Entre los años 1996 y 2000 una cadena privada de televisión puso en antena una comedia bajo el título “La casa de los líos” que tuvo un gran éxito de audiencia. La trama era simple: el personaje principal, un vividor de juventud tardía y porte impecable, especialista en montar negocios que acababan indefectiblemente en fiasco. Para ello, contaba con un grupo de pobres diablos que no hacían otra cosa que cosechar fracaso tras fracaso.
Si hoy el equipo de programación de la cadena quisiera emitir nuevos capítulos de la serie, lo primero que debería hacer sería contratar un equipo de guionistas para que escribieran nuevas historias. A éstos, para reverdecer laureles, les bastaría inspirarse en el sainete que brinda la política catalana.
De hecho, la trama podría ser similar a la que originalmente dio éxito a la serie. Ahora, podrían ser 3 socios mal avenidos, empecinados en un negocio que huele a fracaso antes de empezar. Ese es el nudo gordiano de lo que ocurre en Cataluña.
Cada vez las desavenencias entre la coalición (CiU-ERC) que nos ha de llevar la paraíso son más evidentes. La semana pasada era Artur Mas quien salía a garantizar que se agotaría la legislatura que se acaba en 2016. Ante esa eventualidad al democristiano Durán i Lleida le faltó tiempo para pedir aplazar la consulta, y ERC mediante Alfred Bosch amenazó con romper el pacto que firmaron hace escasamente 5 meses si no había votación en 2014.
Por su parte, el líder republicano, Oriol Junqueras sigue en su papel de hombre justo, y mientras se muestra condescendiente con los temas de corrupción que asedian a CDC (los convergentes tienen la sede embargada y diversos casos abiertos), insiste en poner fecha a la consulta. Y, para colmo de males, la Fiscalía Anticorrupción ha acusado formalmente a CDC de percibir comisiones de hasta 6,6 millones de euros de la constructora Ferrovial mediante el Palau de la Música. A lo que el presidente Artur Mas ha contestado que el ministerio público acusa con “suposiciones”. Surrealismo total.
Ciertamente, una pluma hábil y experta podría escribir historias hilarantes de este mal sueño que estamos viviendo los catalanes. El problema estriba en que lo que sucede en Cataluña no es ficción y ese sainete puede acabar convirtiéndose en un drama que tire por la borda el futuro de todo un pueblo.
Bernardo Fernández
Publicado en ABC 19/06/13
25 de juny 2013
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