Hasta ahora podíamos decir casi sin margen para el error que toda contienda electoral genera un movimiento político equivalente al interés que esos comicios despiertan en la ciudadanía. En consecuencia, y a juzgar por la participación (por debajo del 50%) la primera constatación es que la brecha entre sociedad y políticos cada vez es más profunda y la segunda (según la teoría más arriba expresada) que las cosas deberían seguir más o menos igual. Sin embargo, en esta ocasión la situación es diferente y el terremoto que se avecina, será de los que dejen huella.
El “sorpasso” en Cataluña se confirma y ERC gana sus primeras elecciones desde la Segunda República (en concreto desde febreros del 36), dejando a CiU en segunda posición. Con este resultado los republicanos se convierten en el “pal de paller” del proceso soberanista y desde la noche de los comicios se prevén cambios considerables ya sean en la gobernabilidad o bien en la acción de CiU, por mucho que Mas manifestara en referencia a la consulta que: “Ni un paso atrás”
Por su parte el PSC sufre una debacle sin paliativos y pierde uno de sus dos eurodiputados y el partido popular de Cataluña cae a la quinta posición al perder el 50% de los votos obtenidos en 2009.
La consecuencia más visible e inmediata de todo este baile de cifras es que el proceso soberanista sale reforzado de estas elecciones. Artur Mas empieza a perder el paso y si en Madrid no se toman las cosas de Cataluña en serio y ponen manos a la obra el próximo interlocutor será Oriol Junqueras y esa, no parece ser una buena noticia si de verdad se quiere llegar a acuerdos.
En la calle Ferraz (sede del PSOE) pintan bastos. Tan solo en Andalucía, con 10 puntos sobre el PP, los socialista han salvado la cara y, como dijo Elena Valenciano, el “resultado es muy malo” para el PSOE. Asimismo, la debacle ya mencionada del PSC hará más complicadas las ya de por si difíciles relaciones con los socialistas catalanes. Los socialistas saben que sin buenos resultados en Andalucía y Cataluña es prácticamente imposible llegar al gobierno. Todo ello sumado, ha hecho que Alfredo Pérez Rubalcaba asuma la derrota como propia y tire la toalla a la vez que convoca un Congreso Extraordinario para el próximo mes de julio de donde deberá salir una nueva dirección que sea capaz, primero, de evitar el descarrilamiento del socialismo español y, después, orientarlo en la dirección adecuada para recuperar la confianza de la ciudadanía. No obstante, se abren importantes incógnitas, tales como qué sucederá con el impulso federal, una apuesta casi personal del hasta ahora secretario general socialista, entre otras.
A pesar de la victoria, las cosas no han ido nada bien para los populares. Han perdido 2,6 millones de votos respecto a las elecciones de 2009 y ocho escaños, aunque eso sí, le han ganado dos al PSOE. Ahora está por ver si Rajoy rectifica sus políticas austericidas y de recorte de libertades o se empecina en facella y no emmendalla.
El bipartidismo ha quedado tocado, aunque no hundido. El gran vencedor en nuestro país ha sido el partido Podemos con Pablo Iglesias como figura emergente. Ahora habrá que ver como se sitúan en el mapa político y como evolucionan.
El denominador común en Europa ha sido el auge de los partidos radicales y/o populistas. Así el Frente Nacional de Marine Le Pen en Francia con un 26% de los votos ha ganado los comicios y ya ha pedido la disolución de la Asamblea Nacional y la convocatoria de elecciones, cosa que el primer ministro Manel Valls ya se ha encargado de descartar. También han ganado los radicales de izquierdas de Syriza de Grecia, el xenófobo Partido Popular en Dinamarca o el UKIP de los euroescépticos en Gran Bretaña.
Como dice un alto cargo de la UE “el auge de la eurofobia es descorazonador”. De todos modos, no se debería desfallecer en el intento, los europeístas son más y han obtenido una amplia mayoría. Lo que hay que hacer es llevar a cabo políticas pensando en la ciudadanía y no para satisfacer a determinados poderes fácticos y eso no sucederá, entre otras cosas, mientras la economía no se supedite a la política y no al revés.
El viejo mapa político ha saltado por los aires. Ahora el panorama está muy fragmentado y todo pacto o acuerdo requerirá más esfuerzos. De momento, hay que entenderlo como un aviso y como dicen los viejos del lugar: rectificar es de sabios. Y eso vale, aquí allí y acullá.
Bernardo Fernández
Publicado en Crónica Global 28/05/14
10 de juny 2014
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