02 de setembre 2022

LO QUE NOS ESPERA


 

Decir que vamos a tener un otoño caliente es un tópico y, sin embargo, en esta ocasión es rigurosamente cierto. A nivel internacional hemos iniciado un viaje con rumbo a lo desconocido y entramos en una etapa de turbulencias que nadie sabe ni dónde nos llevará ni cuánto durará. En el ámbito nacional, tanto en el terreno social como en el político la crispación es máxima; además faltan ocho meses para iniciar un nuevo ciclo electoral y eso siempre genera tensión. Con este panorama tan poco halagüeño, les sugiero que se abrochen los cinturones y se dispongan a vivir una época de sobresaltos, estrecheces y vértigo. En esencia, algo no muy distinto a lo que vivimos habitualmente, pero, ahora, más acentuado.  

Para entender la situación que nos toca vivir, se hace imprescindible conocer el entramado político internacional del que formamos parte, así podremos tener un mínimo conocimiento de causa y no nos perderemos en ese enjambre que es la geoestrategia que, a priori, puede parecer inescrutable. Veamos.

Con la invasión de Ucrania por las tropas rusas, el pasado mes de febrero, el frágil status quo, que se estableció a partir de la caída del muro de Berlín en 1989, se ha desmoronado como un casillo de naipes. 

En este contexto, decir que Rusia ha roto el tablero quizás sea un tanto exagerado, pero es evidente que el conflicto bélico en el Este de Europa ha sido el disparadero para que los países se reposicionen o, por lo menos, lo intenten. China ya no se conforma con ser el acompañante pobre de EEUU. No solo quiere tener su propio espacio en el concierto mundial, sino que aspira a liderar el nuevo orden geopolítico. La reciente crisis con Taiwán no ha sido fruto de la casualidad; ahí Nancy Pelosi le ha hecho el juego al gigante asiático, y, quizás, sin querer, ha sido el colaborador necesario de Xi Jimping para que este sacara a pasear el nacionalismo más rancio. Las tensiones en el Pacífico se multiplican. India es una de las grandes beneficiadas de la guerra en Ucrania porque buena parte del petróleo que Rusia no vende en Europa va a ese país. Indonesia juega la carta de la neutralidad, Siria va de la mano del Kremlin   Pakistán mantiene su relación especial con China y con Corea del Norte. Argelia estrecha sus lazos con Rusia, mientras que China Y Rusia se acercan por diversas vías a América Latina, Nicaragua, Venezuela y Cuba reciben asistencia militar rusa. En cambio, el gigante asiático sigue el camino del comercio. Y en el Sahel el radicalismo islámico no da tregua y Francia se ve superada por los acontecimientos. En ese contexto, Sudán, y Nigeria parecen dos personajes olvidados en este culebrón imperfecto que es el sistema geopolítico mundial.

A todo esto, hay que añadir que el fantasma de la recesión se empieza a perfilar en el futuro europeo inmediato. La paridad del euro con el dólar, aunque pueda beneficiar a algún sector como, por ejemplo, el del turismo, nos hace, en conjunto, un poco más pobres. Algunos organismos económicos ya advierten que en los 19 países que comparten el euro como moneda única, puede haber una bajada temporal del PIB que se sitúe entre el 2% y el 4%.

Pues bien, ese estado de cosas está generando una inestabilidad que hace que en el día a día nos empiecen a escasear materias primas, alimentos, componentes electrónicos, fuentes de energía o carburantes, y para tenerlos hay que pagar más, es decir, aumenta la carestía de la vida y eso hace que nos cueste más llegar a final de mes. Ante esa situación, quién pueda tendrá que echar mano de los ahorros y quién no, deberá cambiar de hábitos y apretarse el cinturón. O sea, el clima perfecto para crispar el ambiente social que comentaba al principio de esta columna.    

Por otra parte, la situación política no ayuda a que nos soseguemos, lo vimos hace unos días en el Congreso de los Diputados, la de cabriolas que tuvo que hacer el Gobierno para lograr los apoyos necesarios para sacar adelante el decreto de Medidas de Ahorro Energético. Al final el Ejecutivo tuvo que avenirse a convertir ese decreto en ley para que los diversos grupos parlamentarios puedan introducir modificaciones mediante enmiendas; de esa manera, se consiguió que la mayoría de la investidura se mantuviese monolítica.

Y las circunstancias van continuar así…, o peor. Con una situación internacional de la que nadie espera nada bueno ni a corto ni a medio plazo y, encima, con unas elecciones municipales y autonómicas en diversas comunidades a la vuelta de la esquina. Por lo tanto, no cabe esperar que las aguas de la política nacional se calmen. Más bien todo lo contrario, porque a pocos meses de esos comicios llegarán las generales.

De todas formas, la clave de bóveda de lo que queda de legislatura estará en si se aprueban o no los presupuestos para el año próximo. Si el Gobierno consigue sacarlos adelante, la oposición, por mucho que pataleé, deberá conformarse con ir viendo caer las hojas del calendario hasta el próximo ciclo electoral. De no ser así, lo más probable es que Pedro Sánchez y su equipo ni quieran ni puedan seguir navegando en aguas tan procelosas y contaminadas.

En Cataluña, además de todo eso, que no es poco, tendremos que seguir con nuestras “especificidades”, pero, si les parece, los comentarios sobre la cuestión los dejaremos para una próxima entrega.   

 

Bernardo Fernández

Publicado en e notícies 29/08/2022

LAS ELECCIONES VASCAS COMO REFERENCIA

El pasado domingo por la noche en el palacio de la Moncloa respiraron aliviados. Después del fiasco en las elecciones autonómicas gallegas, ...