El próximo domingo, 21 de diciembre,
con las elecciones autonómicas que se celebrarán en Extremadura, iniciaremos,
en nuestro país, un nuevo ciclo electoral. Tras los comicios extremeños
vendrán, en el mes de febrero, los de Aragón, en marzo serán los de Castilla y
León y, luego, en junio, las elecciones andaluzas.
Este ciclo debería cerrase en 2027
con otra serie de autonómicas, municipales y generales, pero esas últimas,
nadie sabe cuándo van a ser. Seguramente, en estos momentos, ni el propio
presidente del Gobierno tiene idea de cuándo las va a convocar porque, aunque
está decidido a agotar la legislatura, con las cuitas internas que está
atravesando el PSOE, cada vez se mueve más el suelo bajo sus pies, y la situación
puede llegar a ser insostenible.
Si alguna actividad humana es
proclive a la especulación, esa es, sin duda, la política. Por eso en los
cenáculos políticos se manejan diversas posibilidades de cuando Pedro Sánchez
convocará elecciones generales. En ese contexto, una de las teorías que tiene
más adeptos es la de que en el próximo mes de junio tengamos un “súper domingo”
electoral, es decir, elecciones autonómicas en Andalucía y generales en España.
Hay, incluso, quién va más allá y apunta que podría haber también comicios en
Cataluña, pero, ante esa hipótesis, me atrevo a afirmar que el Govern de la
Generalitat no caerá en esa tentación, entre otras cosas, porque sería tanto
como autocalificarse de españolista y eso, ya sabemos que aquí no tiene buena prensa.
Aunque ya se sabe: especular, al fin y al cabo, es gratis.
Con todo mi cariño y respeto para los
ciudadanos extremeños, la realidad es que Extremadura nunca ha tenido ni tiene
un gran peso específico en la política nacional. Sin embargo, en estos
momentos, debido a las circunstancias de polarización y crispación que estamos
viviendo, estas elecciones adquieren una resonancia especial.
Para empezar, venimos de un pacto en
Valencia, donde el PP, tras la vergonzante salida de Carlos Mazón de la presidencia
de la Generalitat valenciana, ha doblado la rodilla y agachado la testuz
delante de Vox para evitar ir a las urnas. Y eso ha hecho ver a los de Abascal —por
si ni lo tenían claro— que tienen más fuerza de la que quizás ellos mismos
imaginaban. Por eso, a partir de ahora es fácil prever que apretarán muchos más
las tuercas a los populares porque ya no se conforman con un trozo de pastel,
quieren el pastel entero. Y la misma táctica que han utilizado en Valencia la
continuarán utilizando siempre que el PP necesite sus votos para gobernar.
Los comicios extremeños van a ser un
buen banco de pruebas para ver cómo está la puesta a punto de las diversas
formaciones políticas. Porque si algún partido los puede abordar con fundadas
expectativas, ese es Vox; para los demás el futuro no se plantea muy
esperanzador. Según varios estudios
demoscópicos los populares obtendrán unos resultados muy similares los de 2023,
que, aun siendo objetivamente buenos, no dan para gobernar en solitario por lo que tendrán que decidir ente repetir
elecciones o volver a cortejar a Vox y ya sabemos lo que eso significa.
El PSOE está en unos de sus momentos
anímicos y electorales más bajos y haber apostado por un candidato con una
mochila judicial cargada no parece un buen reclamo electoral. Además, no sería
de extrañar que el candidato socialista tuviera que empezar a pagar por los
pufos que estos días vamos conociendo. Ante esa situación, poco puede hacer el
bueno de Juan Carlos Rodríguez Ibarra por más que se empeñe en loar al presidenciable
socialista a los cuatro vientos.
Y después está la izquierda que se
sitúa a la izquierda de la izquierda. A priori las previsiones no les auguran
nada bueno: en Extremadura se espera que reciban un serio varapalo, en Aragón
no parece que vayan a ser decisivos para nada, algo similar puede suceder en
Castilla y León, mientras que en Andalucía el gran objetivo será evitar que el
PP obtenga mayoría absoluta, lo que equivale a que llegue a pactos con Vox para
gobernar. Sin duda, un gran aliciente para movilizar al personal.
Este es, a grandes rasgos, el paisaje
político que tenderemos a partir del próximo 21 D. En este contexto, hay quien
piensa que el previsible ascenso de Vox en toda España, debilitará al PP, y
también puede provocar que los ciudadanos reaccionen y se repita el fenómeno de
2023, cuando la llegada de Vox a los gobiernos autonómicos catapultó lo que un
poco más tarde sería el Gobierno de coalición.
Mientras tanto, los casos de
corrupción y acoso en el partido socialista están emponzoñando aún más la
situación y la tensión electoral ya impregna todo el ámbito político. En ese
contexto, los partidos están redefiniendo sus estrategias y poniendo a punto su
maquinaria electoral más allá de Extremadura por lo que pueda venir, a la vez
que no dejan de mirar de reojo las encuestas; y así resulta muy difícil llegar
a acuerdos, por lo que hacer política será casi misión imposible.
Bernardo Fernández
Publicado en Catalunya Press 15/12/2025

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