Mal
les pese a los profetas de las catástrofes y a los agoreros sistemáticos, la
recogida de avales para los aspirantes a secretario general del PSOE ha sido
una nueva lección de participación y democracia interna de los socialistas. Ciertamente,
es una lástima que una militancia tan leal, tenaz y perseverante no tenga, a
día de hoy, ni un proyecto con el que ilusionarse ni un dirigente con carisma y
capacidad política que esté a la altura, pero así son las cosas.
No
obstante, esta batalla democrática por la recogida de avales ha merecido la
atención de los medios y la mirada, más o menos recelosa, de los adversarios.
Eso demuestra que el partido socialista pese a estar en horas bajas, sigue
siendo mucho partido, aunque a algunos les gustaría darlo por finiquitado.
El
interés que entre los afiliados ha despertado este proceso, lo demuestran los
números: de 187.949 militantes censados, casi 133.000 han avalado a uno de los
tres candidatos en liza. Susana Díaz con casi 60.000 avales ha sido quien más
ha obtenido, mientras que Pedro Sánchez se ha quedado con unos 6.000 menos y,
muy lejos, Patxi López con menos de 11.000 superando por poco más de 1.000 el
mínimo exigido de 9.368 para poder pasar a la siguiente ronda.
Con
este panorama de fondo y a tenor de lo sucedido, no queda otra que interpretar
esa recogida de firmas como una primera vuelta de las primarias. En esas
circunstancias, lo más razonable sería que el candidato con menos avales, dada
la situación que está viviendo el socialismo y el mano a mano en que se ha
convertido este proceso, presentara su renuncia a seguir compitiendo. En mi
opinión, se equivoca Patxi López al considerar que su candidatura es más
necesaria que nunca ante la fractura -que según él- sufre el partido, entre los
partidarios de Sánchez y Díaz. Lo que puede lograr el vasco, si no se apea de
la carrera, es la frustración de sus votantes, la suya propia, condenar a
quienes le apoyan a la irrelevancia y quien sabe si, también, a distorsionar
los resultados finales. Cuando los duelos son en la cumbre ni los
sobresalientes ni los subalternos deben aparecer en pantalla.
Patxi
López fue elegido secretario general del partido socialista vasco en 2002. En 2009, pese a quedar los
socialistas como segunda fuerza en las elecciones al Parlamento Vasco, tras
el PNV, fue elegido lendakari al llegar a un pacto de investidura con el PP.
Después, en 2012, el PNV volvió a ganar las elecciones autonómicas e Iñigo
Urkullo asumió la lehendakaritza.
Tras las elecciones generales de 2015, fue propuesto para presidente del Congreso de los
Diputados, gracias al acuerdo entre el PSOE y Ciudadanos un día antes de la constitución de la Cámara, acuerdo al que
el PP se sumó no presentando ningún candidato a presidir la cámara
baja. Fue investido presidente del Congreso de Diputados el 13 de enero de
2016. En enero de 2017 anunció su decisión de presentarse a las primarias para
la secretaría general del Partido Socialista Obrero Español.
En definitiva, Patxi López tiene una envidiable trayectoria
política y una hoja de servicios impresionante. Es, en mi opinión, un buen
tipo, un gran socialista y una mejor persona. Sin embargo, ahora, tras
comprobar cómo están las fuerzas tras la recogida de avales me parece oportuno
señalar que por sentido común y, pensando en el bien del partido, debería
retirar su candidatura. No es su momento.
Al menos, eso creo yo.
Bernardo Fernández
Publicado el 08/05/17 en E-noticies.cat.
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