Es cierto que vivimos en un Estado de derecho y, por ello, todos somos inocentes mientras no se demuestre lo contrario. No obstante, son muchos los indicios que señalan a Oriol Pujol Ferrusola, secretario general de Convergencia Democrática de Cataluña (CDC), como implicado en una trama de corrupción. Y sucede que, cuando se trata de un personaje de proyección pública -como es el caso-, aquel adagio de que la mujer del César no sólo debe ser honrada, sino que además ha de demostrarlo, adquiere plena vigencia.
Oriol Pujol, nacido en 1966, es el quinto hijo de un total de siete del matrimonio entre Jordi Pujol y Marta Ferrusola. Es, a su vez, el único de la saga que se dedica a la política. Dos de sus hermanos, Jordi y Josep, decidieron dedicarse a los negocios y a la empresa privada, si bien es verdad que en más de una ocasión utilizaron la sombra alargada de su progenitor para cerrar operaciones, cuando menos, opacas. De ahí, que en alguna ocasión el presidente autonómico Pujol tuviera que salir a la palestra para defender el derecho de sus hijos para hacer negocios.
A Oriol Pujol se le conoce en los ámbitos nacionalistas como el príncipe o el heredero (hereu). Forma parte del núcleo duro de CDC y, su opinión fue clave para que su padre optara por Artur Mas para que le sucediera frente a Josep Anton Durán i Lleida. De igual manera, su actitud, también, fue decisiva, durante los siete años que duró la travesía del desierto de los nacionalistas, mientras la izquierda gobernaba en Cataluña, para que su partido virara hacia el soberanismo, sin perder el pragmatismo que marcó la época del fundador, su progenitor.
Todo iba viento en popa. Su ascensión política había sido casi meteórica, en pocos años pasó de diputado raso a portavoz del grupo parlamentario, después presidente del mismo y ahora ya, secretario general de su partido (CDC), a partir de ahí que el heredero llegase un día Presidente de la Generalitat, era sólo cuestión de tiempo. Pero hete aquí que los medios de comunicación han hecho público un informe de la Agencia Tributaria según el cual Oriol Pujol forma parte de una iniciativa empresarial que pretendía lograr, de forma fraudulenta, la adjudicación de estaciones de ITV y hacer negocios en el sector de la eficiencia energética, gracias a sus contactos en el terreno político. En el mencionado informe se señala que “Pujol proporciona el impulso y el apoyo necesario para que el proyecto llegue a buen fin”. Y prosigue, “es posible que indirectamente tuviera participación accionarial en Upprime Energy a través de Sergi Alsina”.
Hacía tiempo que existían sospechas, pero nunca se pudo probar nada. Tuvo que ser la investigación policial sobre el caso Campeón la que ha hecho salir a la luz la trama de las ITV en Cataluña. Las escuchas telefónicas al empresario gallego Jorge Dorribo pusieron al descubierto contactos de éste con Sergio Pastor, factotum de las ITV. Las mencionadas investigaciones han puesto de manifiesto que el primer objetivo de la trama era revocar un concurso público convocado por el anterior gobierno en 2010, el cual rompió, por primera vez, el duopolio existente entre Applus y RVSA en las estaciones catalanas, para después seguir controlando el negocio entre bambalinas.
Otro oscuro proyecto que ha salido a flote con las pesquisas policiales, era promover los cambios legislativos necesarios para hacer obligatorias las inspecciones sobre ahorro energético en los hogares. Eso requeriría la creación de una nueva empresa que, según Pastor, “debería ser de interposición para un tema de máxima opacidad”.
Son muchas las dudas y, todavía, demasiadas las incógnitas a despejar para poder emitir una opinión con fundamento de causa. Ahora bien, es evidente que en todo este affaire hay mucho gato encerrado y se necesitan contactos al más alto nivel para llevar a cabo proyectos de semejante envergadura. Por eso, la Agencia Tributaria considera a Oriol Pujol “colaborador necesario” de la red.
Por si acaso, el entorno “pujoliano” ya está trabajando en la elaboración de una estrategia para salvaguardar al príncipe ante la batalla judicial y el aluvión mediático que se avecina. Los nacionalistas catalanes saben que no pueden descuidar ningún flanco ante la ofensiva del pacto fiscal que ha comenzado ya. Cualquier desliz podría ser fatal. En esas circunstancias, algunos piensan que una reedición del caso Banca Catalana treinta años después, en versión siglo XXI, podría dar sus frutos. Al fin y al cabo envolverse en la bandera, para algunos, siempre ha resultado muy rentable.
Bernardo Fernández
Publicado en la Voz de Barcelona 21/08/12
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