En la década de los ochenta Alfonso Guerra dijo aquello de; “Vamos a dejar España que no la va a reconocer ni la madre que la parió”. Ahora, el Presidente José Luís Rodríguez Zapatero, acosado por los mercados, está decidido a reformar todo lo reformable, las pensiones, la negociación colectiva, el mercado laboral y también quiere cambiar el modelo productivo y la política energética. Días atrás, en la presentación del Informe Económico de 2010 anunció “plantear a las comunidades autónomas actuaciones concertadas en materia de horarios comerciales”. Dicho en román paladino: atender la demanda que sobre la ampliación de horarios sostiene la gran patronal. De seguir por esa vía a la España que nos va dejar este Gobierno no la reconocerá “ni la madre que la parió” ni tampoco el prócer socialista.
Habrá que ver cual es la propuesta gubernamental sobre horarios comerciales. Pero, por si acaso, tanto la patronal de pequeños y medianos empresarios del sector como el Gobierno de Cataluña ya han puesto el grito en el cielo. No les falta razón. Con los horarios vigentes aquí, -obertura de 72 horas a la semana y 8 festivos al año, con determinadas excepciones- hay tiempo más que suficiente para realizar cualquier tipo de compra. Esos horarios permiten compatibilizar la vida laboral y familiar de forma razonable. Asimismo es lógico pensar que unos horarios más amplios supondrían un mayor coste laboral que acabaría repercutiendo sobre el precio final. Además, nada sustenta la teoría que a más franja horaria de obertura más consumo. Quizás sí que aumentaría la compra compulsiva, pero no es creíble que nadie beba más leche o consuma más yogurts por el hecho de tener más tiempo para comprar. Y según la mayoría de expertos la venta en festivo es una venta de traslación, es decir que sustituye la de otros días de la semana.
Por otra parte, ha quedado claro que los mercados son insaciables. Hasta ahora no han reaccionado ante las medidas de ajuste ni de nuestro país ni de otros que también están en el punto de mira de los especuladores. Por tanto, es poco probable que los horarios comerciales tengan el suficiente calado como para aplacar el tsunami financiero que estamos viviendo.
De todos modos, en contra de lo que algunos puedan opinar, no estamos ante un tema menor. Los horarios comerciales han sido históricamente motivo de controversia. A las grandes empresas les interesa la liberalización, a los pequeños y medianos lo contrario. Pero por encima de unos y otros está el interés general y con la regulación actual se preserva un modelo comercial eficiente, se generan puestos de trabajo y, sobre todo, se estimula la convivencia y la cohesión social. Y conviene no olvidar que hay intangibles de más valor añadido que muchos valores cuantificables.
Bernardo Fernández
Publicado en ABC 19/01/2011
Habrá que ver cual es la propuesta gubernamental sobre horarios comerciales. Pero, por si acaso, tanto la patronal de pequeños y medianos empresarios del sector como el Gobierno de Cataluña ya han puesto el grito en el cielo. No les falta razón. Con los horarios vigentes aquí, -obertura de 72 horas a la semana y 8 festivos al año, con determinadas excepciones- hay tiempo más que suficiente para realizar cualquier tipo de compra. Esos horarios permiten compatibilizar la vida laboral y familiar de forma razonable. Asimismo es lógico pensar que unos horarios más amplios supondrían un mayor coste laboral que acabaría repercutiendo sobre el precio final. Además, nada sustenta la teoría que a más franja horaria de obertura más consumo. Quizás sí que aumentaría la compra compulsiva, pero no es creíble que nadie beba más leche o consuma más yogurts por el hecho de tener más tiempo para comprar. Y según la mayoría de expertos la venta en festivo es una venta de traslación, es decir que sustituye la de otros días de la semana.
Por otra parte, ha quedado claro que los mercados son insaciables. Hasta ahora no han reaccionado ante las medidas de ajuste ni de nuestro país ni de otros que también están en el punto de mira de los especuladores. Por tanto, es poco probable que los horarios comerciales tengan el suficiente calado como para aplacar el tsunami financiero que estamos viviendo.
De todos modos, en contra de lo que algunos puedan opinar, no estamos ante un tema menor. Los horarios comerciales han sido históricamente motivo de controversia. A las grandes empresas les interesa la liberalización, a los pequeños y medianos lo contrario. Pero por encima de unos y otros está el interés general y con la regulación actual se preserva un modelo comercial eficiente, se generan puestos de trabajo y, sobre todo, se estimula la convivencia y la cohesión social. Y conviene no olvidar que hay intangibles de más valor añadido que muchos valores cuantificables.
Bernardo Fernández
Publicado en ABC 19/01/2011
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