Se acaban de cumplir 80 años de ”Els Fets d’Octubre”. Ya saben: el 6 de octubre de 1934, el president Lluis Companys, para hacerse perdonar su escaso pedigrí catalanista –según dicen algunos-, puso en marcha un golpe separatista, proclamando el Estado Catalán dentro de la República Federal Española. Que duró, como dice Joaquín Sabina, “lo que duran dos peces de hielo en un whisky on the rocks” y que acabó con casi todo el gobierno en la cárcel, a excepción de algún que otro honorable, como el consejero Josep Dencàs, uno de los ideólogos de la trama, huyendo por las cloacas.
Entre aquellos hechos y la situación actual, ciertamente, existen similitudes, como por ejemplo que el pueblo estaba pagando las consecuencias del crac del 29, entonces y ahora estamos apechugando con los efectos de la crisis económica. Asimismo, se vivía un fuerte enfrentamiento por la Ley Contratas, en aquellos días y hoy la desafección de la ciudadanía por la sentencia del Estatut por parte del Tribunal Constitucional es el origen de gran parte del malestar que aqueja a la sociedad catalana.
También existen, entre aquel ayer y nuestro hoy, diferencias notables como que hoy el movimiento secesionista impulsado por la ANC y Omnimu Cultural tiene un fuerte arraigo social y, en cambio, lo del 6 de octubre fue algo, casi en exclusiva, de las élites políticas del momento. Prueba evidente es que a las pocas horas de la proclamación de Estado Catalán, la Plaza Sant Jaume que había estado abarrotada, quedó desierta y Companys rodeado de unos cuantos acólitos y poco más.
“Los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla”, dice un adagio popular. Pues bien, de momento, tras una reunión de más de siete horas, el Govern y las fuerzas políticas que dan soporte al proceso, anunciaron además de una inquebrantable unidad (recordemos aquel refrán que dice “dime de qué presumes y te diré de lo que careces”), su determinación para que se pueda votar el próximo 9 de noviembre. Y eso, en las circunstancias actuales, sólo se puede hacer en la más absoluta ilegalidad. O sea que la historia de no pararse en barras y franquear los límites puede volver a repetirse.
Para el catedrático de Derecho Constitucional Francesc de Carreras “esto sólo puede acabar mal o muy mal”. Lo lamentable es que el acreditado académico acabará teniendo razón.
Bernardo Fernández
Publicado en ABC 08/10/14
09 d’octubre 2014
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