15 d’abril 2024

LO QUE PUDO HABER SIDO Y NO FUE

Estos días se cumplen 93 años de la proclamación de la Segunda República española. Aquel hecho histórico fue posible porque se dieron una serie de circunstancias especialísimas: una grave crisis política, serios problemas de desigualdad y subdesarrollo, agravados por la depresión mundial y un renacimiento intelectual muy vigoroso y positivista. A todo eso, hay que añadir que en la España de los años treinta la Monarquía se había convertido en una institución obsoleta, la economía estaba gripada, los desequilibrios, entre la España rural y la urbana eran muy acusados y la crispación entre las corrientes políticas e intelectuales antagónicas estaba a flor de piel.

En este contexto, el Gobierno del almirante Aznar, conocido como dictablanda en contraposición al de la dictadura de Primo de Ribera, alteró el orden electoral que correspondía y convocó elecciones municipales para el 12 de abril de 1931. La idea era que al tener los comicios un sesgo administrativo sirviesen para atemperar posiciones y calmar los ánimos contra el régimen que estaban muy alterados.

Sin embrago, ni los partidos de izquierdas, ni los republicanos mordieron el anzuelo y plantearon la campaña como si de elecciones a Cortes se tratase. De hecho, aquellos comicios fueron planteados como un plebiscito a la Monarquía de Alfonso XIII. La victoria social-republicana fue arrolladora. La conjunción republicano-socialista ganó en la práctica totalidad de capitales de provincia, pero es que también lo hizo en lugares  como VallecasBaracaldo o Vigo y también en  SabadellTarrasaHospitalet de Llobregat y   Linares, la CarolinaAlgecirasTomellosoMieresLangreoGijón o Mahón. ​

El conde de Romanones, ministro de Estado, relató: «Al volver a Madrid (pasada la tarde en el campo) me di inmediata cuenta de que la batalla estaba perdida. Me bastó saber que en el centro del barrio de Salamanca, donde solo hay clase media y donde habita la aristocracia de la sangre y del dinero, el escrutinio resultaba adverso para los monárquicos».

Como no podía ser de otra forma, tras la euforia de unos por la victoria electoral y la decepción de los otros por el fracaso de sus opciones, el lunes 13 de abril nadie sabía que iba a pasar en España.

El Gobierno estaba desconcertado, los monárquicos descolocados y en la oposición temían que se pusiera en marcha una ola represiva. En ese contexto, quizás fueron los asesores más cercanos a Alfonso XIII los que supieron hacer una lectura correcta de la situación y tras no pocas tensiones, propuestas y contrapropuestas que no cristalizaron, para evitar un baño de sangre, optaron por proponer al rey que se expatriase “temporalmente”.     

Una vez proclamada la Segunda República, el 14 de abril de 1931, está adoptó la forma de república unitaria, si bien permitía la formación de regiones autónomas (a lo que se acogieron Cataluña y País Vasco). La República pronto tuvo que enfrentarse a la polarización política propia de la época y a importantísimos poderes fácticos encabezados por el sector financiero, la Iglesia y el ejército. Pronto quedó claro que aquello sería una obra de titanes. De forma simultánea, en Europa se vivía el ascenso al poder de dictaduras totalitarias. El primer presidente de la República fue Niceto Alcalá Zamora, de la Derecha Liberal Republicana; en tanto que Manuel Azaña, de Acción Republicana (más tarde Izquierda Republicana (IR)) en coalición con el PSOE, fue el presidente del Gobierno tras la victoria izquierdista en las elecciones del 28 de junio. Este gobierno trató de realizar numerosas reformas, como la Ley de Reforma Agraria, por lo que su gobierno es conocido como el Bienio Reformista. Fue en 1931 cuando se extendió también, por primera vez en España, el sufragio universal a las mujeres.

Ya en 1932 tuvo lugar un fallido golpe de estado protagonizado por el general Sanjurjo, muestra de la inestabilidad política del momento. En las elecciones de 1933, ganó la Confederación Española de Derechas Autónomas de José María Gil-Robles, seguida del Partido Republicano Radical de Lerroux. La CEDA, que unía a diversos partidos conservadores y presentaba ciertos rasgos de carácter fascistoide, fue rechazada por Alcalá Zamora para presidir el gobierno, otorgándoselo a Lerroux, si bien éste integró en su gobierno a varios ministros de la CEDA. La integración de la CEDA en el Gobierno fue una de las razones que motivó la Revolución de 1934, en la que sectores del PSOE, Unión General de Trabajadores (UGT), Confederación Nacional del Trabajo (CNT) y Partido Comunista de España (PCE) protagonizaron una huelga general en el marco de la cual se intentó el derribo del gobierno, al tiempo que Lluís Companys (ERC)), president de la Generalidad de Cataluña, proclamaba el Estado Catalán dentro de la República Federal Española. La violenta represión de la Revolución, en especial en Asturias, donde tomó especial fuerza, la supresión de la autonomía catalana y la detención de numerosas personalidades políticas de importancia (incluidas algunas que no estuvieron detrás de los hechos acaecidos, como Azaña), motivaron la formación del Frente Popular por PSOE, UGT, PCE, Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM), IR, Unión Republicana (UR) y ERC, entre otros. El Frente Popular venció en las elecciones de 1936, volviendo a asumir el gobierno Manuel Azaña, quien pronto fue elegido presidente de la República tras la destitución de Alcalá Zamora.

Pero ese es otro capítulo de la historia que podremos tratar en otra entrega. Hoy quedémonos con lo que puedo haber sido y no fue.

 

 

Bernardo Fernández

Publicado en E Notícies 13/04/2024

 

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