09 de febrer 2023

UNA BARECLONA REAL ABIERTA AL MUNDO


 

A pesar de que aún faltan cuatro meses para que se celebren elecciones municipales en toda España y autonómicas en varias comunidades, los medios de comunicación nos bombardean, sistemáticamente, con sondeos y encuestas que intentan predecir quienes serán los agraciados en los próximos comicios. Además, en esta ocasión, serán un buen barómetro para calibrar las fuerzas de cada cual de cara a las elecciones generales del próximo otoño. De todas maneras, luego, cuando hablas con la gente de la calle, resulta que buena parte de ciudadanos aún no sabe que en mayo hay que pasar por las urnas y, claro, no han decidido a quién votarán. Una prueba más del divorcio entre la clase política y la ciudadanía

Con todo, si nos ceñimos a Barcelona, aquí, alguna cosa está clara, y es que la gestión de Ada Colau, como alcaldesa, no convence. No es que lo diga yo. Lo dice el barómetro municipal que se hizo público a finales de diciembre: un 50% de los barceloneses considera “mala o “muy mala” la gestión del gobierno municipal.

Una vez más, Barcelona es el objeto del deseo: quien gane y gobierne en la ciudad (esa es otra: se puede ganar y no gobernar; le sucedió a ERC en 2019) será el gran vencedor, a nivel catalán, en esas elecciones. Por eso, los partidos que tienen posibilidades reales ya han entrado de pleno en la precampaña.

Los Comunes, haciendo juegos de manos con sus propios estatutos, volverán a presentar a Colau, a pesar de que sus reglamentos internos solo permiten dos mandatos, pero como dicen algunos las reglas se hacen para saltárselas, en este caso las han modificado…, y todos contentos. En Junts han optado por sacar del armario a una reliquia que ya habían embalsamado. Xavier Trias, para ver si da alguna alegría en ese páramo en que se han convertido los pos convergentes después de su salto al independentismo.  Por su parte, Ernest Maragall ha dejado de calentar escaño en el Parlament para dedicarse estos cuatro meses a prepararse para la campaña. Parece que el republicano converso está preocupado por la reaparición de Trias y Jaume Colboni ha abandonado sus responsabilidades municipales para tener las manos libres en la campaña electoral.

No hay nada que objetar, en principio, esas estrategia no son ni buenas ni malas, la óptima será la que el día 28 de mayo haga que quien la encabece puede coger el anhelado bastón de mando de la ciudad.

No obstante, mientras eso no sucede, esperaremos a que los candidatos nos expliquen sus programas, porque si en algo coinciden, a excepción de la alcaldesa, naturalmente, es que así no podemos seguir.

En la nueva etapa municipal que se deberá abrir a partir del próximo 28 de mayo, las personas han de ser el centro de todas las políticas. El infantilismo naif nos ha hecho perder oportunidades esplendidas como conseguir la sede de la Agencia Europea del Medicamento que se lanzó, de forma absurda, a la papelera de la historia. Y puesto que es previsible que ninguna fuerza logre gobernar en solitario, sería bueno que nos fuésemos acostumbrando a trabajar con grandes consensos, en especial cuando se trate de cuestiones esenciales, como por ejemplo, la vivienda pública, donde el parque de pisos sociales son solo el 2,5% del total, mientras que en el resto de España anda cerca del 9%.

Para empezar, es imprescindible volver a poner Barcelona en el mapa. Por eso es necesario pensar y actuar sobre la Barcelona real, es decir, 164 municipios, 4,6 millones de personas y más de 3.000 kilómetros cuadrados.

Una vez admitida esa realidad, la cooperación público-privada para lograr el despegue de la capital catalana y su entorno debe ser uno de los ejes vertebradores del nuevo proyecto. Esas alianzas son la clave para incidir y construir una gran urbe que ha de ir mucho más allá del Llobregat y el Besós.

Temas como la sostenibilidad, las infraestructuras, la seguridad, la cultura, el talento, la economía o la lucha contra la desigualdad han de ser nucleares en la Barcelona real. De igual manera, el combate contra las diferencias sociales, y por ende la construcción de una mayor cohesión social, es el reto más importante que afrontan Barcelona y los municipios vecinos.

En un momento determinado la imagen de la marca Barcelona subió como la espuma. Después el conformismo y el marasmo político nos han aletargado primero y sumido en la incredulidad más tarde. Fuimos los impulsores del diseño y la publicidad. Hoy se habla más de ello en Madrid que en Barcelona. Fuimos el arte contemporáneo más avanzado de España, con museos como el Picasso y las fundaciones Miró y Tapies. Hoy el arte contemporáneo está en Málaga, donde no han dejado de abrir museos como el Picasso, el Museo Casa Natal de Picasso, el Carmen Thyssen, el Museo Ruso, el Centro de Arte Contemporáneo y el Centro Pompidou. Y aquí le hemos hecho la vida imposible al Hermitage.

En definitiva, necesitamos un proyecto que nos aglutine y nos haga ir todos a una como los Juegos Olímpicos, una expo universal o cualquier otro proyecto ilusionante. Y, también, un líder capaz de llevarlo a cabo, es decir, alguien con ganas, empuje y preparación. No personas que han quemado sus naves en cien batallas, están a la vuelta de todo y se han ganado un lugar en la memoria política de nuestro país. 

Nuestros hijos y nietos no se merecen menos.

 

 

Bernardo Fernández

Publicado en e noticies 06/02/2023

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