04 de novembre 2012

POBREZA

Desde que en 2008 empezó la crisis económica, la pobreza se ha disparado en Cataluña de forma exponencial. A día de hoy, el 21,9% de los catalanes viven con rentas inferiores al umbral de la pobreza y el 28% de los niños viven en familias pobres. Puesto que esta sociedad nuestra estigmatiza a los perdedores, aquellos que están en riesgo de exclusión, traten de ocultar su realidad.


Los gobiernos han hecho dejación de determinadas responsabilidades ya que la austeridad dogmática es el nuevo evangelio del neoliberalismo del siglo XXI y la contención del déficit el becerro de oro de nuestros días.

En esas circunstancias, las organizaciones sociales hacen lo que pueden e incluso más, pero éstas también están siendo acuciadas por los recortes y en muchos casos su continuidad empieza a ser más que dudosa.

La sociedad en su conjunto asiste atónita a este aquelarre del absurdo. Se restringen las ayudas a la ciudadanía de a pie y, en cambio, con dinero público se reflotan entidades financieras. Se criminaliza a aquellos que hacen pequeños trapicheos para tirar adelante y se mira hacia otro lado cuando se trata de grandes defraudadores, sean políticos, banqueros o grandes fortunas.

La imagen de personas rebuscando en los contenedores se ha convertido en algo tan habitual como la de familias desahuciadas por no poder pagar su hipoteca. La becas comedor se han reducido de forma drástica y hay niños que sólo hacen una comida al día.

Con este panorama de fondo, hay quien argumenta, con suma frivolidad, que la independencia es la solución a todos los males. De toso modos, podemos estar tranquilos, pues como dijo, días atrás, en una vista a la feria de yates de Mónaco el teniente de alcalde del Ayuntamiento de Barcelona, Antoni Vives, (CiU): “El mundo se puede estar cayendo abajo, pero nosotros nos mantenemos sobre nuestros pies”. Sin duda alguna, todo un ejemplo de sensibilidad política y social.



Bernardo Fernández

Publicado en ABC 31/10/12

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