, cuando el expresident se prodiga en las redes sociales comentando la situación o las noticias políticas.

En los próximos días Pedro Sánchez tiene una agenda internacional endiablada: entrevista con Donal Trump y cumbre de la OTAN para que los socios gasten un 5% en defensa (algo a lo que Sánchez ya ha dicho que es imposible). Pero lo que el presidente necesita es llegar, políticamente, vivo al otoño. Y es que para entonces se espera la sentencia de la operación Kitchen y alguna otra que ha de salir y podría afectar al PP. También se sabrán los datos de la temporada turística que parece que será de récord. En la Moncloa piensan que con los fallos de los tribunales se va a poner a los populares contra las cuerdas y con unos excelentes datos económicos y el paro en mínimos históricos se puede recuperar la sintonía con los ciudadanos.

La situación es preocupante y todo es posible. Pero mientras no surja información comprometedora con la financiación del PSOE ni surjan nombres relevantes o de miembros del Ejecutivo ligados a Cerdán y sus compinches, mal que bien iremos tirando con una estabilidad muy inestable. Pero si hay más revelaciones y son de alto nivel, se tendrá que dar por acabada la legislatura y el Gobierno de progreso y de las reformas sociales, quedará como algo que fue bello mientras duró.

 

 

Bernardo Fernández

Publicado en Catalunya Press 22/06/2025


17 de juny 2025

LAS TIERRAS RARAS, ESE OBJETO DEL DESEO

Me ha parecido apropiado parafrasear el título de la última película que filmó Luís Buñuel, “Ese oscuro objeto del deseo”, para dar nombre a este artículo. Quisiera poner algo de luz en eso que se ha dado en llamar minerales raros y que, hasta hace bien poco tiempo, la inmensa mayoría de la ciudadanía casi desconocíamos su existencia.

La vuelta de Donald Trump a la Casa Blanca ha supuesto un totum revolutum en muchas cuestiones que considerábamos consolidadas. Es el caso de statu quo mundial, el comercio internacional o la globalización. Pero hay más, por ejemplo, la anexión de Groenlandia a EEUU o que Canadá sea un estado más de los Estados Unidos de América (EUA); no son ocurrencias de un magnate cargado de millones que ocupa su tiempo con bagatelas diversas. Esos anhelos de expansión responden a la lógica de unos individuos que a partir de estudios más o menos fiables, piensan que en esos lugares pueden encontrar cantidades importantes de materiales críticos; el nuevo objeto del deseo de las grandes potencias.

Esos materiales, convenientemente tratados, son indispensables para ese mundo digital que parece esperarnos a la vuelta de la esquina. Semiconductores, tecnologías renovables o determinados instrumentos bélicos necesitan de esos minerales para funcionar. Por eso EEUU ha puesto el ojo en lugares en los que se extraen esos elementos; y parece que el suelo de Ucrania también es rico en esos materiales, de ahí que la administración estadounidense haya ofrecido a los de Zelenski seguridad a cambio de poder explotar y apropiarse de esos recursos.

Algo similar ocurre en el Congo. Hasta ahora el cobalto era el mineral que más ingresos generaba para las arcas de aquel Estado, pero un exceso de oferta ha hecho caer los precios. En consecuencia, el presidente de la República, Félix Tshiseked, ha propuesto a un fondo soberano norteamericano colaboración para explotar sus “tierras raras” a cambio de que le ayuden a derrotar a las fuerzas rebeldes del M23 que buscan controlar los recursos minerales del país y que están patrocinados por Ruanda.

No obstante, el posible acuerdo entre el Congo y EEUU no es fácil. La sombra de China es alargada. Hace tiempo que el gigante asiático decidió no intervenir en los conflictos africanos, pero sí colaborar financieramente en esa zona del mundo. Según la consultora AidData desde el año 2000 China ha invertido unos 12.000 millones de euros, es decir, un 25% del PIB congoleño.  

Los dirigentes europeos son conscientes que no pueden quedar impasibles ante este juego de intereses porque ahí está buena parte de nuestro futuro. Europa ha de jugar sus cartas si se quiere asegurar el suministro de minerales críticos para llevar a cabo la transición energética.  En ese contexto, el Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo lanzó el año pasado un mecanismo para hacer inversiones de capital por 100 millones de euros en operaciones de distintos Estados miembros y otras naciones con las que ha firmado acuerdos de asociación. Por ejemplo con Canadá y Ucrania en 2021, con Kazajistán y Namibia en 2022, con Argentina, Chile, Zambia, la República Democrática del Congo y Groenlandia en 2023, y con Australia (un país rico en litio, cobalto y tierras raras), Ruanda, Noruega y Uzbekistán en 2024. A ello se suman los 47 proyectos estratégicos seleccionados por Bruselas —siete de ellos, en España— para iniciativas en la extracción, el procesamiento y el reciclado y que cubran el buena parte de la demanda de la UE a más tardar en 2030.

A día de hoy, el litio es el mineral más necesario para llevar a cabo esa transición energética, porque las baterías de infinidad de instrumentos que utilizamos de manera habitual están compuestas por ese material. Es el caso de móviles, portátiles, drones de guerra y otros dispositivos bélicos, pero también se utiliza en sistemas de almacenamiento de energía renovable, como turbinas eólicas y paneles solares.

Se estima que la demanda de baterías de iones de litio crecerá cuatro veces hasta 2040. Las baterías de los coches enchufables requieren de una media de casi 210 kilogramos de minerales críticos por unidad, seis veces la cantidad necesaria para un coche convencional, según Goldman Sachs, que utiliza cifras de la Agencia Internacional de Energía (AIE) para hacer este cálculo. El transporte será el mayor impulsor de la demanda de minerales críticos. Se espera que las necesidades de litio aumenten casi nueve veces hacia 2040; la demanda se cobre se duplicará, al igual que las del níquel, mientras que las del grafito se cuadruplicarán y las de las tierras raras podrían ver un aumento de hasta siete veces, según la AIE.

La mayor parte de estos materiales, y otros, pasan por China, que tiene una larga trayectoria como productor y refinador de los minerales críticos. Las tierras raras —donde el gigante asiático tiene una cuota de mercado global en producción del 60% y casi del 90% en refinamiento— se descubrieron por primera vez en el país en 1927. Hoy se sabe que las hay en más de la mitad de su territorio: se han encontrado en 21 provincias. Esto ha sido posible gracias a una estrategia de inversión y política industrial de décadas de duración, respaldada por mano de obra más barata y regulaciones ambientales y laborales más flexibles que en muchos otros países.  Allí también se refina el 68% del cobalto que consume el mundo, el 65% del níquel y el 60% del litio del grado necesario para las baterías de vehículos eléctricos.

En definitiva, parece que las tierras raras y los minerales críticos como el litio, el níquel, el grafito o el cobre son el nuevo objeto del deseo del siglo XXI.  Por lo que es fácil deducir que países con el potencial de contribuir al suministro de esos minerales podrían convertirse en territorios codiciados. América Latina y África han emergido, en las últimas dos décadas, como lugares importantes en esta carrera, debido a sus grandes reservas de esas tierras raras. Parece que Chile, Argentina y Bolivia tienen el 50% de las reservas mundiales de litio. A su vez, Chile también es uno de los principales exportadores de cobre, mientras que Brasil posee depósitos de níquel y tierras raras.

La cuestión es que, de confirmarse estos datos, quizás nos vamos a encontrar, muy pronto, con un cambio de roles políticos y económicos que nadie había previsto.

Sea como sea, el asunto promete. Volveremos sobre ello.

 

Bernardo Fernández

Publicado en Còrtum 16/06/2025

 

16 de juny 2025

UN ELEAFNTE EN LA HABITACIÓN


 

Había pensado escribir un artículo sobre el fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz y su presunto delito de revelación de secretos que le imputa el magistrado del Tribunal Supremo, Ángel Hurtado. De hecho, tenía varias notas preparadas y diseñado un primer borrador como hoja de ruta. Sin embargo, el pasado jueves por la mañana, cuando empezó a circular la noticia de que la UCO había elaborado un informe según el cual Santos Cerdán, secretario de organización del PSOE y diputado en el Congreso, en connivencia con José Luís Ábalos y Koldo García “gestionó” toda una serie de “contraprestaciones económicas” que ascendían, inicialmente, a más de 620.000 euros, pensé que lo de García Ortiz es, ahora mismo, peccata minuta y debía poner el foco en ese personaje, sus comilitones  y en las posibles consecuencias políticas que se puedan derivar.

No voy a insistir a los hechos que se imputan a Cerdán porque en estos últimos días todos los medios, sin excepción, se han referido a ellos de manera exhaustiva, con honestidad profesional unos y con cicatería malsana otros, pero tanto da, la realidad es la que es.

Según informó el propio presidente Pedro Sánchez, en una comparecencia de urgencia, con cara de circunstancias, en la sede del PSOE y en la que pidió perdón, varias veces a la ciudadanía, fue él quien le pidió a Santos Cerdán la dimisión al conocer los hechos. Asimismo, Sánchez anunció que se hará una auditoría externa de las cuentas del partido para disipar las sospechas de financiación ilegal, y también una remodelación de la Ejecutiva, que anunciará en las próximas semanas, antes del Comité Federal del 5 de julio en Sevilla. Esas iniciativas están bien, son necesarias, pero insuficientes. Hay que ir más allá y acabar, de una vez por todas, con la corrupción en los partidos de izquierda. No es fácil. Cierto, pero ha de ser posible. No me cansaré de repetir lo que escribí justo en el artículo que con el título “Balance de un septenio” publicaba en Catalunya Press el pasado 8 de junio, en el que decía: se deben establecer mecanismos que detecten y neutralicen esos individuos perturbadores y ahí hemos de admitir que en el caso que nos ocupa han faltado reflejos, mecanismos expeditivos y contundencia para cortocircuitar posibles piezas tóxicas, ese es, a mi modo de ver, el quid de la cuestión: el problema no es nuevo, pero no se han puesto en marcha los elementos necesarios para que personajes de la catadura política de los Cerdán y compañía, se abstengan de sus trapacerías porque saben que serán descubiertos y tratados con el rigor que se merecen. Porque, es verdad, Santos Cerdán, más pronto o más tarde dimitirá (cuando escribo estas líneas aún no lo ha hecho) y ¿qué? El daño ya está hecho y ya habrá puesto sus mordidas a buen recaudo, pero el desprestigio para la organización y su proyecto político ahí quedan.

Pedro Sánchez llegó a la Moncloa porque le ganó una moción de censura a Mariano Rajoy. En buena medida aquello fue posible gracias a que pocos días antes se había hecho pública una sentencia de la Audiencia Nacional según la cual El Partido Popular se benefició de la trama Gürtel y se le condenaba por lucrarse del entramado empresarial de Francisco Correa. Pero, seamos sinceros, en estos momentos, nadie sabe hasta donde pueden llegar las ramificaciones y la podredumbre del affaire Ábalos-Koldo-Cerdán. Además, carece de lógica querer encapsular el asunto en el partido, resulta muy razonable pensar que puede haber, de un modo u otro, vasos comunicantes entre partido y Gobierno y, en cualquier caso, las mordidas se hicieron en adjudicaciones públicas.

Con todo, debemos evitar que los árboles nos impidan ver el bosque. Por eso, quiero poner en valor el trabajo de Sánchez al frente del Ejecutivo. tanto en temas de trascendencia internacional, como en cuestiones internas y, sobre todo, hemos de valorar sus iniciativas en cuestiones sociales porque son las más progresistas y las más equitativas en redistribución de riqueza que se han hecho desde que recuperamos la democracia.

En cualquier otro país sería el momento óptimo para que el partido mayoritario de la oposición presentase una moción de censura, porque, aunque la perdiera por la aritmética parlamentaria, la podría ganar en términos políticos, como ocurrió con la que presentó el PSOE en 1980 con Felipe González como candidato. Feijóo tiene una ocasión de oro para presentarse como un auténtico candidato a la presidencia, demostrar su nivel político y explicar su proyecto para España, pero él mismo ya ha dicho que no va a haber moción y es que, en realidad, ni tiene nivel, ni hay proyecto ni hay nada de nada.

En estos momentos, el Gobierno cuelga de un hilo. Por eso, y aunque desde Moncloa ya lo han descartado, se debería sondear la posibilidad de que Pedro Sánchez se someta a una cuestión de confianza. Es cierto que los socios pueden aprovechar para pedir imposibles al presidente, pero sin presupuestos y sin la mayoría parlamentaria acabar la legislatura puede ser un auténtico vía crucis y adelantar las elecciones sería lo más parecido a hacerse el harakiri. Quizás lo único que tiene Sánchez a favor es que los socios de la investidura saben que la alternativa es PP y Vox y eso pone la piel de gallina.

Llámenme ingenuo si quieren, pero, con la que está cayendo, pienso en esos cientos de miles de socialistas de “toda la vida” que siempre han creído y defendido lo que ha dicho le partido sin pestañear y me pregunto, ¿los dirigentes del partido serán capaces de mirarlos a los ojos y pedirles el voto en las próximas elecciones?

Este affaire me ha recordado aquella metáfora del elefante en la habitación que hace referencia a una verdad evidente que es ignorada o pasa inadvertida. Pues es obvio: el PSOE tiene un elefante en la habitación.

 

Bernardo Fernández

Publicado en Catalunya Press 15/06/2025

10 de juny 2025

BALANCE DE UN SEPTENIO

Se han cumplido siete años de la llegada de Pedro Sánchez a la presidencia del Gobierno. Fue mediante una moción de censura que había presentado el grupo parlamentario socialista a Mariano Rajoy y que salió adelante con 180 votos a favor y 159 en contra. Días antes, se había hecho pública una sentencia de la Audiencia Nacional (AN) según la cual El Partido Popular se benefició de la trama Gürtel y se le condenaba a pagar 245.492 euros, por lucrarse del entramado empresarial de Francisco Correa, se condenaba también al ex tesorero del partido Luís Bárcenas a 33 años y cuatro meses de prisión y al pago de una multa de más de 44 millones de euros, por blanqueo y delitos fiscales. Además, la AN cuestionaba la “credibilidad” del testimonio de Rajoy en el juicio. Con ese veredicto el PP se convertía en el primer partido de Europa con una sentencia por corrupción en su haber. Los mismos que ahora acusan al actual Gobierno de ser una mafia. 

Desde luego, estos siete años han sido de todo menos tranquilos. En ese tiempo, Pedro Sánchez ha tenido que lidiar con la pandemia global del coronavirus, la erupción de un volcán en la isla canaria de La Palma, la invasión de Ucrania y el genocidio de Gaza, los efectos colaterales como el repunte de la inflación, el retorno a la Casa Blanca de Donald Trump con lo que eso conlleva y, a nivel interno, el acoso por tierra, mar y aire de la derecha y la derecha extrema.

Con ese paisaje de fondo, la política nacional ha estado marcada por la renovación de varias instituciones y organismos, entre ellos el Consejo del Poder Judicial, y la aprobación de leyes polémicas, como la del 'solo sí es sí' o la de la amnistía, otras, en cambio, de puro sentido común como la ley orgánica de Regulación de le Eutanasia o de reparación como, por ejemplo, la ley de Memoria Histórica. También se han llevado a cabo actos de dignificación democrática como el traslado de los restos del dictador Francisco Franco fuera del Valle de los Caídos a un lugar de menor preeminencia.  

En el plano internacional, la presidencia de Sánchez ha pivotado entre la proyección exterior de España, con tres cumbres internacionales celebradas en suelo español, una presencia activa de nuestros representantes en todos los foros celebrados ─sobre todo en la UE─ y los giros en la política con Marruecos, el Sáhara Occidental y la intención del reconocimiento de Palestina como estado.

En la vertiente financiera nuestra economía lleva varios años sobresaliendo por encima del resto de economías europeas. No obstante, esa situación de bonanza no aplaca ni la polarización política que padecemos ni amortigua la pérdida de poder adquisitivo que sufren las clases medias y populares, pero tampoco ha solventado la problemática que existe para acceder a la vivienda, aunque hay que decir que se han empezado a dar pasos para afrontar la cuestión. 

El equipo que se conforma entrono a un presidente de gobierno está compuesto por un grupo de personas muy heterogéneo y nadie puede evitar que se cuele algún elemento no deseado: Eso es algo inevitable. Por consiguiente, se deben establecer mecanismos que detecten y neutralicen esos individuos perturbadores y ahí hemos de admitir que en el caso que nos ocupa han faltado reflejos, mecanismos expeditivos y contundencia para cortocircuitar posibles piezas tóxicas.

Esa posible laxitud ha propiciado que la derecha y la derecha extrema carguen al presidente Sánchez todos los males habidos y por haber y, por si con eso no era suficiente, echaron mano de sindicatos siniestros como Manos Limpias o de jueces de clara tendencia conservadora como sucede con el titular del Juzgado de Instrucción 41 de Madrid, el juez Juan Carlos Peinado, para hacer jaque al presidente y si es mate mejor. Todo vale para hacer responsable a Sánchez de la siete plagas de Egipto. 

Pese a todo, los gobiernos de estos años han puesto el acento en los avances sociales, Los ejecutivos presididos por Pedro Sánchez son, con toda probabilidad, los que más iniciativas de ese tipo han llevado a cabo desde 1978. Los números hablan por sí solos, y la hoja de ruta ahí está: el Salario Mínimo Interprofesional (SMI) para 2025 se ha fijado 1.184 euros brutos mensuales en 14 pagas, lo que supone 16.576 euros brutos anuales; esto es un aumento del 4,4% respecto a 2024. Como fruto de la reforma laboral en estos momentos hay en nuestro país más trabajadores fijos que nunca, rozamos los 21.800,000 de cotizantes a la Seguridad Social, una cifra que jamás se había alcanzado. Se puso en marcha el Ingreso Mínimo Vital (IMV). Por lo que respecta a la pensiones públicas con Mariano Rajoy subían un 0.25% anual y con la “mafia en el Gobierno” (según el PP), la pensión media de jubilación ha aumentado desde 2019 un 27%. Y junto con los ciudadanos portugueses estuvimos pagando durante más de dos años la electricidad y el gas más baratos de la zona euro. Además, el Gobierno aprobó hasta cinco paquetes de medidas para frenar la inflación, con los que se movilizaron más de 30.000 millones de euros entre rebajas de impuestos, subvenciones a los carburantes y ayudas a familias y empresas.

Todas estas medidas fueron necesarias, pero seguro que habrá quien diga que no fueron suficientes, y tendrá razón, pero no podemos olvidar que los recursos son finitos. Con frecuencia me pregunto ¿qué hubiera sucedido si hubiésemos tenido un gobierno de derechas? Con sinceridad, no me lo quiero imaginar. 

Parece incuestionable que algún que otro bribón ha utilizado su posición de privilegio para meter la mano dónde no debía. Ahora bien, los grandes delincuentes de este país han estado siempre en la derecha, no creo que haga falta recordar affaires y nombres. Por eso, de buena gana hubiera titulado este artículo “De la mafia en la Moncloa a los chirizos en Génova”, pero he preferido contenerme. 

En este contexto, sorprende que un partido corrupto hasta la médula, como el PP, con ex altos cargos en la cárcel y con un buen puñado de casos pendientes de resoluciones judiciales, tache al actual Gobierno de mafia; y que además lo diga su líder que compartía con un conocido narcotraficante paseos en yate, es para mear y no echar gota que diría un castizo (disculpen la ordinaria).

Sin duda alguna se me han quedado cosas en el tintero, pero este es, con luces y sombras ya grandes rasgos, el equilibrio que se puede hacer del septenio que Pedro Sánchez lleva al frente del Ejecutivo. Sea como mar, hay algo que es evidente y quiero destacar: en esos años, pese a quién le pese, el país ha progresado en libertad, calidad democrática y justicia social. 

 

 

Bernardo Fernández

Publicado en Catalunya Press 08/06/2025

 

02 de juny 2025

NO AMIGOS, NO. NO ERA ESTO

En las postrimerías de la dictadura, tuve que correr, en más de una ocasión, por las calles adyacentes a la plaza de Catalunya y a las Ramblas de Barcelona porque los grises nos querían dar estopa por revindicar alguna demanda vecinal, defender los derechos laborales de los trabajadores o, simplemente, por pedir libertad. A un amigo mío, que cogieron con un macuto, en el que, según dijeron, llevaba propaganda subversiva, le zurraron la badana hasta hartarse, lo metieron en la cárcel y lo desterraron a Canarias a hacer la mili. Aquel chaval ya nunca volvió a ser el que era. A otro, con el que conservo una estrecha relación, le cayeron tres años de prisión, que cumplió en la cárcel de Torrero, en Zaragoza, acusado de pertenecer a un grupo anarcosindicalista. Otros, en cambio, no tuvieron tanta suerte y pagaron con la vida sus anhelos de libertad. No voy a hacer aquí una relación con los nombres de esos desafortunados porque me dejaría algunos y eso sería una grave injusticia. Además, todos los que tenemos una edad, conservamos el recuerdo de un buen número de personas que se quedaron por el camino.

El dictador murió en la cama, pero como dice Nicolás Sartorius, cofundador de Comisiones Obreras (CCOO), “es una falacia decir que la democracia la trajeron el rey Juan Carlos y el presidente Suárez” (…) “Fueron las movilizaciones de las clases populares en general y de la clase trabajadora en particular las que forzaron el final de la dictadura”; y yo añadiría que un conjunto de políticos, de izquierda y centroizquierda, supieron canalizar aquella inercia para llevar a cabo una transición que, tal vez, no fue tan modélica como nos quisieron hacer creer, pero que, en aquellas circunstancias, fue la que se pudo hacer. Sea como fuere, aquel cambio tuvo muchas más luces que sombras y nos permitió recuperar las libertades, legalizar partidos políticos y sindicatos, aprobar una Constitución y, en definitiva, establecer un régimen democrático homologable a cualquiera de los más desarrollados del mundo.

Siempre he pensado que, si todo aquello fue posible, en parte, lo fue por el acoquinamiento de la derecha que salió de la dictadura descolocada, anonadada y minoritaria (con una derecha crecida quizás hubiese sido imposible).  Sin embargo, con el tiempo la situación evolucionó y no sabría decir si para mejor. La cuestión es que fuimos entrando en una etapa que se podría denominar de normalidad democrática y buena parte de la ciudadanía que se había entusiasmado con aquel cambio de sistema empezó a poner en tela de juicio si todo aquello valía la pena. O sea, hizo acto de presencia el desencanto.

No obstante, en poco más de diez años España dio un giro que ya no la reconocía ni la madre que la parió, como dijo un conocido político. La transformación fue profunda. Pero no se establecieron los mecanismos de control adecuados, ni se actuó con la necesaria celeridad y contundencia, y eso hizo que muy pronto aparecieran unos cuantos sinvergüenzas que se enriquecieron a costa del erario.

Esas anomalías facilitaron el hartazgo popular y que la derecha se fuese desacomplejando, hasta que liderada por un personaje nada empático pero que supo aglutinar a todas las tendencias derechistas, acuñó aquello del “Váyase señor González” y se produjera “la dulce derrota” que descabalgó a los socialistas del poder.

Y así hemos llegado hasta aquí, con la corrupción tan increscendo como la desafección política ganando adeptos. Además, se ha convertido en algo habitual que la crispación suba cuando a la derecha la aritmética parlamentaria no le dé para gobernar y se ha de quedar en la oposición. Entonces echan mano de todo lo que tienen a su alcance para desalojar a los okupas izquierdosos de las instituciones; porque para ellos que el poder esté en sus manos es lo lógico; pero que gobierne la izquierda es una anomalía. Y como que la estrategia de la polarización les dio pingües beneficios electorales tiempo atrás, ahora la han recuperado y resulta bochornoso ver o escuchar un pleno o una sesión de control al Gobierno en el Congreso de los diputados o el Senado. Allí lo que vale es el insulto, la descalificación gratuita y, en consecuencia, la discusión tabernaria se impone al razonamiento sereno, a la crítica aguda y la reflexión rigurosa; todo vale para lograr un titular y quince segundos de gloria en el prime time de un informativo televisivo, lo demás no importa.      

Y, si con eso no es suficiente, judicializan la política y caldean el ambiente convocado concentraciones en cualquier lugar público o mandan a la gente a rezar el rosario a la puerta de la sede del adversario. Todo vale.

Entiendo que no es fácil afrontar una situación semejante, pero la izquierda no debería caer en esas provocaciones. La suciedad no se limpia ensuciando más, al contrario. A mi modo de ver, falta determinación y contundencia en según qué situaciones como, por ejemplo, el affaire de Leire Díez que amenaza con airear información comprometedora de la Unidad Central Operativa (UCO) o el espectáculo esperpéntico de Miguel Ángel Gallardo, presidente de la Diputación de Badajoz y que pasó a ser diputado autonómico de la noche a la mañana y así retrasar la apertura de juicio oral, ya que está siendo investigado por tráfico de influencias y prevaricación por un presunto enchufe laboral al hermando de Pedro Sánchez.  A los ojos de la opinión pública, eso es una frivolidad y coloca al mismo nivel de chupópteros al PSOE que al PP.

Y es que no amigos, no. No era esto. No salimos a las calles a jugarnos la piel, ni nos jugamos la libertad, ni otros perdieron la vida para que años después unos aprovechados viniesen a sacar beneficios espurios de todos aquellos sacrificios y renuncias. Estamos mayores. Es cierto. Pero no estamos gagás y aún nos quedan muchas cosas por hacer y decir. Así pues, que no nos tomen por lo que no somos.

 

Bernardo Fernández

Publicado en Catalunya Press 01/06/2025

 

CAFÉ PARA TODOS, PERO AL GUSTO

Por lo menos en una cosa coinciden los dos grandes partidos de nuestro país (PP y PSOE): la infrafinanciación que padecen las comunidades au...