La pasada noche del 28 N el candidato a la presidencia de la Generalitat, Joan Laporta, era recibido por sus acólitos con gritos de “Laporta President” y “Catalunya Independent”. Tras agradecer la implicación de todas las personas que han trabajado para él en la campaña de las elecciones catalanas, manifestó que. el objetivo de su partido “es presentar una declaración unilateral de independencia esta próxima legislatura (…) Es la vía que tenemos que escoger los catalanes si no queremos continuar siendo una región de España empobrecida” Y continuó: “Desde SI construiremos un futuro más próspero para que los empresarios tengamos beneficios, podamos decidir sobre nuestras infraestructuras, podamos recuperar puestos de trabajo y tengamos un país de calidad”…”Daremos un paso fundamental para dejar de estar instalados en un Estado que nos lleva al empobrecimiento económico y nacional…” De políticas sociales, modelo de sociedad y todo aquello que conforma una sociedad y un país ni palabra. Este discurso y poco más ha bastado para obtener cuatro escaños.
Con los resultados del 28 N sobre la mesa, es fácil prever que 2011 será un año de tránsito en el Parlament. Después, en 2012, tras las elecciones generales, Artur Mas deberá presentar su propuesta de pacto fiscal al inquilino de la Moncloa. Será ante la previsible respuesta negativa, cuando el partido de Laporta puede tener su minuto de gloria; quizás entonces, de la mano de ERC aprieten a CiU para que de forma unilateral proclame la independencia. Habrá que ver la reacción de los nacionalistas.
Es evidente que le independentismo ha crecido mucho en los últimos tiempos en Cataluña. De manera especial los llamados “independentistas instrumentales” que son aquellos ciudadanos que no ven otra vía posible. Conviene no olvidar que la independencia es una opción política tan válida como cualquier otra; ahora bien, sería bueno que la muchachada separatista tuviera claros algunos principios básicos, como por ejemplo:
Que se necesita un pacto entre los diferentes ámbitos y sensibilidades para lograr una mayoría cualificada, no sólo política, sino también social que trabaje para llegar a la independencia de forma pacífica. Eso, sin olvidar que a día de hoy, el 56% de la población que vive en Cataluña, es de origen no catalán. Que se deben tener previstos los mecanismos de respuesta ante la más que previsible rechazo del resto de España. Que hay que valorar de forma adecuada que significa independencia en ámbitos como la política, la cultura o la economía. Asimismo, habría que considerar que respaldo tendría el movimiento secesionista en el ámbito internacional.
Si estas cuestiones previas se han considerado, adelante. Pero, ¿alguien puede creer que los “laportistas” han valorado mínimamente cualquiera de estos aspectos? Yo no. Parece mentira que tanta inconsistencia pueda producir tanta rentabilidad política.
Bernardo Fernández
Publicado en ABC 08/12/2010
Con los resultados del 28 N sobre la mesa, es fácil prever que 2011 será un año de tránsito en el Parlament. Después, en 2012, tras las elecciones generales, Artur Mas deberá presentar su propuesta de pacto fiscal al inquilino de la Moncloa. Será ante la previsible respuesta negativa, cuando el partido de Laporta puede tener su minuto de gloria; quizás entonces, de la mano de ERC aprieten a CiU para que de forma unilateral proclame la independencia. Habrá que ver la reacción de los nacionalistas.
Es evidente que le independentismo ha crecido mucho en los últimos tiempos en Cataluña. De manera especial los llamados “independentistas instrumentales” que son aquellos ciudadanos que no ven otra vía posible. Conviene no olvidar que la independencia es una opción política tan válida como cualquier otra; ahora bien, sería bueno que la muchachada separatista tuviera claros algunos principios básicos, como por ejemplo:
Que se necesita un pacto entre los diferentes ámbitos y sensibilidades para lograr una mayoría cualificada, no sólo política, sino también social que trabaje para llegar a la independencia de forma pacífica. Eso, sin olvidar que a día de hoy, el 56% de la población que vive en Cataluña, es de origen no catalán. Que se deben tener previstos los mecanismos de respuesta ante la más que previsible rechazo del resto de España. Que hay que valorar de forma adecuada que significa independencia en ámbitos como la política, la cultura o la economía. Asimismo, habría que considerar que respaldo tendría el movimiento secesionista en el ámbito internacional.
Si estas cuestiones previas se han considerado, adelante. Pero, ¿alguien puede creer que los “laportistas” han valorado mínimamente cualquiera de estos aspectos? Yo no. Parece mentira que tanta inconsistencia pueda producir tanta rentabilidad política.
Bernardo Fernández
Publicado en ABC 08/12/2010
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