17 de setembre 2025

SE LLAMA GENOCIDIO

No hace falta tener una sensibilidad especial para estremecerse ante la tragedia humana que está ocurriendo en Gaza. Lo que está haciendo el ejército de Israel al pueblo palestino no tiene nombre o sí: se llama genocidio. Ya se han superado los 64.000 muertos y no se ve un final. La máquina de guerra israelí funciona a toda pastilla, cada vez con mayor virulencia, bombardeos constantes sobre civiles, desplazamientos de población y un estricto bloqueo de suministros y de energía están poniendo en grave peligro la supervivencia de los habitantes del campo de ruinas en que ha quedado convertida la Franja.

La matanza perpetrada por Hamás el 7 de octubre de 2023 (que el mundo condenó de forma generalizada) no justifica el genocidio que se está cometiendo con los ciudadanos gazaties. Nada justifica la manera de actuar de Israel ni en Gaza, ni en Palestina, ni en Oriente Próximo en general. Además, el respaldo que Gobierno y Ejército están dando a los abusos de los colonos en Cisjordania refuerza la idea de que el 7 de octubre es utilizado como pretexto para un proyecto previo.

Benjamín Netanyahu es un tipo sin escrúpulos y sin límites, que ha hecho suya —en parte por convicción y en parte para mantener los apoyos necesarios para seguir en el poder— la agenda en Gaza de sus aliados de la extrema derecha nacionalista israelí. Después de infinidad de crímenes de lesa humanidad, la semana pasada ordenó desalojar la ciudad de Gaza y el traslado de centenares de miles de civiles. También atacó a la diezmada cúpula de Hamas que estaba en Qatar preparando una cumbre para la paz.

El objetivo último de tanta barbaridad es el establecimiento de asentamientos y la limpieza étnica de la población de la Franja. Y es posible porque Donald Trump ve con buenos ojos la expulsión de los palestinos de su tierra, primer paso para llevar a cabo el proyecto de construir una Riviera de lujo en esa parte del mundo.

Para los socios ultras de Netanyahu, que dan voz al movimiento radical de colonos israelíes, la religión es uno de sus ejes vertebradores. Por eso es irrenunciable apoderarse de Cisjordania, la Judea y Samaria bíblicas, que consideran el corazón de la tierra de Israel que creen prometida por Dios a los judíos. Una vez más, las creencias religiosas marcan el tempo de la política, o si se prefiere de la vida y de la muerte.

El Consejo de Exteriores de la UE celebrado el 23 de junio y el Consejo Europeo llevado a cabo pocos días después constataron con diversos documentos la matanza perpetrada por el ejército israelí a las órdenes de Benjamín Netanyahu. Existen, también, informes basados en testimonios de militares israelíes a los que se les exige el uso de armas de fuego contra palestinos desarmados para mantener el orden durante la recogida de alimentos, distribuidos ahora por una fundación patrocinada por Israel y Estados Unidos. Dichas órdenes de los mandos militares, desmentidas por el Gobierno, explican el elevado número de muertes civiles entre quienes buscan comida y agua.

Ante esta insoportable situación la UE decidió mirar hacia otro lado; y esa actitud tan timorata es lamentable porque la Unión tiene herramientas de sobra para presionar al Gobierno israelí. La UE y sus Estados miembros son el principal socio comercial, inversor y de intercambio de personas de Israel, así como su principal proveedor de armamento. En el año 2000 la UE e Israel firmaron unos acuerdos que son los más favorables para terceros países firmados nunca por la Unión. Esos pactos, entre otras cuestiones, contemplan la exención de derechos de aduana a las exportaciones de bienes, servicios y de visados para sus ciudadanos.

Pues bien, después de que el Consejo de Asuntos Exteriores constatase que Israel no respeta los derechos humanos, los dirigentes de la UE tienen la obligación jurídica, política y moral de suspender ese acuerdo. No hacerlo, como está ocurriendo, equivale a ser colaboradores de Netanyahu y lo que es peor, no tomarse en serio lo más preciado que puede tener un colectivo: la dignidad.

Ahora, sin embargo, el pleno del Parlamento Europeo, por iniciativa de la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula Von de Leyen, ha propuesto la suspensión parcial del acuerdo de asociación entre la UE e Israel, en su apartado sobre comercio. No obstante, hay que recordar que la Eurocámara no tiene capacidad ejecutiva y deberán ser los gobiernos de los Estados miembros los que lleven a cabo la iniciativa.

Por todo esto, la decisión del Gobierno de España de poner en práctica medidas, entre las que destaca un embargo total de compra y venta de armamento a Israel, además de otras como, por ejemplo, evitar que barcos o aviones que puedan llevar combustible o apoyo al ejército israelí puedan atracar o aterrizar en España, tiene, más allá de su importante valor real, una dimensión simbólica incalculable poque nuestro país se coloca de esta modo, como defensor de los derechos humanos, muy por delante del resto de ejecutivos de la UE.

Con todo, no sería bueno maximizar esa iniciativa del Gobierno. Hemos de ser realistas y el efecto real va a ser más bien limitado porque las armas que no venda España al ejército israelí las comprarán a otro país y los barcos o aviones que por su cargamento no puedan atracar o hacer escala en nuestros puertos o aeropuertos si lo podrán hacer en Rota o Morón, porque están bajo jurisdicción de los EE UU. Por consiguiente, la importancia de esa acción no lo es tanto por sus consecuencias reales, sino por la denuncia y la carga moral que ante la comunidad internacional está teniendo ya esa batería de medidas.

Lamentablemente, una vez más, la política y el deporte se han cruzado. El pasado domingo se celebraba en Madrid la última etapa de la Vuelta Ciclista a España. Allí acudieron muchos ciudadanos a manifestarse a favor de Palestina, los derechos humanos y la paz. Sin embrago, un puñado de agitadores se saltaron todas las medidas de seguridad e invadieron la calzada poniendo en riesgo la integridad de los participantes. Ante tal situación de descontrol los organizadores optaron por cancelar la etapa y dar la carrera por finalizada. En definitiva, un final de carrera bochornoso. Y claro, a los líderes del PP les ha faltó tiempo para decir que Sánchez es el responsable de todo el fiasco por decir en un mitin celebrado por la mañana que: “sentía profunda admiración por la sociedad española que se moviliza contra la injusticia”. 

No soy partidario de mezclar los temas. Este artículo va del genocidio en Gaza, la reacción de la UE y la actitud de nuestro Gobierno. Nada más. No obstante, ante la estulticia y las críticas falaces y sin ningún fundamento que Feijóo y sus palmeros hacen de forma sistemática a las iniciativas del Ejecutivo, me enervan por su memez, frivolidad y falta de visión de Estado. Miedo me da cuando pienso que esa panda de descerebrados y carroñeros de la política algún día nos pueda gobernar.

 

 

Bernardo Fernández

Publicado en Catalunya Press 15/09/2025

 

SE LLAMA GENOCIDIO

No hace falta tener una sensibilidad especial para estremecerse ante la tragedia humana que está ocurriendo en Gaza. Lo que está haciendo el...