14 de gener 2007

LA PAZ EN EL ALERO

La paz está en peligro. Tenían razón los profetas del terror cuando avisaban que ETA podría volver a atentar en cualquier momento. Lo han hecho. Los terroristas han querido dejar el año 2006, nueve meses de tregua y tres años sin muertes con un atentado sangriento. Para ello han hecho estallar una furgoneta bomba en la Terminal 4 del aeropuerto de Barajas.

Este acto es un torpedo en la línea de flotación del proceso de paz. Con violencia no hay diálogo. Sin diálogo no pueden haber acuerdos. Y sin pactos es, prácticamente, imposible que haya paz.

Es cierto que no se puede hablar de nada con nadie que pone cadáveres sobre la mesa. Pero también es verdad que no se pueden tirar por la borda, a la primeras de cambio, las esperanzas de paz de millones de personas después de casi 40 años de conflicto.

Conviene no olvidar que las conversaciones, o tentativas de conversación, que hasta el momento se hayan podido llevar a cabo se han realizado bajo el paraguas de una resolución del Congreso de los Diputados de mayo de 2005. En consecuencia, este Gobierno ha actuado siempre desde la más estricta legalidad y desde la firmeza del Estado de Derecho. También establecieron contactos los gobiernos de Felipe González y José María Aznar e, incluso, hicieron concesiones que este Ejecutivo no ha hecho. Y sin embargo nadie arremetió contra ellos como se ha hecho contra éste.

De todos modos ha resultado preocupante ver como día tras día crecía la brecha entre la unidad de los demócratas frente a ETA. Por otra parte, no deja de resultar una paradoja que el Presidente de Gobierno haya sido sistemáticamente descalificado, e incluso insultado, cuando ha sido él quien ha llevado a cabo las acciones, con más cobertura legal, más rigor y ha sido, también, el que más información ha dado al resto de partidos y a la opinión pública.

Pero no sólo eso. Desde aquel ya lejano 24 de marzo en que se anunció un alto el fuego indefinido quien más, quien menos ya suponía que todo esto no sería un camino de rosas. Ahora bien, la situación se ha ido deteriorando por momentos. El robo de pistolas en Francia, el juicio a de Juana Chaos y su huelga de hambre, su condena, el resurgir de la “kale borroca” y la estrategia de enfrentamiento frontal del PP son factores que han enrarecido el clima y han hecho crecer la crispación hasta límites insostenibles. Y, por si esto fuera poco, el bombazo del día 30 hace saltar no ya las alarmas, sino cualquier posibilidad de acercamiento. Dicho esto hay que clarificar de inmediato que la posición del PP, compartida o no, está dentro de la legalidad y, como tal, es de todo punto respetable. Otra cosa es que yo soy de los que piensan que están cometiendo un tremendo error estratégico de dimensión histórica y acabarán pagando. A las próximas elecciones generales me remito.

Estamos, pues, en este inicio de año en una situación de vía muerta por lo que respecta al proceso de paz. Batasuna ha perdido una magnífica ocasión para condenar el atentado y desmarcarse de los terroristas. No lo ha hecho. No ha sabido, o no ha podido, estar a la altura de las circunstancias. Para ellos el proceso de paz no está cerrado pero no explican como es posible dialogar cuando una de las partes hace sangre en la contraria. En realidad saben que no es posible

Primero la paz, luego la política. En estos momentos se han roto los puentes y corresponde a ETA dar señales inequívocas e inconfundibles de que hay caminos seguros y fiables. De lo contrario, habrá que ir añadiendo años a los 38 que ya llevamos de conflicto. Pero que nadie se equivoque. No vamos a permitir que nos quiten la esperanza. Si nosotros no podemos, seguiremos trabajando para que nuestros hijos o nuestros nietos dejen de ver la paz en el alero.

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