21 d’abril 2020

DE LA PANDEMIA A LA RECESIÓN


El camino aún será largo y difícil, pero estamos empezando a ver la luz al final del túnel. Poco a poco la pandemia ocasionada por el Covid-19 va quedando atrás. No obstante, los números son demoledores, solo en los catorce primeros días de marzo se perdieron 900.000 puestos de trabajo y, hasta el momento, casi 4.000.000 de trabajadores se han visto afectados por un ERTE. Por otra parte, las personas contagiadas en España se acercan a los 200.000 y la cifra oficial de fallecidos supera los 20.000, aunque, con toda probabilidad, los datos reales de portadores y difuntos son superiores.
La situación que hemos sufrido estas últimas semanas es más propia de una película de terror que de hechos reales ocurridos en pleno siglo XXI. Ahora nos dicen los expertos que hemos superado el pico de la crisis y relativamente pronto comenzaremos la desescalada. Después, con prudencia y sin prisa, habrá que volver de forma gradual a la normalidad. Una nueva normalidad que no será la misma que tuvimos hasta el 16 marzo, día que empezó el estado de alarma.
El coronavirus cogió a los gobiernos de todo el mundo con el paso cambiado. Por eso, tardaron en reaccionar varias semanas. El desconocimiento inicial de las características del virus, su rápida capacidad de contagio y la falta de medios para controlarlo generó una crisis humanitaria sin precedentes.
Ahora, que la situación sanitaria empieza a estar más o menos controlada hay que pensar en el día de después y ver cómo afrontar la debacle económica. Hay opiniones para todos los gustos. Algunos dudan de la supervivencia del sistema capitalista como lo hemos conocido hasta ahora.  Para otros, como el catedrático de Economía Aplicada de la Universidad Pompeu i Fabra, José García Montalvo, “esta crisis no tiene nada que ver con la de 2008. En aquella ocasión fue un problema interno de la banca que había podrido la economía. En cambio, esta vez, es una crisis económica causada por un shock endógeno como es la pandemia.
Para Joaquín Almunia que fue comisario europeo y vicepresidente de la Comisión Europea de 2004 a 2014, que vivió en directo la “Gran Recesión” que empezó en 2008, “esta crisis es muy diferente”. “Ahora”, explica, “hay un problema de salud y lo prioritario es reforzar el sistema sanitario en una crisis que todavía no sabemos las consecuencias que va a tener y cuánto va a durar” “En esta ocasión tenemos una paralización de la oferta que no tuvimos en la crisis anterior. No sabemos cuándo va a rebotar la economía. Además, hay sectores como el turismo que no pueden rebotar, lo que se pierda este año ya no se podrá recuperar. Es probable que esto acabe en una recesión que creo será muy fuerte”, concluye el exdirigente europeo.
“Ya es demasiado tarde para evitar la recesión: estamos ante un frenazo masivo y repentino con efectos devastadores” (…) “debemos hacer el máximo para evitar una depresión…” sostiene Mohamed El Erian, Jefe Asesor Económico de Allianz.
En opinión de Alan Blinder, ex número dos de la Reserva Federal, “mientras dure el parón todos los esfuerzos de los gobiernos y bancos centrales han de ir encaminados a un único objetivo: hacer todo lo posible para que se pueda salir de esta”.
Comentarios como esos se pueden reproducir casi hasta el infinito; y es que todos los analistas coinciden, por unanimidad, en que hay que salvar a las empresas y el empleo a cualquier precio.
Desde luego, las previsiones son demoledoras. El Fondo Monetario Internacional (FMI) ya ha advertido de la inmensa gravedad de la situación. La economía global se contraerá un 3% en 2020 y eso es el mayor descalabro dese la Gran Depresión,1929-1930. Las previsiones sobre España aún son peores, para nosotros el pronóstico es que el PIB caiga un 8%, habría que remontarse a la primera mitad del siglo para encontrar un batacazo parecido.
En un principio, el Banco Central Europeo (BCE) tuvo una reacción tibia, con muchos titubeos. Sin embargo, pronto rectificó y puso en marcha un programa de compra de activos de 750.000 millones de euros.
Ante las dimensiones bíblicas de la tragedia, la Comisión Europea, que preside Úrsula van de Leyen, ha planteado una ampliación sin precedentes del presupuesto comunitario y destinar los nuevos recursos a un histórico plan de reconstrucción de la economía de Europa.
De igual manera, la activación preventiva de préstamos por 240.000 millones de euros que saldrán del fondo de rescate permanente, conocido como Mecanismo de Estabilidad (MEDE), decidido por el Eurogrupo, es un buen balón de oxígeno para las economías porque no se imponen condiciones específicas para su obtención.
Las circunstancias son excepcionales y, en consecuencia, las soluciones también han de ser excepcionales. La solidaridad entre europeos está recogida en los Tratados de constitución de la Unión y ha de ser un principio básico entre los pueblos. Europa no puede ser tan solo un espacio de intereses ha de ser, sobre todo, un espacio de corresponsabilidad y, por consiguiente, de solidaridad. Es el momento de aunar esfuerzos y poner en marcha una economía de guerra, promover la resistencia para reconstruir desde lo local hasta lo global.
Sería un gran avance, además de una gran muestra de solidaridad, mutualizar la deuda que al final deje la pandemia. De esa forma se evitaría hacer más grande la brecha norte sur. Asimismo, se podrían establecer estrategias coordinadas entre los diferentes gobiernos para elaborar un gran plan de choque que permitiera llevar a cabo la recuperación en toda la UE.
Esa sería la mejor manera para salir todos a una de este maldito atolladero, sin dejar nadie atrás.

Bernardo Fernández
Publicado en e notícies 20/04/20


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