03 de maig 2007

LA BATALLA POR BARCELONA

Dentro de pocas semanas los ciudadanos seremos convocados a votar. Escogeremos, en esta ocasión, a los ediles que nos deben representar en los ayuntamientos de nuestros pueblos y ciudades en los próximos cuatro años.

Sin duda alguna las elecciones municipales son las que más inciden de forma directa e inmediata en la vida cotidiana de las personas. El estado de las calles y plazas, el transporte urbano o el uso del espacio público se decide en los municipios. Pero no solo eso. También la cohesión social, la integración de los recién llegados o las becas de comedor para los hijos de los más desfavorecidos son cuestiones que tienen, en todo o en parte, mucho que ver con las decisiones que se toman en los ayuntamientos. Por eso no podemos perder de vista que el próximo 27 de mayo, en buena medida, decidimos cómo y de que forma queremos vivir los próximos cuatro años.

No cabe duda que esto es básico para nuestro bienestar, de ahí la importancia de estas elecciones. Pero en Barcelona además de todo eso, que no es poco, existe otra cuestión que le da al proceso un valor añadido.

Barcelona ha sido gobernada, desde el inicio de la democracia reinstaurada, por alcaldes socialistas. Esto, junto con la importancia de la ciudad -segunda metrópoli española-, su proyección internacional y su especial idiosincracia ha convertido a la capital de Cataluña en la joya de la corona para unos, y en pieza especialmente codiciada para otros.

Por si esto fuera poco, aquí concurren más partidos que en la mayoría de las circunscripciones del resto de España, y además son más permeables. O, dicho de otra manera, comparten entre sí franjas comunes de electores. Así por ejemplo CiU y ERC comparten nicho de votos con otras tres formaciones, de la misma manera que el PSC tiene concumitancias con las otras cuatro organizaciones. Incluso PP e ICV tienen espacios comunes, a la vez que lo comparten con el resto de formaciones. Habrá que ver también como responde Ciutadans, que se presenta por primera vez a los comicios municipales. Vemos, pues, que todos los partidos limitan con todos. Y, por si fuera poco, las fronteras electorales son difusas y permeables.

Con este decorado de fondo la batalla por Barcelona se presenta apasionante, pero lo más razonable es pensar que el próximo alcalde de Barcelona será Jordi Hereu o Xavier Trias.

El primero es un jasp (joven aunque suficientemente preparado) de 41 años que llegó a la política municipal de la mano del malogrado Antonio Santiburcio. Es, pues, el heredero de la mejor tradición municipalista del PSC. Lo demostró siendo concejal y lo ha vuelto a poner de manifiesto, ahora ya como alcalde. Y lo ha hecho del mejor modo posible: pisando la calle, escuchando a los ciudadanos, visitando todos y cada uno de los barrios de la ciudad. Llevando, en definitiva, el ADN de la política municipal a flor de piel.

En frente Xavier Trias, un político de largo recorrido por la política catalana y española. De vuelta de todo. Ya en el ocaso de su carrera. Nacionalista reconvertido a neo liberal que ahora, según sus propias palabras, se considera social demócrata. Y que, no olvidemos, es candidato a Barcelona inicialmente en contra de su voluntad, porque es la consecuencia de la política municipal errática que siempre ha practicado CiU en la capital de Cataluña presentando candidatos amortizados. Recordemos a Josep María Culell, Miquel Roca o Joaquim Molins.

Esto es lo que hay. Nos conviene escoger bien.

Bernardo Fernández
ABC25/04/07

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