Después
de dieciséis años a la sombra de Ángela Merkel el SPD ganó, por la mínima, las
elecciones al Bundestag (parlamento alemán) celebradas el pasado 26 de
septiembre.
Si el
líder de los socialistas alemanes, Olaf Sholz logra formar gobierno, será,
junto a los de Dinamarca, Finlandia, Malta, Portugal y España, el séptimo de la
UE con alma socialdemócrata; además de los de Luxemburgo, Países Bajos y la
República Checa que tienen participación socialista, aunque de forma minoritaria.
Cuando
nos sacudió la crisis de 2008 la UE estaba controlada por conservadores y
liberales. Entonces los halcones recetaron medidas como recortar la sanidad, la
educación o las pensiones, es decir, adelgazar el estado para salir del brete.
Pronto se vio que aquella no era la solución y, aunque ya en 2010 fueron muchas
las voces que se alzaron a favor de la solidaridad federal, los máximos
responsables europeos hicieron caso omiso y, por lo tanto, los argumentos de
los discrepantes cayeron en el olvido.
Ahora,
con el coronavirus y la recesión que ha venido aparejada, los puntos de vista
han variado sustancialmente. En esta ocasión los líderes de Europa han
entendido que, o salimos todos de la pandemia de una manera equilibrada o aquí
no se salva nadie. Por eso, con ciertos titubeos al principio, protagonizados
por Holanda, Austria o Dinamarca, se han acabado poniendo en práctica políticas
que si no son directamente socialdemócratas se parecen mucho.
Me estoy refiriendo al presupuesto a
largo plazo de la UE, junto con los Next Generation, instrumento temporal
concebido para impulsar la recuperación, será el mayor paquete de estímulo
jamás financiado en Europa. Un total de 2,018 billones de euros que han de ayudar
a reconstruir la Europa posterior a la COVID-19, para lograr una Europa más
ecológica, más digital y más resiliente. El nuevo presupuesto aumentará los
mecanismos de flexibilidad para garantizar la capacidad de la Unión para hacer
frente a necesidades imprevistas. Se trata de un presupuesto expansivo preparado,
no solo para las necesidades actuales, sino también para las incertidumbres del
futuro.
Una de
las virtudes de la socialdemocracia es la capacidad de reformulación que ha
tenido para adaptarse a los tiempos cambiantes. Ahora, debemos suponer que la
coincidencia de diversos ejecutivos del mismo sesgo ideológico en el seno de la
UE, pueda facilitar un impulso de las doctrinas socialdemócratas dentro de la
Unión, más allá de las estrategias que como organización se deban tomar. Me
estoy refiriendo a la ineludible reforma fiscal, la protección del clima, la
transformación verde de la economía o el posicionamiento de
Europa ante China.
Más
allá de esos grandes planteamientos difícilmente abarcables por un solo país,
la situación política europea favorece afrontar, ahora más que nunca, un
proyecto socialdemócrata remozado que debería tener como uno de sus ejes
vertebradores la redistribución de renta y riqueza. Está comprobado que la
posición que una persona ocupa en la distribución de la renta viene determinada
en un porcentaje muy elevado por el azar (el medio en el que nace y los avatares
fuera de control del individuo). En España ese porcentaje podría superar el
50%.
Para
avanzar en términos de equidad se deben regular y supervisar los mercados de
bienes y servicios para evitar situaciones de poder de mercado, porque entonces
se producen situaciones de abusos sobre clientes, proveedores, competidores y
empleados.
En el
mercado de trabajo, se hace necesario redefinir los derechos laborales en el
marco productivo que están configurando las nuevas tecnologías. En este nuevo
contexto hay que estudiar a fondo y con detenimiento la cantidad de contratos
existentes en nuestro país. Ahí se impone una reducción y/o simplificación.
Como también hay que pensar en desarrollar programas de FP que contribuyan de
manera eficaz a la incorporación de los jóvenes al mercado laboral.
Un
programa socialdemócrata del siglo XXI será incompleto si no pone en práctica iniciativas
que den cobijo y estimulen a los emprendedores, mediante políticas adecuadas en
una economía digital en un mundo globalizado.
A nadie se le escapa que para llevar
a cabo el proyecto socialdemócrata es necesario un sistema fiscal, que además
de ser progresivo, genere suficientes recursos, antagónico por lo tanto con los
planteamientos de la de la derecha española, que postula la bajada de impuestos
como un fin en sí mismo. El sistema en su conjunto necesita ser reordenado y
varias de las figuras existentes precisan algunas modificaciones, tanto en la
definición de su base imponible como en sus tipos (¿está tan justificado como
se pretende gravar con distinto tipo las rentas de capital y las del trabajo?
¿Y el tipo reducido del IVA de servicios como lo está en la alta
restauración?). En cambio, pocas dudas respecto a defender un impuesto de
sucesiones progresivo. Es una obviedad que en España esa figura impositiva está
mal diseñada y así es imposible mejorar la igualdad de oportunidades. El mejor
diseño del impuesto debería incluir un tratamiento específico de la herencia de
las empresas familiares, pero no su injustificada exención. Hay fórmulas para
ello.
También se deberá considerar la
creación de nuevas figuras impositivas como respuesta a la economía digital
globalizada, para contribuir a una economía más verde, a la vez que se
establecen mecanismos eficaces para gravar las transacciones financieras. Y, en
cualquier caso, mejorar la calidad y gobernanza de la gestión tributaria, que en
España no cumple con requisitos mínimos de eficacia y respeto del Estado de
derecho.
En definitiva, el proyecto
socialdemócrata, aunque pendiente de una mayor profundización y de perfilar
varios aspectos, que aquí por falta de espacio no se pueden explicitar, es una
alternativa realista, más justa y socialmente más integradora. Y es, en mi
opinión, la forma más razonable mediante la que Europa puede evolucionar para
conseguir las más altas cotas de desarrollo, bienestar y justicia social. Ahora
tenemos la oportunidad. Sería irresponsable desaprovechar esta ocasión que nos
brinda la historia.
Bernardo Fernández
Publicado en e notícies
04/10/2021
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