17 de juny 2011

REFUNDAR EL CAPITALISMO



Los ciudadanos indignados que estos días han ocupado las plazas de nuestras ciudades tienen razón cuando señalan a la banca como máximo responsable de muchos de los desaguisados que padece la sociedad.
Es verdad: hoy el sistema financiero es un fin en sí mismo y, quizás, el poder fáctico más poderoso. El capital se mueve sin control y los gobiernos no pueden hacer nada para evitarlo. Tiempo atrás los bancos cumplían la función de financiar con créditos la economía productiva. Ahora, en cambio, la mera especulación se ha convertido en una industria, que no crea mercancía, pero que genera fortunas inmensas.
Ante esta situación -y sintetizando mucho- soy de la opinión que la solución a esos males pasa por una banca de Estado coordinada internacionalmente. De esa manera, se podría dirigir el crédito hacia donde realmente convenga en cada momento y lugar. Ya sea la actividad agraria, industrial, comercial, turística, etc. Así, el capitalismo mantendría el sistema de propiedad privada de los medios de producción, pero el sistema bancario sería un servicio público gestionado por los Estados.
Con esa fórmula se pondría fin a la especulación irresponsable que es el origen de la crisis que ha arruinado a empresarios y trabajadores y está arrasando todo lo que encuentra a su paso. Esa es la manera más eficaz de acabar con el caos que hoy impera en el sistema financiero mundial. Ahora bien, cualquier medida que se adopte para controlar el sistema debe ser tomada por todos los gobiernos de forma simultánea o no servirá para nada.
Por otra parte, en las circunstancias actuales es poco probable que movimientos sociales dispersos consigan resultados tangibles. En consecuencia, necesitamos que políticos honestos y eficientes, que haberlos haylos, marquen unas nuevas reglas del juego que protejan los legítimos intereses de las clases populares y de los más desfavorecidos que, al fin y al cabo, somos la inmensa mayoría.

Bernardo Fernández
Publicado en ABC 15/06/11

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