Los días 15 y 16 de julio de
1978 se celebró en Barcelona el Congreso constituyente del que saldría el
Partit del Socialistes de Catalunya (PSC).
De hecho, el PSC es la
amalgama de tres partidos con alma socialista que comprendieron, tras los
primeros comicios celebrados en España tras la dictadura, que por separado sólo
serían fuerzas testimoniales y, sin embargo, unidos podían aspirar a ser el
“pal de paller” de la política catalana, al menos en la izquierda.
El PSC que conocemos en la
actualidad, nace de la fusión del PSC Congrés, liderado por Joan Reventós y del
que forman parte Raimon Obiols, Narcís Serra y Pasqual Maragall, entre otros.
De hecho, es la versión progre de la burguesía catalana. El PSC Reagrupament
liderado por Josep Pallach, el grupo más minoritario, que se ve forzado a la
unificación para no sucumbir, pero una parte de su escasa militancia acaba
abandonando o dándose de baja. A estas dos formaciones se suma la Federación Catalana
del PSOE encabezada por Josep María Triginer que es quien pone el personal de
base y, en definitiva, la mayor parte de los votos.
La historia del PSC es, una
historia de éxito. Tiene, como toda obra humana, luces y sombras. En este
contexto, cabe destacar la derrota en las elecciones autonómicas de 1980, frente
a la CiU de Jordi Pujol, como un hecho que estigmatizó la evolución del partido
y quizás de Cataluña, durante casi 20 años. Justo hasta que Pasqual Maragall se
presentó para presidir la Generalitat en 1.999. Entonces, aunque los socialistas
no alcanzaron el Govern porque la aritmética parlamentaria no se lo permitió,
ganaron en votos. Después, en 2003 y con perores resultados, pudieron gobernar
Cataluña, formando un tripartito con ERC y Iniciativa por el que acabarían
pagando un precio altísimo, en otros comicios posteriores, debido a que su
constitución generó grandes expectativas y, sin embargo, su funcionamiento como
gobierno, además de ser muy anárquico, dejó bastante que desear.
De todos modos, el punto de
inflexión del socialismo catalán se produjo en el Congreso celebrado en Sitges
en febrero de 1994. Allí, los llamados Capitanes (pléyade de mandos intermedios
que provenían en su mayoría clases sociales medias y populares), lograron
derribar a la cúpula del partido, entonces encabezada por Raimon Obiols, pero
no supieron o no pudieron imponer un candidato. Eso hizo que, a partir de esa
fecha, los herederos de las clases acomodadas que hasta entonces habían
liderado el partido y el movimiento de los dirigentes más a ras de suelo
tuvieran que pactarlo prácticamente todo. Esa circunstancia abrió una etapa en
el partido mucho más fecunda, de más participación y, sobre todo, de una gran
transversalidad que generó importantes éxitos políticos y sobre todo
electorales.
En esa época el PSC era visto,
incluso por muchos que no le votaban, como el partido que mejor representaba a
la sociedad catalana. También durante unos años los socialistas catalanes
fueron una de las organizaciones políticas con más representación institucional
en todos los niveles de toda Europa. Había militantes del PSC con
responsabilidades en el Gobierno central, en el sottogoverno, en el Govern, en las
Diputaciones, en los principales Ayuntamientos e incluso en el Parlamento
europeo.
El PSC tocó su techo electoral
en las autonómicas de octubre de 1.999, con 1.183,299 votos y 50 diputados, a
partir de ahí empezó un declinar más o menos suave, pero sostenido. Tan sólo en
las elecciones generales de 2008, con la candidatura encabezada por Carme
Chacón (q.e.p.d.) se detuvo esa caída al obtener 26 escaños.
Después vino la crisis
económica y la mala gestión de la misma. La sentencia del Tribunal
Constitucional sobre el Estatut. Más tarde el mal llamado Derecho a Decidir que
supuso para el partido un auténtico cataclismo y un rosario de deslealtades, abandonos
y fugas de militantes tan significados como Quim Nadal o el inefable Ernest
Maragall que, tras ser 32 años cargo público representando al PSC, se dio
cuenta, al dejar de tener nómina de las instituciones, que era independentista.
Algo similar, sucedió con otros militantes nocivos.
Todo ello le ha supuesto al
socialismo catalán una auténtica escisión y estar al borde de la desaparición. No
obstante, el PSC goza de una mala salud de hierro y ha visto como se esfumaban
organizaciones tan emblemáticas como el PSUC, Iniciativa, Unió (de quien ha
recogido en sus listas electorales, en mi opinión erróneamente, algún naufrago)
y sobre todo Convergencia Democrática de Cataluña CDC. El partido de Jordi
Pujol. Los mismos que en plena efervescencia independentista decían que el
socialismo en Cataluña estaba acabado y sin futuro. Luego, que quien se quedó
sin futuro fue CDC. Que cosas tiene la vida.
En las últimas elecciones
autonómicas, las del 21-D, el PSC obtuvo 16 diputados (entonces tenía 15) por
tanto, hizo una subida más que modesta. En cambio, ahora, a rebufo de Pedro
Sánchez, según dicen las encuestas, ganaría en Cataluña si hubiera elecciones
generales.
El hecho cierto es que el PSC
no está en su mejor momento, pero es que tampoco lo está la socialdemocracia en
ningún lugar del mundo y menos de Europa. Pese a ello y después de analizar
aciertos y desaciertos y sobre todo la trayectoria global de estos 40 años, es
obligado decir: Per molts anys PSC!!!
Bernardo Fernández
Publicado en e-notícies
18/07/18
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