29 de juliol 2020

MÁS Y MEJOR EUROPA


Los dirigentes europeos han aprendido la lección. Por eso, a diferencia de lo ocurrido en la crisis de 2008, cuando se hizo de la austeridad virtud y de los recortes en servicios sociales la fórmula magistral que servía para todo; ahora, para atajar el desastre social y económico que ha dejado la pandemia de la Covid 19, se ha dado un giro de 180 grados. Donde antes se practicó el austericismo se primarán las políticas expansivas, y donde se practicaban recortes ahora se dotará de recursos para que nadie se quede en el camino.
La cumbre de los mandatarios de la UE que acabó en la madrugada del pasado 21 de julio fue histórica y marcará un antes y un después en la historia de Europa. Tras durísimos debates los 27 socios de la Unión acordaron por unanimidad establecer un fondo de reactivación para paliar los daños económicos ocasionados por el coronavirus. Serán 750.000 millones y un nuevo marco financiero para 2021-2027 de más de un billón de euros. Por primera vez las subvenciones se financiarán con comisiones de deuda conjunta. Algo totalmente inédito en la historia del club que nos acerca a la unión fiscal.
No cabe duda que los países más beneficiados serán los del sur de Europa que se llevarán más del 50% de todo el paquete que se pondrá en movimiento. En ese contexto, España será el segundo país más beneficiado por las ayudas, recibirá unos 140.000 millones de euros. “Una cantidad extraordinaria que ha de servir para impulsar la modernización del país”, según el criterio de la ministra de Hacienda y portavoz del Gobierno María Jesús Montero.
Desde que, en el mes de marzo, se empezó a contemplar la idea de que la UE participara de forma activa en sufragar la deuda que iba a generar la pandemia se formaron dos grupos de países enfrentados por intereses divergentes: los llamados países frugales o halcones entre los que estaban Austria, Suecia o Holanda, capitaneados por Mark Rutte, primer ministro holandés, por un lado; y por otro, los países del Sur, encabezados por Italia y España. En esencia, los primeros pretendían reeditar las políticas practicadas en 2008 y dar préstamos con intereses elevados y controles estrictos sobre las iniciativas para salir de la crisis y como llevarlas a cabo. Por el contrario, el grupo de los países más castigados por el coronavirus proponían mutualizar la deuda. Entre las dos tendencias emergió la figura de Ángela Merkel que hábilmente secundada por Emmanuel Macron templaban los ánimos y, al final, hacían posible que “Europa fuera capaz de abrirse camino en una situación tan especial”, como dijo la canciller alemana una vez logrado el acuerdo.
Como es fácil suponer, las negociaciones no han sido un camino de rosas y a punto se ha estado en más de una ocasión de echar el carro por el pedregal. El holandés Mark Rutte pretendía establecer un derecho de veto para otorgar ayudas a los países que no hagas las reformas para las que reciban financiación. Por su arte, los países más necesitados de los apoyos económicos externos rechazaron la propuesta porque temían que lo que se produciría en realidad sería una parálisis del fondo de reconstrucción. Al final se llegó a un acuerdo, según el cual los desembolsos dependerán de la Comisión, previo informe del Comité económico y financiero (que está formado por técnicos de los Ministerios de Economía de los 27). Con esa fórmula, si uno o más miembros del Comité plantean objeciones a alguna de las ayudas, el expediente deberá elevarse al Consejo Europeo que tendrá tres meses para pronunciarse. Un sistema mucho más light que el propuesto por el halcón Rutte.
No insistiré mucho más sobre la cuestión porque estos días los medios ya han informado profusamente sobre el gran acuerdo. Tiempo tendremos de analizarlo minuciosamente y ver en qué forma incide en la política nacional. Quiero subrayar, no obstante, el papel desempeñado por la canciller alemana Ángela Merkel. Sin su participación activa en esa cumbre histórica de la UE, con toda seguridad, el gran éxito común no se habría producido.
El azar quiso que desde el 1 de julio Alemania ejerza la presidencia semestral de la UE. Eso hizo que Merkel, la más veterana del club, tal vez consciente de que está llegando su otoño político, pudiera ejercer el papel de mediadora hábil y neutral, válida para todas las partes. De esa forma asumió buena parte del protagonismo a lo largo de las arduas negociaciones. No deja de ser curioso que la misma líder que en 2008 fue adalid de la austeridad; haya sido ahora, con la inestimable colaboración de Emmanuel Macron, la defensora a ultranza de un fondo que beneficia por encima de todo a los países del Sur.
Es muy posible que este pacto sea el primer paso de un camino muy largo que algún día ha de desembocar en la unión fiscal. No será fácil. Pero quizás aquí se haga realidad aquel antiguo adagio que dice, “a grandes males grandes remedios”, si es así, y al final la pandemia nos habrá dejado algo que valdrá la pena.
El tiempo dirá, pero de momento tenemos un poco más de Europa y, sobre todo, bastante mejor.

Bernardo Fernández
Publicado en e notícies 28/07/20

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