20 d’abril 2023

INASEQUIBLE AL DESALIENTO


 

El 26 de noviembre de 2020 el Parlamento europeo votó una iniciativa, presentada por la diputada Diana Riba (ERC), que proponía el reconocimiento de la autodeterminación a los territorios que reivindican su identidad nacional diferenciada, como puede ser el caso de Cataluña, Flandes, El País Vasco o el Tirol.

La propuesta fue rechazada por 487 votos en contra, 170 a favor y 37 abstenciones. Es decir, los representantes, de los casi 450 millones de ciudadanos de los 27 estados miembros de la UE, legítimamente escogidos entienden que la autodeterminación, o sea, la independencia no tiene cabida en el ámbito comunitario.

Pero el independentismo catalán acostumbra a hacer oídos sordos cuando un tema no es de su agrado. Quizás por eso, el pasado mes de septiembre, durante el debate de política general que se llevó a cabo en el Parlament de Cataluña, Pere Aragonés propuso una resolución para negociar con el Gobierno central un Acuerdo de Claridad. Sin embargo, la iniciativa fue rechazada tanto por los grupos independentistas como por los no secesionistas, tan solo en Comú Podem votó afirmativamente.

Para remachar el clavo, un par de meses después, de que el presidente sufriese esa contrariedad, el Tribunal Supremo del Reino Unido vetaba el segundo referéndum de independencia de Escocia. Los cinco jueces que componen el Tribunal que rechaza el plebiscito que sería consultivo y no tendrá consecuencias ni prácticas efectivas en la unidad del estado. Con esa decisión jurídica, se desmoronaba como un castillo de naipes la “vía escocesa”, principal referente del independentismo catalán en los últimos años.

Pues bien, parece que el presidente Aragonés es inasequible al desaliento porque a pesar de estos antecedentes, la semana pasada compareció ante los medios para anunciar que tras el 28 M convocará a los partidos catalanes para elaborar una propuesta de Acuerdo de Claridad que quiere presentar al Gobierno que surja de las próximas elecciones generales.

La idea de Aragonés está basada en una que  formuló Canadá en el 2000  para las solicitudes de escisión que se hacían desde Quebec, la región francófona del país. En ella, Canadá reconocía la posibilidad de que Quebec se separara, siempre y cuando el resultado del referéndum en la región fuera “de una mayoría clara y contundente”, algo que no pasó, aunque sí dio el nombre a la norma.

Moncloa no hizo esperar su respuesta y por boca de la ministra de Hacienda y Función Pública, María Jesús Montero, dejó claro “que con Pedro Sánchez de presidente del Gobierno, no va a haber referéndum de autodeterminación en Cataluña”.

Por su parte, los partidos de la oposición recibieron con frialdad la propuesta. El PSC dejó claro que no comparte el debate: “Se tiene que estar dedicando energías en otras cosas, con propuestas divisivas no nos encontrarán”, dijo su portavoz parlamentaria Alicia Romero y el primer secretario, Salvador Illa, ha anunciado que su partido no tiene comprometido la asistencia a ese foro porque siempre se han opuesto a propuestas que vayan en la línea de “dividir a los catalanes” en lugar de fomentar su unión.Tampoco en Junts se alegraron con la iniciativa que, en su opinión, es una “huida hacia delante” con “tufo de electoralismo”. Sin embargo, Josep Rius, portavoz de los posconvergentes, aseguró que su formación estará en la mesa de partidos que plantea Aragonés para junio. Aun así, ha reclamado una mesa que conforman solo independentistas. Y a Carles Puigdemont le ha faltado tiempo para rechazar la propuesta y recordar que el Parlament ya rechazó un Acuerdo de Claridad.

Sostienen diversos analistas políticos que esa iniciativa es un brindis al sol para tensionar a la parroquia porque, según las encuestas, en las próximas elecciones municipales pintan bastos para los republicanos en la primera corona del área metropolitana de Barcelona. En cambio, Junts está remontando gracias al efecto Trias, aunque acude a las municipales sin las siglas de su partido. Y parece que esa situación genera mimetismos en buena parte del territorio catalán gracias, también, a las alianzas con el PDECat.

A mi modo de ver, la cuestión de fondo es que el Govern vive en un permanente “sin vivir”. Con un grupo parlamentario de 33 diputados de un total de 135 y escasísimas posibilidades de acuerdo con otras formaciones, la legislatura pende de un hilo; los números son tozudos y la aritmética parlamentaria tiene sus límites. Además, Junts, después del terremoto interno que supuso la salida del Ejecutivo se está estabilizando y el PSC sigue encabezando las encuestas ampliando sus ventajas, y todo eso pone de los nervios a los dirigentes republicanos.

Pere Aragonés y sus colaboradores saben, sobradamente, que ningún Gobierno de España, sea del color que sea, jamás permitirá un referéndum de autodeterminación en el territorio nacional. “Países como Francia, Alemania o Italia ya han sentenciado que ninguna región podría separarse del país, da igual el procedimiento que se quiera seguir”, opina Javier Tajadura, catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad del País Vasco.

Lo que no me parece una opción es volver a tensionar a la sociedad catalana y ponerla, de nuevo, a los pies de los caballos. En consecuencia, me permito sugerir a Pere Aragonés y los suyos que si tan convencidos están de la bondad de su propuesta y, dado que excede el marco constitucional, que sea el grupo parlamentario de ERC, en el Congreso de los diputados, quien presente una propuesta de modificación de la Constitución. Porque no es admisible que el presidente (se supone que) de todos los catalanes publique desde una institución común (la Generalitat) un proyecto de partido como es el Acuerdo de Claridad. Los ciudadanos no independentistas estamos hartos de que nos ninguneen con bagatelas como el derecho a decidir, la unilateralidad y, ahora, el Acuerdo de Claridad. Mejor nos iría si nuestros gobernantes se dedicasen a cosas tan prosaicas como, por ejemplo, fomentar de manera activa la transición ecológica, potenciar las energías limpias, paliar la sequía, disminuir las listas de espera en la Sanidad o elevar la calidad y cantidad de la Formación Profesional. Quizás sean tareas poco heroicas y nada épicas, pero, desde luego, muy positivas para la sociedad.   

 

 

Bernardo Fernandez

Publicado en e notícies 17/04/2023

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